No es casualidad que las distintas épocas que ha vivido la salsa durante las últimas cuatro décadas coincidan con las diferentes etapas por las que pasó la orquesta del reconocido bajista Bobby Valentín (Orocovis, Puerto Rico, 1941). Este salsero siempre supo innovar con ritmos que anticiparon los giros que tomaba la música afroantillana.
Así, mientras que con Marvin Santiago como cantante llevaba a la salsa brava a episodios memorables, con Cano Estremera se volvía pionero de la salsa progresiva y elegante de los ochenta. Forjado en el gigante Fania, nunca abandonó su libertad musical, ni cuando prefirió volver a la “isla del encanto”, así el núcleo del boom de los setentas fuera Nueva York.
El rey del bajo se presenta este sábado en Medellín junto a la Típica 73. Antes de participar en el Medejazz, dialogó con EL COLOMBIANO sobre su carrera.
¿Cómo inicia en la música?
“Inicié en tríos porque lo primero que aprendí fue a tocar la guitarra. Cuando me llamó la atención estudiar la trompeta, tomé lo básico. Ahí fue cuando me fui directamente a Nueva York, y me sorprendieron las grandes orquestas como la de Machito, Tito Rodríguez, Tito Puente, Joe Quijano. Tuve la oportunidad de escuchar y compartir con todos ellos, los distintos ritmos caribeños que hoy llaman salsa. Tras echar la música de tríos a un lado —sin que me dejara de gustar—, estos ritmos afroantillanos me dieron la oportunidad de viajar por el mundo y de progresar en mi carrera”.
¿Usted comenzó tocando la trompeta?
“Comencé con la guitarra, pero en la trompeta tuve la oportunidad de tocar con grupos como el de Joe Quijano, Charlie Palmieri, Willie Rosario, y Tito Rodríguezen el año 63. Con Louie Ramírez empecé a hacer muchas actividades. Hasta incluso en el primer disco de las Estrellas de Fania tuve la oportunidad de tocar trompeta. Al ser más guitarrista me dediqué de lleno a tocar el bajo ya en el año 70. Mucha gente no sabe que yo tuve varios años como trompetista”.
De todas esas figuras de los años sesenta que mencionó, ¿a quién le aprendió más?
“Indudablemente a Willie Rosario y Tito Rodríguez. Fueron para mí una escuela y la mayor parte de lo que aplico hoy en día con mi orquesta se lo aprendí a ellos. Igual que de Charlie Palmieri y Joe Quijano. Todos ellos eran muy disciplinados para la música. Yo empecé en Nueva York con 18 años. De ahí hasta que formé mi propia orquesta tenía 25 años, pero ya había pasado jovencito por numerosas orquestas y pude aplicar mi conocimiento”.
¿Le tocó vivir dificultades en esos inicios?
“Fue bien difícil, y más sabiendo que no había las herramientas que hay actualmente. Solo para conseguir una producción discográfica tú tenías que audicionar y hacer tu propia promoción. Yo tenía que ponerme mis discos debajo del brazo para poder promocionarme. Mucho sacrificio y decepciones pasé en ese camino. Si tú no tenías pasión ni fe en lo que estabas haciendo no podías. Pero sí las tenías, no había nada que te frenara”.
También cuenta con la gran suerte de encontrarse con la camada de músicos excepcionales que, junto a usted, después conformarán la Fania All Stars. ¿Cómo entra en ella?
“Me hice muy amigo de Johnny Pacheco, quien me ofreció en el 65 audicionar para la nueva disquera Fania. Reuní los músicos y tocamos en un sitio en el Bronx. Me dijeron ‘te avisamos si una cosa o la otra’. Eso siempre me decían en otras disqueras cuando no me iban a contratar. Pero tuve la suerte de que me llamaron y dijeron ‘nos gustó, estamos interesados. Pasa por la oficina para firmar un contrato’. Fue tan grande la alegría que firmé sin saber que decía el contrato. El tercero en firmar fui yo, después de Pacheco y Larry Harlow”.
¿Cómo conoce e incorpora a soneros como Marvin Santiago?
“Eso ya fue en un momento en que mi orquesta llevaba varios discos. Yo además me había radicado nuevamente en Puerto Rico, alrededor del año 69, 70. Para ese entonces ya había salido un disco como Algo Nuevo / Something New, conFrankie Hernández como cantante, con ‘Huracán’, un temazo de Tite Curet Alonsoque duró como éxito más de seis meses aquí en Puerto Rico. Empezamos a hacer giras y ahí es que Frankie tuvo problemas de adicción. Se tuvo que meter a un sitio aquí que se llama Hogar Crea. Se me hizo difícil conseguir un reemplazo. Audicioné a un sinnúmero de ellos, sin éxito. Hasta que llega Roberto Angleró y me dice ‘yo tengo un muchacho pero está en Chicago. Creo que él viene para Puerto Rico, me gustaría que lo escucharas. Me hizo una audición y yo vi lo jocoso que era (risas), un cantante pero bien sonero, y yo dije ‘este es el que yo necesito’. Después fue de éxito en éxito. Cuando Frankie Hernández sale de rehabilitación, los incorporé a los dos. No quise soltar a ninguno”.
Uno tiene la impresión que usted los veía a Hernández y Santiago como un complemento ideal en la voz, ¿le parece así?
“Sí, ellos tenían su estilo especial y por eso se identificaba muy bien a la orquesta de Bobby Valentín. Siempre he creído que se le debe dar prioridad al músico, pero los cantantes tienen que ir con el estilo de la orquesta. Yo he tenido la suerte de conformar una orquesta bien pesada, y los que tienen que estar al frente tienen que responder. Marvin Santiago y Frankie Hernández se identificaban con nuestro sonido. Como los siguientes, dichos cantantes marcaron épocas en la orquesta”.
Nos gustaría hacer un repaso con usted sobre discos suyos que marcaron la salsa. El primero es Rompecabezas...
“El primer disco en el que participó Marvin Santiago. Ahí está por ejemplo el tema Papel de Payaso, de la autoría de Tite Curet Alonso. Cuando él me trae la composición me dice ‘este tema quiero que lo cante Marvin Santiago’. Todavía lo interpretamos, porque la gente lo pide. Papel de Payaso tiene un mensaje profundo y dramático. Yo diría que refleja las decepciones que puede tener una persona común y corriente. Si me lo piden en Medellín lo toco”.