domingo, 23 de diciembre de 2012
Tres poemas de William B. Yeats
Aedh desea las vestiduras del cielo
Si tuviera las vestiduras bordadas del cielo,
entretejidas de luz dorada y color plata,
las azules, las opacas, las oscuras
vestiduras de la noche y la luz y la penumbra,
tendería a tus pies las vestiduras:
pero, siendo pobre, sólo tengo mis sueños;
he tendido mis sueños a tus pies;
pisa suavemente, pues caminas sobre mis sueños.
La máscara
“Quítate esa máscara de oro en llamas
con ojos de esmeralda”.
“Oh, no, querido, te atreves tanto
para ver si es sabio o salvaje el corazón
Y no es frío sin embargo”.
“Solo quiero encontrar lo que allí hay,
Si el amor o el engaño”.
“Fue la máscara lo que ocupó tu mente
Y puso a latir tu corazón después,
no lo que hay tras ella”.
“Pero a menos que seas mi enemiga,
yo debo indagar”.
“Oh, no, querido, olvida todo eso.
¿Qué importa que haya solo fuego
en ti, en mí?”
Libélula
Para que no se hunda la civilización
y pierda su gran batalla,
calla al perro y ata el caballo
de una estaca bien lejos:
nuestro señor el César está en su tienda
ante los mapas desplegados,
sus ojos fijos en la nada,
su cabeza apoyada en la mano.
Como una libélula en el río,
Su mente se mueve en el silencio.
Para que las torres sin cúspide ardan
y los hombres recuerden tu rostro,
muévete suavemente, si has de moverte
en este paraje solitario.
Piensa, mujer en una parte, niña en tres,
que nadie observa. Con sus pies
practica un rastreado chapucero
que aprendió en la calle.
Como una libélula en el río,
Su mente se mueve en el silencio.
Para que las púberes encuentren
al primer Adán con que soñaron,
cierra la puerta de la capilla del papa
y no dejes entrar a los niños.
En ese andamio se inclina Miguel Ángel.
Haciendo menos ruido que un ratón
Su mano se mueve de aquí para allá.
Como una libélula en el río,
Su mente se mueve en el silencio.
Tomados de:
PROMETEO
Revista Latinoamericana de Poesía
Número 93. Noviembre de 2012.
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