jueves, 31 de julio de 2008

Actividad de Investigación

Consulte aquí la actividad:
http://waltherespinal6.googlepages.com/Seneca.htm

miércoles, 30 de julio de 2008

Pintura egipcia
















Sabiduría de Séneca en frases


* La vida es como una leyenda: No importa que sea larga, sino que esté bien narrada.
* Hace falta una vida para aprender a vivir.
* Ligera es la pesadumbre que puede admitir consejo.
* Desconfiar vale menos todavía que ser engañado.
* Si deseas ser amado, ama.
* Enseñando aprendemos.
* Nadie ama a su patria porque es grande sino porque es suya.
* Vive de tal manera que no hagas nada que no puedas decir a tus propios amigos.
* No es la dificultad la que impide atreverse, pues de no atreverse viene toda la dificultad.
* No nos falta valor para emprender ciertas cosas porque son difíciles, sino que son difíciles porque nos falta valor para emprenderlas.
* Todo el mundo aspira a la vida dichosa, pero nadie sabe en que consiste.
* Prefiero molestar con la verdad que complacer con adulaciones.
* Los deseos de nuestra vida forman una cadena, cuyos eslabones son las esperanzas.
* El que se ocupa de muchas cosas hace muchas veces entrega de sí a la fortuna.
* Noble se puede llamar al que por su naturaleza es inclinado a la virtud.
* El galardón de las grandes obras es haberlas hecho, no hay otro premio digno.
* Quien mira demasiado las cosas ajenas, no goza de las propias.
* La verdadera medida de la riqueza es no estar ni demasiado cerca ni demasiado lejos de la pobreza.
* Felicidad es no necesitar de ella.
* Si lo que haces es honesto, todos lo saben; pero si lo que haces es malo, ¿qué importa que los otros no lo sepan, si lo sabes tú?
* El fuego prueba el oro; la miseria, los hombres fuertes.
* Si quitáramos la ambición y la vanidad, ¿dónde quedarían los héroes y los patriotas?
* Se puede apreciar el carácter de un hombre en la forma como recibe la alabanza.
* Desdichado es el que por tal se tiene.
* Como el suelo, por más rico que sea, no puede dar fruto si no se cultiva. La mente sin cultivo tampoco puede producir.
* A menudo es mejor olvidarse de un insulto que vengarlo.
* Aquel que decide un caso sin escuchar la declaración de otro, aunque la decisión sea justa, no puede considerarese justo.
* Si quieres que alguien guarde un secreto, guárdalo tu primero.

Libro I de las Meditaciones de Marco Aurelio


1. De mi abuelo Vero: el buen carácter y la serenidad.
2. De la reputación y memoria legadas por mi progenitor: el carácter discreto y viril.
3. De mi madre: el respeto a los dioses, la generosidad y la abstención no sólo de obrar mal, sino incluso de incurrir en semejante pensamiento; más todavía, la frugalidad en el régimen de vida y el alejamiento del modo de vivir propio de los ricos.
4. De mi bisabuelo: el no haber frecuentado las escuelas públicas y haberme servido de buenos maestros en casa, y el haber comprendido que, para tales fines, es preciso gastar con largueza.
5. De mi preceptor: el no haber sido de la facción de los Verdes ni de los Azules, ni partidario de los parinularios ni de los escutarios1; el soportar las fatigas y tener pocas necesidades; el trabajo con esfuerzo personal y la abstención de excesivas tareas, y la desfavorable acogida a la calumnia.
6. De Diogneto: el evitar inútiles ocupaciones; y la desconfianza en lo que cuentan los que hacen prodigios y hechiceros acerca de encantamientos y conjuración de espíritus, y de otras prácticas semejantes; y el no dedicarme a la cría de codornices ni sentir pasión por esas cosas; el soportar la conversación franca y familiarizarme con la filosofía; y el haber escuchado primero a Baquio, luego a Tandasis y Marciano; haber escrito diálogos en la niñez; y haber deseado el catre cubierto de piel de animal, y todas las demás prácticas vinculadas a la formación helénica.
7. De Rústico: el haber concebido la idea de la necesidad de enderezar y cuidar mi carácter; el no haberme desviado a la emulación sofística, ni escribir tratados teóricos ni recitar discursillos de exhortación ni hacerme pasar por persona ascética o filántropo con vistosos alardes; y el haberme apartado de la retórica, de la poética y del refinamiento cortesano. Y el no pasear con la toga por casa ni hacer otras cosas semejantes. También el escribir las cartas de modo sencillo, como aquélla que escribió él mismo desde Sinuesa a mi madre; el estar dispuesto a aceptar con indulgencia la llamada y la reconciliación con los que nos han ofendido y molestado, tan pronto como quieran retractarse; la lectura con precisión, sin contentarme con unas consideraciones globales, y el no dar mi asentimiento con prontitud a los charlatanes; el haber tomado contacto con los Recuerdos de Epicteto, de los que me entregó una copia suya.
8. De Apolonio: la libertad de criterio y la decisión firme sin vacilaciones ni recursos fortuitos; no dirigir la mirada a ninguna otra cosa más que a la razón, ni siquiera por poco tiempo; el ser siempre inalterable, en los agudos dolores, en la pérdida de un hijo, en las enfermedades prolongadas; el haber visto claramente en un modelo vivo que la misma persona puede ser muy rigurosa y al mismo tiempo desenfadada; el no mostrar un carácter irascible en las explicaciones; el haber visto a un hombre que claramente consideraba como la más ínfima de sus cualidades la experiencia y la diligencia en transmitir las explicaciones teóricas; el haber aprendido cómo hay que aceptar los aparentes favores de los amigos, sin dejarse sobornar por ellos ni rechazarlos sin tacto.
9. De Sexto: la benevolencia, el ejemplo de una casa gobernada patriarcalmente, el proyecto de vivir conforme a la naturaleza; la dignidad sin afectación; el atender a los amigos con solicitud; la tolerancia con los ignorantes y con los que opinan sin reflexionar; la armonía con todos, de manera que su trato era más agradable que cualquier adulación, y le tenían en aquel preciso momento el máximo respeto; la capacidad de descubrir con método inductivo y ordenado los principios necesarios para la vida; el no haber dado nunca la impresión de cólera ni de ninguna otra pasión, antes bien, el ser el menos afectado por las pasiones y a la vez el que ama más entrañablemente a los hombres; el elogio, sin estridencias; el saber polifacético, sin alardes.
10. De Alejandro el gramático: la aversión a criticar; el no reprender con injurias a los que han proferido un barbarismo, solecismo o sonido mal pronunciado, sino proclamar con destreza el término preciso que debía ser pronunciado, en forma de respuesta, o de ratificación o de una consideración en común sobre el tema mismo, no sobre la expresión gramatical, o por medio de cualquier otra sugerencia ocasional y apropiada.
11. De Frontón: el haberme detenido a pensar cómo es la envidia, la astucia y la hipocresía propia del tirano, y que, en general, los que entre nosotros son llamados «eupátridas», son, en cierto modo, incapaces de afecto.
12. De Alejandro el platónico: el no decir a alguien muchas veces y sin necesidad o escribirle por carta: «Estoy ocupado», y no rechazar de este modo sistemáticamente las obligaciones que imponen las relaciones sociales, pretextando excesivas ocupaciones.
13. De Catulo: el no dar poca importancia a la queja de un amigo, aunque casualmente fuera infundada, sino intentar consolidar la relación habitual; el elogio cordial a los maestros, como se recuerda que lo hacían Domicio y Atenódoto; el amor verdadero por los hijos.
14. De «mi hermano» Severo : el amor a la familia, a la verdad y la justicia; el haber conocido, gracias a él, a Traseas, Helvidio, Catón, Dión, Bruto; el haber concebido la idea de una constitución basada en la igualdad ante la ley, regida por la equidad y la libertad de expresión igual para todos, y de una realeza que honra y respeta, por encima de todo, Marco Aurelio Meditaciones 2 Existe en el texto griego una laguna. Farquharson, para salvar el sentido de la frase, sobrentiende: («en la vida de sociedad»). la libertad de sus súbditos. De él también: la uniformidad y constante aplicación al servicio de la filosofía; la beneficencia y generosidad constante; el optimismo y la confianza en la amistad de los amigos; ningún disimulo para con los que merecían su censura; el no requerir que sus amigos conjeturaran qué quería o qué no quería, pues estaba claro.
15. De Máxirno: el dominio de sí mismo y no dejarse arrastrar por nada; el buen ánimo en todas las circunstancias y especialmente en las enfermedades; la moderación de carácter, dulce y a la vez grave; la ejecución sin refunfuñar de las tareas propuestas; la confianza de todos en él, porque sus palabras respondían a sus pensamientos y en sus actuaciones procedía sin mala fe; el no sorprenderse ni arredrarse; en ningún caso precipitación o lentitud, ni impotencia, ni abatimiento, ni risa a carcajadas, seguidas de accesos de ira o de recelo. La beneficencia, el perdón y la sinceridad; el dar la impresión de hombre recto e inflexible más bien que corregido; que nadie se creyera menospreciado por él ni sospechara que se consideraba superior a él; su amabilidad en...2
16. De mi padre: la mansedumbre y la firmeza serena en las decisiones profundamente examinadas. El no vanagloriarse con los honores aparentes; el amor al trabajo y la perseverancia; el estar dispuesto a escuchar a los que podían hacer una contribución útil a la comunidad. El distribuir sin vacilaciones a cada uno según su mérito. La experiencia para distinguir cuando es necesario un esfuerzo sin desmayo, y cuándo hay que relajarse. El saber poner fin a las relaciones amorosas con los adolescentes. La sociabilidad y el consentir a los amigos que no asistieran siempre a sus comidas y que no le acompañaran necesariamente en sus desplazamientos; antes bien, quienes le habían dejado momentáneamente por alguna necesidad le encontraban siempre igual. El examen minucioso en las deliberaciones y la tenacidad, sin eludir la indagación, satisfecho con las primeras impresiones. El celo por conservar los amigos, sin mostrar nunca disgusto ni loco apasionamiento. La autosuficiencia en todo y la serenidad. La previsión desde lejos y la regulación previa de los detalles más insignificantes sin escenas trágicas. La represión de las aclamaciones y de toda adulación dirigida a su persona. El velar constantemente por las necesidades del Imperio. La administración de los recursos públicos y la tolerancia ante la crítica en cualquiera de estas materias; ningún temor supersticioso respecto a los dioses ni disposición para captar el favor de los hombres mediante agasajos o lisonjas al pueblo; por el contrario, sobriedad en todo y firmeza, ausencia absoluta de gustos vulgares y de deseo innovador. El uso de los bienes que contribuyen a una vida fácil y la Fortuna se los había deparado en abundancia, sin orgullo y a la vez sin pretextos, de manera que los acogía con naturalidad, cuando los tenía, pero no sentía necesidad de ellos, cuando le faltaban. El hecho de que nadie hubiese podido tacharle de sofista, bufón o pedante; por el contrarío, era tenido por hombre maduro, completo, inaccesible a la adulación, capaz de estar al frente de los asuntos propios y ajenos. Además, el aprecio por quienes filosofan de verdad, sin ofender a los demás ni dejarse tampoco embaucar por ellos; más todavía, su trato afable y buen humor, pero no en exceso. El cuidado moderado del propio cuerpo, no como quien ama la vida, ni con coquetería ni tampoco negligentemente, sino de manera que, gracias a su cuidado personal, en contadísimas ocasiones tuvo necesidad de asistencia médica, de fármacos o emplastos. Y especialmente, su complacencia, exenta de envidia, en los que poseían alguna facultad, por ejemplo, la facilidad de expresión, el conocimiento de la historia, de las leyes, de las costumbres o de cualquier otra materia; su ahínco en ayudarles para que cada uno consiguiera los honores acordes a su peculiar excelencia; procediendo en todo según las tradiciones ancestrales, pero procurando no hacer ostentación ni siquiera de esto: de velar por dichas tradiciones. Además, no era propicio a desplazarse ni a agitarse fácilmente, sino que gustaba de permanecer en los mismos lugares y ocupaciones. E inmediatamente, después de los agudos dolores de cabeza, rejuvenecido y en plenas facultades, se entregaba a las tareas habituales. El no tener muchos secretos, sino muy pocos, excepcionalmente, y sólo sobre asuntos de Estado. Su sagacidad y mesura en la celebración de fiestas, en la construcción de obras públicas, en las asignaciones y en otras cosas semejantes, es propia de una persona que mira exclusivamente lo que debe hacerse, sin tener en cuenta la aprobación popular a las obras realizadas. Ni baños a destiempo, ni amor a la construcción de casas, ni preocupación por las comidas, ni por las telas, ni por el color de los vestidos, ni por el buen aspecto de sus servidores; el vestido que llevaba procedía de su casa de campo en Lorio, y la mayoría de sus enseres, de la que tenía en Lanuvio. ¡Cómo trató al recaudador de impuestos en Túsculo que le hacía reclamaciones! Y todo su carácter era así; no fue ni cruel, ni hosco, ni duro, de manera que jamás se habría podido decir de él: «Ya suda», sino que todo lo había calculado con exactitud, como si le sobrara tiempo, sin turbación, sin desorden, con firmeza, concertadamente. Y encajaría bien en él lo que se recuerda de Sócrates: que era capaz de abstenerse y disfrutar de aquellos bienes, cuya privación debilita a la mayor parte, mientras que su disfrute les hace abandonarse a ellos. Su vigor físico y su resistencia, y la sobriedad en ambos casos son propiedades de un hombre que tiene un alma equilibrada e invencible, como mostró durante la enfermedad que le llevó a la muerte.
17. De los dioses: el tener buenos abuelos, buenos progenitores, buena hermana, buenos maestros, buenos amigos íntimos, parientes y amigos, casi todos buenos; el no haberme dejado llevar fácilmente nunca a ofender a ninguno de ellos, a pesar de tener una disposición natural idónea para poder hacer algo semejante, si se hubiese presentado la ocasión. Es un favor divino que no se presentara ninguna combinación de circunstancias que me pusiera a prueba; el no haber sido educado largo tiempo junto a la concubina de mi abuelo; el haber conservado la flor de mi juventud y el no haber demostrado antes de tiempo mi virilidad, sino incluso haberlo demorado por algún tiempo; el haber estado sometido a las órdenes de un gobernante, mi padre, que debía arrancar de mí todo orgullo y llevarme a comprender que es posible vivir en palacio sin tener necesidad de guardia personal, de vestidos suntuosos, de candelabros, de estatuas y otras cosas semejantes y de un lujo parecido; sino que es posible ceñirse a un régimen de vida muy próximo al de un simple particular, y no por ello ser más desgraciado o más negligente en el cumplimiento de los deberes que soberanamente nos exige la comunidad. El haberme tocado en suerte un hermano capaz, por su carácter, de incitarme al cuidado de mí mismo y que, a la vez, me alegraba por su respeto y afecto; el no haber tenido hijos subnormales o deformes; el no haber progresado demasiado en la retórica, en la poética y en las demás disciplinas, en las que tal vez me habría detenido, si hubiese percibido que progresaba a buen ritmo. El haberme anticipado a situar a mis educadores en el punto de dignidad que estimaba deseaban, sin demorarlo, con la esperanza de que, puesto que eran todavía jóvenes, lo pondría en práctica más tarde. El haber conocido a Apolonio, Rústico, Máximo. El haberme representado claramente y en muchas ocasiones qué es la vida acorde con la naturaleza, de manera que, en la medida que depende de los dioses, de sus comunicaciones, de sus socorros y de sus inspiraciones, nada impedía ya que viviera de acuerdo con la naturaleza, y si continúo todavía lejos de este ideal, es culpa mía por no observar las sugerencias de los dioses y a duras penas sus enseñanzas; la resistencia de mi cuerpo durante largo tiempo en una vida de estas características; el no haber tocado ni a Benedicta ni a Teódoto, e incluso, más tarde, víctima de pasiones amorosas, haber curado; el no haberme excedido nunca con Rústico, a pesar de las frecuentes disputas, de lo que me habría arrepentido; el hecho de que mi madre, que debía morir joven, viviera, sin embargo, conmigo sus últimos años; el hecho de que cuantas veces quise socorrer a un pobre o necesitado de otra cosa, jamás oí decir que no tenía dinero disponible; el no haber caído yo mismo en una necesidad semejante como para reclamar ayuda ajena; el tener una esposa de tales cualidades: tan obediente, tan cariñosa, tan sencilla; el haber conseguido fácilmente para mis hijos educadores adecuados; el haber recibido, a través de sueños, remedios, sobre todo para no escupir sangre y evitar los mareos, y lo de Gaeta, a modo de oráculo; el no haber caído, cuando me aficioné a la filosofía, en manos de un sofista ni haberme entretenido en el análisis de autores o de silogismos ni ocuparme a fondo de los fenómenos celestes. Todo esto «requiere ayudas de los dioses y de la Fortuna».

lunes, 28 de julio de 2008

Miscelanea de poesía 3


DECÍDME CÓMO ES EL AMOR

Unos dicen que el amor es un niño
y otros dicen que es un pájaro,
unos dicen que es lo que mueve el mundo,
y otros dicen que eso es absurdo,
y cuando le pregunté al vecino de al lado,
que parecía como si lo supiese,
su mujer se enfadó mucho
y me dijo que no iba a sacar nada.

¿Se parece acaso a una pijama,
o al jamón de las clínicas de reposo?
¿Su olor recuerda a las llamas
o es un olor reconfortante?
¿Tiene espinas como un seto,
o es blando como pelusa de edredón?
¿Es afilado o tiene el borde suave?
Venga, decidme cómo es el amor.

Nuestros libros de historia se refieren a él
con notas minúsculas y crípticas ,
es un tema bastante habitual en
los barcos trasatlánticos;
he encontrado menciones al asunto
en relatos de suicidios,
e incluso lo he visto escrito
en contracubiertas de guías ferroviarias.

¿Aúlla como un pastor alemán hambriento
o retruena como una banda de ejército?
¿Alguien puede hacerme una buena imitación
con una sierra o con un Steinway Grand?
¿Cuándo canta en las fiestas la arma?
¿Sólo se dedica a los clásicos?
¿Se calla cuando uno quiere silencio?
Venga, decidme cómo es el amor.

Miré en el cenador
allí tampoco estaba.
Probé en el Támesis, cerca de Maidenhead,
Y en el aire tonificante de Brighton.
No sé lo que canta el mirlo
ni lo que decía el tulipán,
pero no estaba en el gallinero
ni debajo de la cama.

¿Puede hacer muecas extrañas?
¿Se marea con los balanceos?
¿Se pasa el día en las carreras
o haciendo chanchullos con alambres?
¿Tiene su propias ideas sobre el dinero?
¿Es lo bastante patriótico?
¿Sus chistes son vulgares pero divertidos?
Venga, decidme cómo es el amor.

Cuando venga, ¿será sin avisar?
mientras me esté hurgando la nariz?
¿Llamará a mi puerta por la mañana
o me pisará un dedo en el autobús?
¿Será como cuando cambia el tiempo?
¿Saludará con cortesía o sin educación?
¿Cambiará mi vida a fin de cuentas?
Venga, decidme cómo es el amor.


W. H. AUDEN (Inglaterra)



*


Esas hojas hijo que vimos hoy en el parque son de caucho
Te digo esto para no hablarte de dolorosos cuentecitos
Prefiero que el cielo te posea
Ya no sé qué hacer de tanto amarte
En ti no opera la cosmología
Esas tetillas rosadas nunca morirán
Eres de jabón
La cantidad de alambre que envuelves es infinita

Tu rostro es un paisaje
Sabes a perejil
Hueles a mamey
Miras como Rimbaud
Llevas en la nariz a Dios
Tienes siete años amarillos
Inventaste la risa
y vuelas



Darío Lemos (Colombia)




La letra y su crímen


Mi gloria no consiste
en podrirme en los salones.

César Dávila Andrade


La muerte canta
hasta romperse la garganta.




1.

La letra y su crimen
Se confabulan
Para que me desangre
Mientras el misterio revela
Lo que la luz oculta

2.

Soy un animal de la noche
Que atraviesa el día
Como quien se traga una
Hoguera


3.

En venta lo que los judíos
no alcanzaron a vender.

Rimbaud


El horizonte se desangra
En los ojos del comerciante.

4.

Con hilos de sangre
La tejedora
Borda el sudario
del
Hijo asesinado

5.

Al saltar desde
El palacio sangriento
Hacia el prostíbulo de ratas
Quedé en flotación
En una interzona de
Laberintos de luz

6.

Vamos llegando a
Los abismos ígneos
a
Los lagos de flama
donde
Peces de alcohol danzan
acordes de
Los soles evaporados

7.

Todo se derrumba
Los emblemas de la muerte
Se erigen sobre
Patíbulos de rosas
que son
Los orinales de
Papas políticos
Comerciantes
sicarios
putas y tombos

8.

Los muertos reclaman
su voz
A través de ésta palabra
por la que
El girasol de huesos
se mueve
a ritmo de
Colibrí disolviéndose en
Cielo de ácido

9.

El ojo es
La zona oscura
Necesaria a la luz
Para que la
visión
sea


10.

El lenguaje es
Catastrófico

Mucho más
cuando vibra
en cantos
entonados desde
las cúspides
de la poesía


11.

Para la muerte
mi risa:
Rictus lunar
del
Girasol sonámbulo


12.

De todo éste devenir
entre putas
gamínes y criminales

-Intoxicado de mundo-

Queda un pellejo
y un corazón maltrecho

La repugnante
Ley del crimen
Marca el paso


13.

El mundo es lo que
se interpone.

Macedonio Fernández

Eso que Jaime Saenz experimenta
en su cuerpo
(Gracias al alcohol
como vía de conocimiento)
Y que él llama:
El otro lado de la Noche
Se ha instalado en mi
médula
Y ya no estoy en el mundo
Aunque el mundo
sea yo


14.

En ésta ciudad olvidan
que muero
Si a mi oscura maravilla
No la ilumina la luz de
mis cómplices

Acariciando el aire
Con sus dedos de musgo
Acariciando el aire
Con una tonada
en la que se solaza
la bestia que en mí se abate

¡Ah!
El cielo malva
Mi cansancio de la tierra
Y la vana obsesión con
las palabras



Jairo Guzmán (Colombia)




Tanguedia


Recuerdo su falda desgastada,
pero sus piernas eran bellas.
La calle pequeña, su casa
de ladrillo burdo.
Recuerdo el olor a fritanga
aquellas noches de domingo
sentados en la acera.

El barrio titilaba
mientras nos despedíamos.

Hoy no sé dónde vive
(si vive)
y es otra la ciudad,
entra la noche.


Pedro Arturo Estrada (Colombia)


miércoles, 23 de julio de 2008

Creación desde los talleres literarios de Medellín. Felipe Castaño

En Santa Elena


Le digo que no le pegue a su mujer
él me mira y me saca un revólver
me apunta
lo mato?, pregunta
ella amoratada lo besa y lo abraza
mientras yo me orino en los pantalones.


Cucaracha

Me mira, la veo
se queda quieta
aún me observa

Todavía no se mueve
ni yo tampoco...

Cuando ella menos piensa, crash

Tengo que limpiar mis zapatos.


Gallinazo

¡Vuela alto,
emblema nacional!
Extiende tus potentes
alas al sol.

Ronda tu carroña
con atención,
pelea por tu parte
cual padre de la patria…

Que aunque te llamen indigna,
sucia , pestilente

¡te nos pareces tanto!


Pa tí

Quisiera que estuvieras conmigo,
en todos mis múltiples futuros.


Felipe Castaño (Medellín). Es miembro activo del taller literario de la biblioteca José Felix de Restrepo.

lunes, 21 de julio de 2008

Proposiciones sobre la muerte de Dios. Georges Bataille


8. El tiempo extático no puede encontrarse más que en la visión de las cosas que el azar pueril hace sobrevenir bruscamente: cadáveres, desnudeces, explosiones, sangre derramada, abismos, estallido del sol y del trueno.

9. La guerra, en la medida en que es voluntad de asegurar la perennidad de una nación, la nación que es soberanía y exigencia de inalterabilidad, la autoridad de derecho divino y Dios mismo representan la obstinación desesperada del hombre por oponerse al poder exuberante del tiempo y encontrar la seguridad en una erección inmóvil y cercana al sueño. La existencia nacional y militar están presentes en el mundo para intentar negar la muerte reduciéndola a uno de los componentes de una gloria sin angustia. La nación y el ejército separan profundamente al hombre de un universo librado al gasto perdido y a la explosión incondicional de sus partes: profundamente, al menos en la medida en que las precarias victorias de la avaricia humana son posibles.

10. La Revolución no debe ser considerada solamente en sus circunstancias concientes y abiertamente conocidas, sino en su apariencia brutal, sea la obra de puritanos, de enciclopedistas, de marxistas o de anarquistas. La Revolución en su existencia histórica significativa, que domina todavía a la civilización actual, se manifiesta a ojos de un mundo mudo de miedo como la explosión repentina de motines sin límites. La autoridad divina, por obra de la Revolución, deja de fundar el poder: la autoridad no pertenece más a Dios sino al tiempo, cuya exuberancia libre condena a los reyes a la muerte, al tiempo encarnado hoy en el tumulto explosivo de los pueblos. En el fascismo mismo, la autoridad se redujo a fundarse sobre una pretendida revolución, homenaje hipócrita y obligado a la única autoridad que se imponía, la del cambio catastrófico.

11. Dios, los reyes y su secuela se interpusieron entre los hombres y la Tierra de la misma manera que el padre frente al hijo es un obstáculo para la violación y la posesión de la Madre. La historia económica de los tiempos modernos está dominada por la tentativa épica, pero decepcionante, de los hombres que se encarnizan en arrancar su riqueza a la Tierra. La Tierra fue vaciada, pero del interior de su vientre lo que los hombres extrajeron fue antes que nada el hierro y el fuego, con los cuales no dejan de destriparse entre sí. La incandescencia interior de la Tierra no explota solamente en el cráter de los volcanes: enrojece y escupe la muerte con sus humaredas en la metalurgia de todos los países.

12. La realidad incandescente del vientre materno de la Tierra no puede ser tocada ni poseída por quienes la desconocen. El desconocimiento de la Tierra, el olvido del astro sobre el cual viven, la ignorancia de la naturaleza de las riquezas, es decir, de la incandescencia que está encerrada en el astro, hicieron del hombre una existencia a merced de las mercancías que produce, y cuya parte más importante está consagrada a la muerte. En tanto los hombres olviden la verdadera naturaleza de la vida terrestre que exige la embriaguez extática y el estallido, esta naturaleza no podrá ser objeto de la atención de los contadores y de los economistas de cualquier partido, más que abandonándolos a los resultados más definitivos de su contabilidad y de su economía.

13. Los hombres no saben disfrutar libremente y con prodigalidad de la Tierra y sus productos: la Tierra y sus productos no se prodigan y no se liberan sin medida más que para destruir. La guerra languideciente, tal como lo ha ordenado la economía moderna, enseña también el sentido de la Tierra, pero lo enseña a renegados cuya cabeza está repleta de cálculos y de consideraciones de corto alcance, y ésta es la razón por la cual lo enseña con una ausencia de corazón y una rabia deprimentes. En el carácter desmesurado y desgarrador de la catástrofe sin objetivo que es la guerra actual, nos es sin embargo posible reconocer la inmensidad explosiva del tiempo: la Tierra-madre sigue siendo la vieja divinidad ctónica, pero con las multitudes humanas hace también desmoronarse al dios del cielo en un clamor sin fin.

14. La búsqueda de Dios, de la ausencia de movimiento, de la tranquilidad, es el temor que hizo entrar en la sombra toda tentativa de comunidad universal. El corazón del hombre no está inquieto solamente hasta el momento en el que descansa en Dios: la universalidad de Dios sigue siendo todavía, para él, una fuente de inquietud y el apaciguamiento no se produce más que si Dios se deja encerrar en el aislamiento y en la permanencia profundamente inmóvil de la existencia militar de un grupo. Porque la existencia universal es ilimitada y por ello sin reposo: no encierra la vida sobre sí misma sino que la abre y la vuelve a arrojar en la inquietud del infinito. La existencia universal, eternamente inacabada, acéfala, un mundo semejante a una herida que sangra, que crea y que destruye sin cesar a los seres particulares finitos: es en este sentido que la verdadera universalidad es la muerte de Dios.

martes, 15 de julio de 2008

Curso de filosofía positiva (fragmento). Augusto Comte


" La etapa teológica, en la que la mente humana, orientando su búsqueda a la naturaleza del ser, a las causas primeras y finales de todos los efectos que contempla, en una palabra, al conocimiento absoluto, ve los fenómenos como productos de la acción directa y continua de agentes sobrenaturales más o menos numerosos, cuya intervención arbitraria explica todas las aparentes anomalías del universo.


La etapa positiva, en donde la mente humana, reconociendo la imposibilidad de alcanzar conceptos absolutos, abandona la búsqueda del origen y el destino del universo, y de las causas internas de los fenómenos y se limita al descubrimiento, por medio de la razón y la observación combinadas, de las leyes que gobiernan la secuencia y la semejanza de los fenómenos. La explicación de los hechos, ahora reducidos a sus términos reales, consiste en el establecimiento de una relación entre varios fenómenos particulares y unos cuantos hechos generales, que disminuyen en número con el progreso de la ciencia. "

domingo, 13 de julio de 2008

Fragmentos de Heráclito


Muerte es cuantas cosas vemos al despertar, sueño cuantas vemos al dormir.


Fases del fuego: en primer lugar, mar; del mar, la mitad tierra y la mitad torbellino ígneo. El mar se dispersa y es medido con la misma razón que había antes de que se generase la tierra.


Para las almas es muerte convertirse en agua; para el agua es muerte convertirse en tierra; pero de la tierra nace el agua y del agua el alma.


Mucha erudición no enseña comprensión; si no, se la habría enseñado a Hesíodo y a Pitágoras y, a su turno, tanto a Jenófanes como a Hecateo.


El comprender es la suprema perfección, y la verdadera sabiduría hablar y obrar según la naturaleza, estando atentos.


Los cerdos se regocijan más en el cieno que en agua limpia.


Los que duermen son hacedores y colaboradores de lo que sucede en el mundo.


El carácter es para el hombre su demonio.


El Señor, cuyo oráculo está en Delfos, no dice ni oculta, sino indica por medio de signos.


Si no hicieran la procesión a Dioniso y cantaran el himno a las partes impúdicas, procederían del modo más irreverente, pero son lo mismo Hades y Dioniso; por ello enloquecen y celebran bacanales.

Miscelanea de poesía 2


Una bandera señala el lugar
¡Y qué tienda elegante! El vino
es el mejor de los alrededores
y la medida siempre justa.
¿Y te quejas de las ventas escasas?
¿No será culpa de los perros
que al cliente que llega le clavan
los colmillos en los talones?

Han-shan (China)


Ifigenia

No hablé
a ningún dios

nada me ha sido dado
escucharles

sin embargo
todo en mí

sobre esta piedra
les pertenece.


Lucía Estrada (Colombia)



Mil hombres

Mil hombres han cruzado esta puerta
pero no por un milagro las sábanas se conservan
limpias.
El mismísimo Dios creó la camarera que tiende
y brilla
su cama de bronce como un trono.

He aquí la blanca pista de los perdedores
donde el fantasma del amor no se atreve a
danzar
por frágiles hielos


Mirad por un momento esta fugaz visión del
hombre acabado.
Aún son rojos sus labios cuando besa la puta
más hermosa del pueblo.


Héctor Ignacio Rodríguez (Colombia)



Domingo

El avión teje los hilos telegráficos
y la fuente canta la misma canción
En la cita de los cocheros el aperitivo
es anaranjado
pero los maquinistas de las locomotoras
tienen los ojos blancos
la señora ha perdido su sonrisa en los bosques

Philippe Soupault (Francia)


Literatura

Hoy quisiera escribir hermosos versos
como aquellos que en la escuela leía
eso me ponía al revés los sueños
quizá también yo sea un tanto loco

Pero contar palabras juntar sílabas
me parece cosa aburrida obra de hormiga
perderé mi latín mi chino mi árabe
y hasta el sueño mi solícito amigo

Como hablo escribiré y mala suerte
si desde la penumbra algún gramático
quisiera con despecho condenarme
otra ciencia hay y pudo confundirlo


Robert Desnos (Francia)


Altura y pelos

¿Quién no tiene su vestido azul?
¿Quién no almuerza y no toma el tranvía,
con su cigarrillo contratado y su dolor de bolsillo?
¡Yo que tan sólo he nacido!
¡Yo que tan sólo he nacido!

¿Quién no escribe una carta?
¿Quién no habla de un asunto muy importante,
muriendo de costumbre y llorando de oído?
¡Yo que tan sólo he nacido!
¡Yo que tan sólo he nacido!

¿Quién no se llama Carlos o cualquier cosa?
¿Quién al gato no dice gato gato?
¡Ay, yo que sólo he nacido solamente!
¡Ay, yo que sólo he nacido solamente!


César Vallejo (Perú)



Stanza

unos cascos de limón
contra las sienes de la fiebre se frotarán.
sus cáscaras marchitas por olvidos, por recuerdos,
en el suelo simple, ahora,
y llanamente testimonian el vacío.


Amílcar Osorio (Colombia)



Concierto de Rock en el Vaticano


Extraña mujer ha llegado a mi vida.
Tiene la nariz de Atenea
esculpida por Fidias.
La mirada de Greta Garbo
buscando amor en el blanco telón de un cinematógrafo
y canta con la sensualidad de Madonna.
Me dice: Espérame ya regreso,
debo dar un concierto de rock en el Vaticano.
Es verdad. Veo el concierto por televisión.
Las once mil vírgenes gritan histéricas
desgarrando sus vestiduras.
Esta extraña mujer se pasea por todas las habitaciones, desnuda.
Fuma marihuana, desnuda.
Baila sobre mi libro preferido: “Histoire d´O”, desnuda.
Cansada la acuesto
y tengo que besarle las nalgas para que se quede dormida.
Ella, en cambio, no besa, muerde.
Mi cuerpo está lleno de cicatrices.
Cuando me desea, no dice: “Ven, penétrame”.
Comienza a rugir como una leona en celo.
Antes de que saque las garras y me devore
me le monto encima.
Y así nos quedamos meses enteros haciendo el amor.
Hasta que el Papa la manda a llamar
para que dé otro concierto de Rock en el Vaticano.


Elmo Valencia (Colombia)


miércoles, 9 de julio de 2008

Los versos de oro de Pitágoras de Samos


1
Honra, en primer lugar, y venera a los dioses inmortales, a cada uno de acuerdo a su rango. Respeta luego el juramento, y reverencia a los héroes ilustres, y también a los genios subterráneos: cumplirás así lo que las leyes mandan. Honra luego a tus padres y a tus parientes de sangre. Y de los demás, hazte amigo del que descuella en virtud.


4
Compenétrate en cumplir estos preceptos, pero atiénete a dominarante todo las necesidades de tu estómago y de tu sueño, después los arranques de tus apetitos y de tu ira.


8
De los sufrimientos que caben a los mortales por divino designio, la parte que a ti corresponde, sopórtala sin indignación; pero es legítimo que le busques remedio en la medida de tus fuerzas; porque no son tantas las desgracias que caen sobre los hombres buenos.

9
Muchas son las voces, unas indignas, otras nobles, que vienen a herir el oído: Que no te turben ni tampoco te vuelvas para no oírlas. Cuando oigas una mentira, sopórtalo con calma.


13
Tampoco descuides tu salud, ten moderación en el comer o el beber, y en la ejercitación del cuerpo. Por moderación entiendo lo que no te haga daño. Acostúmbrate a una vida sana sin molicie, y guárdate de lo que pueda atraer la envidia.

14
No seas disipado en tus gastos como hacen los que ignoran lo que es honradez, pero no por ello dejes de ser generoso: nada hay mejor que la mesura en todas las cosas.

15
Haz pues lo que no te dañe, y reflexiona antes de actuar. Y no dejes que el dulce sueño se apodere de tus lánguidos ojos sin antes haber repasado lo que has hecho en el día:"¿En qué he fallado? ¿Qué he hecho? ¿Qué deber he dejado de cumplir? "Comienza del comienzoy recórrelo todo, y repróchate los errores y alégrente los aciertos.


17
Conocerás a los hombres, víctimas de los males que ellos mismos se imponen, ciegos a los bienes que les rodean, que no oyen ni ven: son pocos los que saben librarse de la desgracia. Tal es el destino que estorba el espíritu de los mortales, como cuentas infantiles ruedan de un lado a otro, oprimidos por males innumerables: porque sin advertirlo los castiga la Discordia, su natural y triste compañera, a la que no hay que provocar, sino cederle el paso y huir de ella.

18

¡Oh padre Zeus! ¡De cuántos males no librarías a los hombres si tan sólo les hicieras ver a qué demonio obedecen!

martes, 8 de julio de 2008

Henri Michaux (Bélgica)


HE NACIDO AGUJEREADO

Sopla un viento tremendo,
No es sino un pequeño agujero en mi pecho,
pero sopla en él un viento tremendo.
Pueblecito de Quito, tú no eres para mí.
Yo necesito odio, y envidia; ésta es mi salud.
Es una gran ciudad la que necesito.
Un gran consumo de envidia.
No es sino un pequeño agujero en mi pecho,
pero sopla en él un viento tremendo,
En el agujero hay odio (siempre), espanto también e impotencia.
Hay impotencia y el viento está cargado de ella;
fuerte como los torbellinos,
rompería una aguja de acero,
y no es más que un viento sin embargo, un vacío.
¡Caiga la maldición sobre toda la tierra, sobre toda la civilización,
sobre todos los seres en la superficie de todos los planetas, a causa de este vacío!
Un señor crítico ha dicho que yo no alimentaba odio.
Este vacío, he ahí mi respuesta.
¡Qué mal se está, ay, en mi pellejo!
Siento la necesidad de llorar sobre el pan de lujo de la dominación y del amor,
sobre el pan de gloria que está afuera.
Siento la necesidad de mirar por el cuadro de la ventana,
que está vacío como yo, que no se alimenta de nada,
Dije llorar; no, es un barreno a frío, que barrena,
barrena incansablemente,
como sobre una viga de haya en la que 200 generaciones de gusanos se hubiesen legado esta herencia; "barrena, barrena..."
Esto ocurre a la izquierda, no digo que sea el corazón,
Digo agujero, y no digo más, es rabia y contra ella no puedo,
Tengo siete u ocho sentidos. Uno de ellos: el sentido de lo que falta.
Lo toco y lo palpo como se palpa una madera,
una madera que sería más bien una gran selva de esas que ya no se ven en Europa
desde hace mucho.
Y esto es mi vida, mi vida en medio del vacío.
Si este vacío desaparece, yo me busco, enloquezco y eso es todavía peor.
Yo me he construido sobre una columna ausente.
¿Qué habría dicho el Cristo si hubiese estado hecho de este modo?
Hay algunas de estas enfermedades que, si se las cura, no le dejan nada al hombre.
Muere pronto, era demasiado tarde.
¿Puede acaso una mujer contentarse solamente con odio?
Si es así, amadme, amadme mucho y no dejéis de decírmelo,
y que alguna de vosotras me escriba.
¿Pero qué significa este ínfimo ser?
Casi no lo había advertido,
Ni dos nalgas ni un gran corazón pueden llenar mi vacío,
Ni ojos llenos de Inglaterra y de ensueños, como suele decirse.
Ni una voz cantante que dijese completivo y calor.
Los estremecimientos encuentran en mí un frío siempre alerta.
Mi vacío es un gran glotón, gran moledor, gran aniquilador.
Mi vacío es algodón y silencio,
Silencio que todo lo detiene.
Un silencio de estrellas,
Y aunque ese agujero es profundo carece totalmente de forma.
Las palabras no lo encuentran,
chapotean a su alrededor,
Siempre he admirado a esos que por creerse revolucionarios se consideraban hermanos.
Hablaban los unos de los otros con emoción; chorreaban como sopa.
Eso no es odio, amigos míos, eso es gelatina.
El odio es siempre duro,
hiere a los demás,
pero también desgarra al hombre en su interior,
continuamente.
Es el reverso del odio,
Y no hay nada que hacer. No hay nada que hacer.


2 poemas de Devora Dante (Colombia)

No son anzuelos mis pechos
ni telarañas mis caderas.
Te vas cuando se acaba
te sueltas cuando quieras.
Son rojos mis labios
que queman como una hoguera.
Si quieres puedes entrar
y beber de mis hechizos.
Necesitas amarme
y pedirme que te quiera.
Es sólo juego de pieles
dulces quimeras
que se entregan en la noche
que se viven con cualquiera.
Nadie habrá de morirse
el día de la despedida.
Somos aves de paso
flores de un día
sólo fuego que se olvida.


*
Invoco a los dioses del olvido
que no recuerde su amor inteligible.
Borren de mi memoria su sonrisa.
El sabor de mi boca en sus labios.
Su piel en mis dedos.
Dioses del olvido
borren su historia mal contada.
Que no abrace su recuerdo
fundido en la nostalgia.
Borren el dolor que me ha enseñado.
Les ofrezco toda mi memoria.

miércoles, 2 de julio de 2008

Diccionario del diablo de Ambrose Bierce



Ambición, s. Deseo obsesivo de ser calumniado por los enemigos en vida, y ridiculizado por los amigos después de la muerte.
Amistad, s. Barco lo bastante grande como para llevar a dos con buen tiempo, pero a uno solo en caso de tormenta.
Bautismo, s. Rito sagrado de tal eficacia que aquel que entra en el cielo sin haberlo recibido, será desdichado por toda la eternidad. Se realiza con agua, de dos modos: por inmersión o zambullida, y por aspersión o salpicadura. Si la inmersión es mejor que la aspersión, es algo que los inmergidos y los asperjados deben resolver consultando la Biblia y comparando sus respectivos resfríos.
Cáñamo, s. Planta con cuya corteza fibrosa se hacen collares, que suelen usarse al aire libre en una ceremonia precedida de oratoria; el que se pone uno de esos collares, deja de tener frío.
Circo, s. Lugar donde se permite a caballos, "ponies" y elefantes contemplar a los hombres, mujeres y niños en el papel de tontos.
Funeral, s. Ceremonia mediante la que demostramos nuestro respeto por los muertos enriqueciendo al sepulturero, y refirmamos nuestra congoja mediante gastos que ahondan nuestros gemidos y duplican nuestras lágrimas.
Paraíso, s. Lugar donde los malvados cesan de perturbarnos hablando de sus asuntos personales, y los buenos escuchan con atención mientras exponemos los nuestros.
Pesimismo, s. Filosofía impuesta al observador por el desalentador predominio del optimista, con su esperanza de espantapájaros y su abominable sonrisa.
Político, s. Anguila en el fango primigenio sobre el que se erige la superestructura de la sociedad organizada. Cuando agita la cola, suele confundirse y creer que tiembla el edificio. Comparado con el estadista, padece la desventaja de estar vivo.
Puerco, s. Animal (Porcus Omnívorus) estrechamente emparentado con la raza humana por el esplendor y vivacidad de su apetito, que, sin embargo, es menos amplio, pues retrocede frente al cerdo.
Salamandra, s. Originariamente, reptil que habitaba el fuego; después, inmortal antropomorfo, igualmente pirófilo. Se cree que las salamandras se han extinguido; la última de que tenemos noticias fue vista en Carcasonne por el padre de Belloc, quien la exorcisó con un balde de agua bendita.