Vino el mal y calzó perfectamente
en mí
como una perversa lucidez.
en mí
como una perversa lucidez.
Mis ojos vieron cómo se desata
el rencor
en todas las cosas. Todo
se tuerce
como la boca de la gente, o se agesta
como la boca de la gente, o se agesta
o se va de uno. Se van
la cuchara de mi mesa, mi mesa, mi
casa,
las calles, la ciudad, mi patria,
y quedo yo solo
cada día, cerca de los cerdos, abrazado
a esta piedra / que no ama.
Por eso lloro y me revuelco ante ti.
Dame
de tu infinito aire de salud.
Cúrame,
pero no totalmente,
déjame un pelo del demonio en la
mirada:
el mundo merece sospecha
siempre .
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