Oh, tú, el más sabio y el más bello de los ángeles,
dios traicionado por la suerte y privado de alabanzas!
Oh, príncipe del exilio, a quien se le ha hecho un agravio,
y que, vencido, siempre te levantas más fuerte,
Tú que lo sabes todo, gran rey de las cosas subterráneas,
sanador familiar de las angustias humanas,
Tú que, lo mismo a los leprosos que a los parias malditos,
enseñas por el amor el gusto del Paraíso,
Tú que de la muerte, tu vieja y fuerte amante,
engendras la esperanza -¡una loca encantadora!
No hay comentarios:
Publicar un comentario