Hace ya algún tiempo
que me di cuenta de que, desde mi infancia, había tenido por verdaderas
numerosas opiniones falsas, y que lo construido posteriormente sobre principios
tan poco firmes no podía dejar de ser altamente dudoso e incierto; de modo que
debía emprender seriamente por una vez en mi vida la tarea de deshacerme de
todas las opiniones que había tomado hasta entonces por verdaderas, y comenzar
completamente de nuevo, desde los cimientos, si quería establecer algo firme y
constante en las ciencias. Pero, pareciéndome demasiado grande esta empresa,
esperé a haber alcanzado una edad que fuese lo suficientemente madura como para
no poder esperar otra después de ella que fuese más propicia para ejecutarla;
lo que me ha hecho diferirla tanto que en adelante creería cometer una falta si
encima emplease en deliberar el tiempo que me queda para actuar. Ahora, pues,
que mi espíritu está libre de toda preocupación, y que me he procurado un
reposo tranquilo en una apacible soledad, me aplicaré seriamente y con libertad
a destruir de un modo general todas mis antiguas opiniones.