Prueba
del principio vital (Fedón, 104e- 105d)
— He aquí
lo que queríamos sentar como base; que hay ciertas cosas, que, no siendo
contrarias a otras, las excluyen, lo mismo que si fuesen contrarias, como el
tres que aunque no es contrario al número par, no lo consiente, lo desecha;
como el dos, que lleva siempre consigo algo contrario al número impar; como el
fuego, el frío y muchas otras. Mira ahora, si admitirías tú la siguiente
definición: no sólo lo contrario no consiente su contrario, sino que todo lo
que lleva consigo un contrario, al comunicarse con otra cosa, no consiente nada
que sea contrario al contrario que lleva en sí.
Piénsalo
bien, porque no se pierde el tiempo en repetirlo muchas veces. El cinco no será
nunca compatible con la idea de par; como el diez, que es dos veces aquel, no
lo será nunca con la idea de impar; y este dos, aunque su contraria no sea la
idea de lo impar, no admitirá, sin embargo, la idea de lo impar, como no
consentirán nunca idea de lo entero las tres cuartas partes, la tercera parte,
ni las demás fracciones; si es cosa que me has entendido y estás de acuerdo
conmigo en este punto.
Ahora
bien; voy a reasumir mis primeras preguntas: y tú, al responderme, me
contestarás, no en forma idéntica a ellas, sino en forma diferente, según el
ejemplo que voy a ponerte; porque además de la manera de responder que hemos
usado, que es segura, hay otra que no lo es menos; puesto que si me preguntases
qué es lo que produce el calor en los cuerpos, yo no te daría la respuesta,
segura sí, pero necia, de que es el calor; sino que, de lo que acabamos de
decir, deduciría una respuesta más acertada, y te diría: es el fuego; y si me
preguntas qué es lo que hace que el cuerpo esté enfermo, te respondería que no
es la enfermedad, sino la fiebre. Si me preguntas qué es lo que constituye lo
impar, no te responderé la imparidad, sino la unidad; y así de las demás cosas.
Mira si entiendes suficientemente lo que quiero decirte.
— Te
entiendo perfectamente.
—
Respóndeme, pues, continuó Sócrates. ¿Qué es lo que hace que el cuerpo esté
vivo?
— Es el
alma.
— ¿Sucede
así constantemente?
— ¿Cómo
no ha de suceder?, dijo Cebes.
— ¿El
alma lleva, por consiguiente, consigo la vida a donde quiera que ella va?
— Es
cierto.
— ¿Hay
algo contrario a la vida, o no hay nada?
— Si, hay
alguna cosa.
— ¿Qué
cosa?
— La muerte.
— El
alma, por consiguiente, no consentirá nunca lo que es contrario a lo que lleva
siempre consigo. Esto se deduce rigurosamente de nuestros principios.
— La
consecuencia es indeclinable, dijo Cebes.
— Pero,
¿cómo llamamos a lo que no consiente nunca la idea de lo par?
— Lo
impar.
— ¿Cómo
llamamos a lo que no consiente nunca la justicia, y a lo que no consiente nunca
el orden?
— La
injusticia y el desorden.
— Sea
así: y a lo que no consiente nunca la muerte, ¿cómo lo llamamos?
— Lo
inmortal.
— El
alma, ¿no consiente la muerte?
— No.
— El alma
es, por consiguiente, inmortal.
—
Inmortal.
—
¿Diremos que esto está demostrado, o falta algo a la demostración?
— Está
suficientemente demostrado, Sócrates.
...
—
Precisamente tiene que decirse lo mismo de lo que es inmortal. Si lo que es
inmortal no puede perecer jamás, por mucho que la muerte se aproxime al alma,
es absolutamente imposible que el alma muera; porque, según acabamos de ver, el
alma no recibirá nunca en sí la muerte, jamás morirá; así como el tres, y lo
mismo cualquiera otro número impar, no puede nunca ser par; como el fuego no
puede ser nunca frío, ni el calor del fuego convertirse en frío. Alguno me dirá
quizá: en que lo impar no puede convertirse en par por el advenimiento de lo
par, estamos conformes; ¿pero qué obsta para que, si lo impar llega a perecer,
lo par ocupe su lugar? A esta objeción yo no podría responder que lo impar no
perece, si lo impar no es imperecible. Pero si le hubiéramos declarado
imperecible, sostendríamos con razón que siempre que se presentase lo par, el
tres y lo impar se retirarían, pero de ninguna manera perecerían; y lo mismo
diríamos del fuego, de lo caliente y de otras cosas semejantes. ¿No es así?
—
Seguramente, dijo Cebes.
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