No entréis aquí, falsarios, santurrones,
hipócritas, rosmones, infautados,
pazguatos, mojigatos, beatones,
santones, salmodiantes, fantasmones,
cilicientos, meapilas, camuflados
pedigüeños, soplones sandaliados,
gorrones frailopines cizañosos,
llevaos vuestros abusos engañosos.
Porque abusos tantos
llenarían mis campos
con vuestra maldad;
y de falsedad
turbarían mis cantos
con abusos tantos.
No entréis aquí, curiales, escribanos
que al pueblo devoráis, jueces, notarios,
fariseos, escribas, ancianos
magistrados que a vuestros parroquianos
como a perros mandáis al capulario.
La horca habrá de ser vuestro salario.
¡Id allí a rebuznar! No hay aquí exceso
que os valga en vuestra curia algún proceso.
Procesos, sesiones,
entre diversiones,
aquí, no proceden.
¡Ojalá se queden
en vuestros cajones
procesos, sesiones!
No entréis aquí, avaros usureros
que amasáis sin cesar, siempre golosos,
rapiñantes sin fin, tragadineros,
groseros jorobetas, tesoreros
que mil marcos juntáis y estáis quejosos.
Atesorad, seguid, no os deis reposo.
Amontonad, poltrones demacrados.
¡Mala muerte os sorprenda así ocupados!
Rostros inhumanos.
Afuera, villanos.
Que aquí dentro estén
no estaría bien;
dejad estos llanos,
rostros inhumanos.
No entréis aquí, torpísimos mastines,
de noche ni a maitines, recelosos,
no provoquéis sediciosos motines
larvas ruines, de Dangier paladines,
Griegos, Latines, más que lobos dañosos;
no entréis aquí, galicosos sarnosos,
los lobanillos llevad a otra guarida,
idos, costrosos, con vuestra honra perdida. [...]
No entréis aquí, torpísimos mastines,
de noche ni a maitines, recelosos,
no provoquéis sediciosos motines
larvas ruines, de Dangier paladines,
Griegos, Latines, más que lobos dañosos;
no entréis aquí, galicosos sarnosos,
los lobanillos llevad a otra guarida,
idos, costrosos, con vuestra honra perdida. [...]
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