domingo, 31 de enero de 2010

Rafael Cadenas - Poemas



Pintura de Paul Cézanne


RUTINA

Me fustigo.

Me abro la carne.

Me exhibo sobre un escenario.

Allí no ofrezco el número decisivo.

Devorarme ¡mi gran milicia! pero soy también un armador tenaz.

Sé reunirme pacientemente, usando rudos métodos de ensamblaje.

Conozco mil fórmulas de reparación. Reajustes, atornillamientos, tirones, las manejo todas.

A golpes junto las piezas.

Siempre regreso a mi tamaño natural.

Me deshago, me suprimo, displicente, me borro de un plumazo y vuelvo a montar, montar el carafresca.

(No se trata de rearmar un monstruo, eso es fácil, sino de devolverle a alguien las proporciones.)

Planto mi casa en medio de la locuacidad.

Me reconstruyo con un plano inefable.

Calma. Ya está. Entro a la horma.


IMAGO

Cuando un rostro se vuelve amenazante, lo desdibujo pacientemente.

Empiezo por sus líneas, después me dedico a las sombras y dejo para el final sus sutiles celadas. Sólo trato de desarmar la figura.

Hay que impedir que mire desde su centro dinámico, quitarle ese halo de imán que desquicia, volverlo una mancha.

De noche practico esta cautela. Me acerco al rostro, recuerdo todos los incidentes, tomo un trapo húmedo, ordinario, maligno con el que deshago suavemente el dibujo.

Cuando el cielo vuelve a ser blanco ya no queda nada.

No destruyo el rostro; lo suavizo y me pliego. Aprendo a convivir con él.

Es el recurso basto de quien exagera todas las líneas.

No es un trabajo fácil. Requiere un gran desasimiento. El apego, el apego es el enemigo. Con sus gomas alocadas da qué hacer. Produce anexiones, pueriles violencias, enrarecimientos del aire.

Uso un procedimiento rudimentario, el que está a mi alcance, pues soy tosco.

Tuve que idear este método. Extraño a mi ser, en una difícil época. Fue al término de una crisis.

Acababa de dejar la cáscara. La imaginación se había agotado. Sólo quedaban los objetos, los firmes objetos.

BELOVED COUNTRY

Cuánto tuyo no se desenvuelve como música perdida en mí.
País al que regreso cada vez que me he empobrecido.
Sello, fasto, bóveda de los cofres.

Nunca me has negado tu leche de virgen.

Mi reflujo, mi fuente secreta, mi anverso real.

Ignoro el alcance de tu olor de especie, pero sé que has estado en todos mis puntos de partida, envolviéndome, Oriente solícito, como una ceremonia.

País a donde van las líneas de mi mano, lugar donde soy otro, mi anillo de bodas. Seguramente estás cerca del centro.


MI PEQUEÑO GIMNASIO

Consta de una almohadilla que golpeo con acompañamiento musical.

Un saco de arena donde descargo todo el peso de la calle.

Una esterilla para hacer contorsiones que producen olvido.

Un hueco en triángulo donde me oculto para no ver.

Una cuerda donde me castigo por toda la prudencia del día.

Un artefacto en forma de O en el que me doblo para evitar los reclamos de mi consciencia.

Una barra horizontal sobre la cual me río de mis intenciones.

Una tabla donde doy golpes innecesarios que podrían estar mejor dirigidos.

Un pequeño extensor de cretino que me estira por todos los frutos que no tomé, los actos que no hice, las palabras que no me atreví a decir.

Una soga donde extorsiono mi brazo derecho por todas mis indecisiones, olvidos, cambios.

El resto lo compone el ajuar ordinario de todo deportista. Los ejercicios son efectuados en la oscuridad. Por vergüenza no admito espectadores. (El descontento sordo, por otra parte ahogaría al que osara entrar).

Soy de todas maneras un aprendiz. No he podido alcanzar mis rodillas con la frente, todavía me es imposible arquearme hacia atrás hasta tocar el suelo, tampoco logro pararme sobre las manos.

Algunas veces el exceso de pesadez me vuelve ridículo. (Me recuerdo en lamentables posiciones y siento dolor). A pesar de mis esfuerzos sigo siendo carnívoro, rudo, indisciplinado.

En el fondo los ejercicios están enderezados a hacer de mí un hombre racional, que viva con precisión y burle los laberintos. En clave, persiguen mi transformación en Hombre Número Tal. Llanamente y en mi intimidad, espero con ellos dejar de ser absurdo.

miércoles, 27 de enero de 2010

HERVÉ TÉLÉMAQUE (pintor haitiano) - Entrevista


El arte sirve para narrar nuestro paso por la tierra.
Por: Juliette Boussand


Usted vive en Francia hace treinta y cinco años, pero sus obras reflejan cada vez más sus raíces y su cultura haitianas…

Me marché de Puerto Príncipe en 1957, cuando François Duvalier ascendió al poder, para estudiar pintura en Nueva York en el Art Student´s League. Pasé solamente tres años en Estados Unidos, pero soy, en cierto sentido, norteamericano por el hecho de haber nacido en la cuenca del Caribe, que está cerca de Estados Unidos y dominada por sus modelos. En Nueva York, sin embargo, sentí temor de perder mi identidad. Lo cierto es que esa búsqueda de identidad fue en parte el motivo de mi instalación en Francia en 1961. Quería encontrarme a mí mismo. Y además, en Nueva York el expresionismo abstracto, en sus últimos estertores, se encerraba en un academicismo que no me interesaba. Era muy poco antes de la renovación suscitada por la corriente del pop arte. Por lo demás, Francia forma parte de la cultura haitiana, de sus fantasías, de su relación con la lengua. Como Haití es de lengua francesa, ir a Europa significaba volver a mis valores de formación.

¿En qué medida los surrealistas han inspirado su obra?

Los surrealistas me revelaron valores que rigen aún mi energía creadora. Mi relación con el arte pasa por la experiencia psicoanalítica. Sigo sintiéndome muy cerca de los valores plásticos encarnados por Arshile Gorka, Giorgio de Chirico, René Magritte, Marcel Duchamp. Los surrealistas me enseñaron que el arte podía ser un medio de aprehender el mundo y de conocerse a sí mismo. Y este conocimiento de sí desemboca naturalmente en todas las problemáticas morales: las relaciones entre los seres humanos, el amor, la organización social. Una de las lecciones del surrealismo que nunca han dejado de acompañarme es que lo visible no es sólo fuente de placer estético, sino que adquiere toda su fuerza cuando entraña una cierta experiencia vivida y una percepción ambiciosa de la existencia. El arte sirve narrar nuestro paso por la tierra.

La relación con el lenguaje es muy patente en todo lo que usted hace.

Me gusta mucho la poesía haitiana, la de Jacques Roumain, de Carl Brouard, que definen una identidad negra. Muy pronto la poesía haitiana, haciéndose eco de la colonización en Santo Domingo, la esclavitud y la revolución haitiana de 1804, recogió los conceptos de negritud y de revalorización, que, más adelante, Aimé Cesaire llevó a su máxima expresión en su gran poema Cahier d´un retour au pays natal. Por otra parte, me he mantenido fiel a mis gustos de juventud: Rimbaud, Saint-John Perse, André Breton. Siempre cito una frase de Saint-John Perse, pronunciada cuando recibió el Premio Nobel de Literatura en 1960: “Pues si la poesía no es, como se ha dicho, “la realidad absoluta”, constituye el ansia y la aprehensión más próximas de ésta, en ese límite extremo de complicidad en que la realidad en el poema parece informarse a sí misma.”

¿Cómo trabaja usted?

Mi trabajo podría descomponerse en tres tiempos. En primer lugar hay un juego con el lenguaje, luego –en el segundo tiempo- una especie de flash, una idea verdaderamente plástica viene a alimentar ese juego. El tercer tiempo es el montaje: la técnica sólo interviene en esta última fase, que es algo secundario frente a la espontaneidad de la idea inicial y al juego especulativo con el lenguaje. Mis grandes dibujos a carboncillo, más líricos y con mayor unidad estilística, sirven a la idea plástica y procuran captar con suma sencillez una fantasía, un recuerdo o un deseo. En ellos los objetos se convierten en blasones, totems, emblemas. ¿Mi técnica? Trabajo con materiales simples: madera, cola, tornillos. Exalto las herramientas elementales como la sierra, que reemplaza a veces al lápiz, e incluso la pulidora.
Tomemos como ejemplo los dibujos a carboncillo que figuraban en la exposición que presenté en 1994, “Carboncillos y poso de café. Duelo: el dibujo, el objeto.” Para los objetos utilicé como medio el pigmento natural que representa el poso de café, pero de manera irónica. Los carboncillos, de tono oscuro, evocan la noche mientras el café podría simbolizar el paso de lo oscuro a lo claro, la noche y el alba –es al mismo tiempo un producto exótico, colonial, que ha hecho felices a las poblaciones blancas.

¿Y el color?
Utilizo el color como una señal. En 1986, cuando llegó a su fin la dominación de los Duvalier, los haitianos hicieron un uso simbólico del rojo y del azul, los colores de la bandera nacional. El rojo y el azul estaban presentes en toda la isla como una reacción popular ingenua y expresiva. Era una expresión simbólica de la liberación de treinta años de dictadura. Me había conmovido profundamente el sufrimiento de mi pobre pueblo al que sólo le quedaba ese signo, esa marca elemental del rojo y del azul, como prueba de su existencia. Reduje mi paleta a esos dos elementos, a esas señas mínimas de identidad.

Después de una actitud más bien intelectual, usted se orienta hacia valores más simples…

¡Tal vez al envejecer uno se vuelve más simple! Aunque en el pasado abusé de los juegos con el lenguaje al componer mis obras, ahora tengo más seguridad en mí mismo. ¿No tiende todo arte a la simplicidad y al anonimato? Los pintores son albañiles de objetos y de ideas, manipuladores de signos, seres intuitivos. A menudo se hace una confusión entre el artista y el intelectual. El artista, creo, debe estar a la escucha de sí mismo evitando censurarse, para dejar que se exprese su impulso creador. Jamás elaboro un programa artístico. Lo mejor de un artista se expresa, en el fondo, sin que siga un proyecto demasiado articulado. Creo que también es bueno dejar que resurjan los recuerdos. ¿Un ejemplo? Cuando vi en una revista la foto de una mujer en una chabola sudafricana de Soweto me vino a la memoria la imagen de las piernas deformadas de mi vieja niñera, Christiane. No había una relación directa entre las dos, pero fue la ocasión que me permitió revivir el recuerdo. Pienso que no hay mentira en el arte.

¿Dónde se sitúa como artista en la sociedad y la cultura actuales?

Las artes plásticas están en crisis, me parece, y es bueno volver a cosas simples, elementales. El gusto por el dibujo caracteriza mi trabajo actual. Dibujar en una hoja de papel más fácil que pintar. Del dibujo paso de un salto a los objetos, donde aparece el color. Pues ante todo soy pintor. Pintor ensamblador, si se quiere. Estimo que la pintura es el punto más avanzado de las artes plásticas, el centro de las mayores complejidades. Las artes me parecen un vehículo natural para un mejor entendimiento entre las culturas. Por ejemplo, todos estamos, sin saberlo, empapados de jazz. El aporte negro realizado a través de la música es importante: la música es indispensable para entender la especificidad negra. Todos viajamos, todos pasamos sin cesar de un lugar a otro… Pero me inquieta la aplanadora de la televisión mundial que difunde los mismos seriales en todo el planeta. Tengo la impresión de que atravesamos un período de esquizofrenia. Es más necesario que nunca mantenerse a la escucha del hombre original, estar atento a sus propios sueños. Y vuelvo a pensar en Saint-John Perse, que nos instaban a no olvidar el hombre de arcilla.

¿El arte sigue considerándose una necesidad?

¡Por cierto! Pero hay que redefinir el significado de la cultura. Tomemos el caso de la sociedad norteamericana: en una sociedad tan materialista se podía pensar en prescindir del arte. Ahora bien, ¡ahí están todos los grandes artistas norteamericanos! Prueban que hay una necesidad de arte, que el arte es sútil- si no, no existiría. Los museos y el número de visitantes que reciben lo confirman ampliamente…

¿Tiene el arte contemporáneo raíces en la Antigüedad?

El interés general por las artes del pasado surgió a comienzos del presente siglo con el poeta Guilaume Apollinaire. Por lo que a mi respecta, fue durante un viaje a Egipto cuando encontré una especie de fundamento del arte moderno. Vi en el arte del antiguo Egipto una justificación de algunas grandes opciones: claridad estilística, frontalidad, relación con el lenguaje. Con los jeroglíficos se pasó de una imagen pintada a un signo escrito, lo que es muy moderno: estamos aún en la problemática del paso de lo escrito a lo visual. Allí encontré una inspiración que anuncia probablemente todo el Occidente. Y mejor. Ese arte se caracteriza a mi juicio por un extremado refinamiento y también por una gran complejidad. Me fascina que, pese a su complejidad, sea tan fácil su lectura, así como su carácter esencial sin la menor desviación naturalista. Me limito, lógicamente, a consideraciones de orden plástico, pues soy incapaz de descifrar toda la cosmogonía egipcia. El arte egipcio, por la perfección del dibujo y del volumen, contrasta, por ejemplo, con la simplicidad de la escultura de Oceanía, que no por eso deja de ser una de las cumbres del arte mundial. Con los egipcios nos encontramos ante una verdadera construcción del mundo, mientras que en Nueva Guinea estamos a la escucha del hombre original, más próximo a la tierra y a los dioses.

¿La enseñanza artística actual logra sensibilizar más a los alumnos respecto del arte de hoy?

Contrariamente a ciertas ideas preconcebidas, el arte moderno, incluso abstracto, me parece más fácil de captar que el arte del Renacimiento, por ejemplo, que exige un conocimiento de los grandes mitos y de la religión. Creo que el arte moderno es un espejo más directo, propicio a un intercambio entre la obra y el público. A menudo implica un cuestionamiento de las apariencias que recurre abiertamente la ironía. ¿Quizás para traducir mejor las complejidades de nuestro tiempo?

Revista Correo de la Unesco. París. Nro 11. Noviembre. 1996. Págs. 4-7.

sábado, 23 de enero de 2010

Poemas - Edoardo Sanguineti



Obra de Constança Lucas

Erotopaegnia
en ti dormía como un fibroma seco, como una tenia flaca, un sueño;
ya pisa la grava, ya sacude su propia sombra; ahora chilla,
deglute, orina, después de esperar desde siempre el sabor
de la manzanilla, la temperatura de la liebre, el ruido del granizo,
la forma del techo, el color de la paja:
sin remedio el tiempo
se ha dirigido hacia sus días; la tierra ofrece imágenes confusas;
sabrá reconocer a la cabra, al campesino, al cañón?
no se las esperaba de verdad estas tijeras, ni esta pera,
cuando temblaba en el montón de tus membranas opacas.

De Opus metricum (1960)


35

hablemos, por favor, de los placeres de la vida, una vez (le dije
a la mujer de Van Rossum, el lunes a eso de las 11): (que es una alemana de Munich, de menos de 30, creo, de piel blanca como clara de huevo):
y el primer
placer es tirar, cierto: y luego, para mí, dormir al sol (como estaba haciendo ahora,
le dije, antes de que llegara ella: pecho desnudo, como me ve, y descalzo etc.):
y el tercero es beber vino (francés, posiblemente, como el que tomamos
el sábado pasado con Berio, y también el viernes, en Rotterdam y aquí):
(y llegué a la conclusión de que el paraíso es tirar al sol, a lo mejor, repletos de Saint-Emilion):


46

qué dolor el amor!
he visto montones de hombres quedarse como moscas
en invierno, como frascos rajados, como gomas de masticar masticadas:
y yo
(yo que grité, una vez: esta vez no me vuelves a fregar), que me pude
arrancar manos y pies (ni que hubieran sido guantes y chinelas, oye),
estoy dispuesto a escupirte mi lengua, inclusive,
a pedido gentil de parte:


De Postkarten, Poesie1972-1977 (1978)


62

la poesía es practicable, todavía, probablemente: yo la practico, como ves,
en todo caso, prácticamente así:
con esta poesía tan diaria (y hasta de diario,
la verdad): y esta poesía tan periódica (y tan periodística, también,
si quieres) es más clara, en fin, que ese artículo de Fortini que habla de la claridad
en los artículos de los periódicos, no sé si has visto el "Corriere" del 11, lunes,
y que tiene como título, justamente, "por qué es difícil escribir con claridad" (y que dice incluso, ay, que la claridad es como la virginidad y la juventud): (y que
hay que perderlas, parece, para encontrarlas): (y yo digo, mira, que es mucho mejor perderlas que encontrarlas, en el fondo):
porque yo sueño con hundirme de cabeza,
ya, dentro de un absoluto anonimato (hoy, que he perdido todo, o casi): y esto
significa, creo, en el fondo, que yo sueño completamente con morir,
esta vez, lo sabes):
hoy mi estilo es no tener estilo:
somos todos políticos (y animales):
establecido esto, puedo decirte que
odio a los políticos odiosos: (y no quiero pesarte ni aun con un parco esbozo de catálogo
ejemplificativo y razonado): (puedes elegir tú mismo los apellidos y los nombres, y disparar
al montón): (y elegirte los porqués, caso por caso):
pero, para simplificar,
te agrego que, si es verdad que, para mí (como digo y repito) es política todo
en este mundo, no lo es todo, en cambio, la política: (y esto define para mí,
justo para mí, a los políticos odiosos, y el mío porqué):
aprecio, entonces, esa grande política
que está viva en los gestos de la vida cotidiana, en las palabras cotidianas (como chau,
pan, coño, muchas gracias): (como las que te encuentras grabadas en los servicios,
rociadas por las paredes, entre un eslogan y otro, abajo, viva):
(y luego,
ya sé que no se dice, pero, al final, me resultan tan odiosos los hombres como los animales):

viernes, 22 de enero de 2010

Arte Poética - Gabriel Impaglione



Pintura de Tarsila do Amaral

Y entonces la mano
despalabra el follaje de la hora
con la piedra en blanco.

miércoles, 20 de enero de 2010

Poemas - Jaime Saenz



Pintura de Francis Picabia


La Muerte por el Tacto

(fragmento)

(A modo de manifestarse
estupor ante lo bromista
de la mirada).

I

Olvidó los océanos y las voces

replegado con los demás en el apagado símbolo de los puentes - hizo perdurar el crepúsculo

al igual de la condición de los afectos al árbol

los ensangrentados

los de largas cabelleras

los forjadores del viento

los que con la impasibilidad de las cosas han
depositado un pétalo

una arena un aire en el arco olvidado de aquella
cumbre

los que iniciados en los triunfos de la naturaleza

en las revelaciones de las edades y de las lluvias

anuncian las transformaciones del sonido, figura tuya
- no sé aún quién eres

los que sean lo mismo que los rios parte vital de las
montañas

los que sean

los que realmente vivan y mueran sin hacer gesto de
desagrado

los que se queden imberbes y también los barbudos y
los barrigones

dignos y naturales cuando el sonido y el viento son
una misma cosa

cuando no existe necesidad de que no hayan moscas

cuando no se tiene que pagar para que besen a los
delegados y el beso no sea más que beso y no señal
torcida hypócrita y atentatoria

cuando el matar no es condenable sino sólo matar y
el término con que se designa la acción desaparece

cuando te topes en las esquinas con alguien
idéntico a ti y puedas decirle "hola", "ojalá", "tal vez",
"recuerda" o "quien sabe"

indistintamente

como si te refirieras a él o a ello o a ellos o a ti desde
la luz hacia la luz

es necesario que escriba una carta para poder ver
mejor la luz de las cosas

luego de leerla alumbrado por el antiguo vuelo de mis
amigos muertos

es necesario que recuerden todos su amor a la
música, si sosiego y su desdicha

y su propensión a la risa así como las arquitecturas
que urdían cuando podían hacer lo contrario

y su lamento, el lamento que ya fue analizado sin
usar la substancia humana,

sin planes, sin palabra ni consulta, pero con
ademanes repetidos bajo la mirada

que caía desde un pedestal diseñado en otro tiempo
para ensalzar a los mendigos, a los valientes y a los
inventores del azúcar y del resorte

y sus proyectos,

los rigurosos alegatos en favor del desquiciamiento,
de un anti-orden, para el retorno profundo al
verdadero ordenamiento

sus conmovedores argumentos para comprender
finalmente el simple significado de la estrella

sus penas tan dignas de respeto

sus venias (te explican el punto de partida de la vida)

encerraban una melodíia ingenua y lejana y te
inducían a ser más bueno y desentrañar con mayor
autoridad los signos misteriosos de las nubes y de las
calles

hacían que te vieras tal como eres (tu contenido, las
propias venias que jamás harás)

y les intitulabas medida de todo, y solucion secreta
de todo, y surgía de tu sombra una venia destinada
a ellos

y les intitulabas "caro destino, gayo amigo".



Como una luz

Llegada la hora en que el astro se apague,
quedarán mis ojos en los aires que contigo fulguraban
Silenciosamente y como una luz
reposa en mi camino
la transparencia del olvido.

Tu aliento me devuelve a la espera y a la tristeza de la tierra,
no te apartes del caer de la tarde
-no me dejes descubrir sino detrás de ti
lo que tengo todavía que morir.



Eres Visible

Permaneces todo el tiempo en el olor de las montañas
cuando el sol se retira,
y me parece escuchar tu respiración en la frescura de la sombra
como un adiós pensativo.

De tu partida, que es como una lumbre, se condolerán
estas claras imágenes
por el viento de la tarde mecidas aquí y a lo lejos;
yo te acompaño con el rumor de las hojas, miro por
ti las cosas que amabas
-el alba no borrará tu paso, eres visible.



Ven

Ven; yo vivo de tu dibujo
y de tu perfumada melodía,
soñé en la estrella a que con un canto se podría llegar
-te vi aparecer y no pude asirte, a turbadora distancia
te llevaba el canto
y era mucha lejanía y poco tu aliento para alcanzar
a tiempo un fulgor de mi corazón
-el que ahora estalla ahogado por alguna lluvia compasiva.

Ven, sin embargo; deja que mi mano imprima
inolvidable fuerza a tu olvido,
acércate a mirar mi sombra en la pared,
ven una vez; quiero cumplir mis deseos de adiós.



A ti

Al calor de tu forma progresa mi sangre, en el aire
de sueño
el clima para lo solo eres tú
-una sombra canta para ti en el fondo del agua al
compás de mi corazón
y en tu mirar mis ojos están silenciosos por la música
al soplo de la luz,
en el cielo y en la oscuridad.

Esta noche reuno tu forma,
el eco de tu boca en medio de una olvidada canción
-y te doy un abrazo.



Recorrer Esta Distancia

(fragmento)

Estoy separado de mí por la distancia en que yo me encuentro;
el muerto está separado de la muerte por una gran distancia.
Pienso recorrer esta distancia descansando en algún lugar.
De espaldas en la morada del deseo,
sin moverme de mi sitio – frente a la puerta cerrada,
con una luz de invierno a mi lado.

En los rincones de mi cuarto, en los alrededores de la silla.
Con la indecisa memoria que se desprende del vacío
- en la superficie del tumbado,
el muerto deberá comunicarse con la muerte.

Contemplando los huesos sobre la tabla,
contando las oscuridades con mis dedos a partir de ti.
Mirando que se estén las cosas, yo deseo.
Y me encuentro recorriendo una gran distancia.

viernes, 15 de enero de 2010

MAGLOIRE-SAINT-AUDE - André Breton (1886-1966)



De doce a quince versos, no más, comprendo vuestro deseo: la piedra filosofal, o casi, la nota inaudita que domeña el tumulto, el diente único donde la rueda de la angustia engrana con el éxtasis. Podría buscarse a quien, después de la Esfinge , haya acertado, hasta tales límites, a detener al que por allí pasa. En la poesía francesa, a veces, Scève, Nerval, Mallarmé, Apollinaire… Pero bien sabéis que todo está hoy suelto en demasía. Hay una sola excepción: Magloire- Saint-Aude.

Cuando me pregunto cuál sería la obra contemporánea para la que no sabría yo encontrar caracteres suficientemente bellos –por alcanzar en ella le lenguaje y la actitud poética su punto supremo, en mi opinión-, vuelvo infaliblemente a los dos delgados libritos: Dialogue de mes Lampes y Tabou, publicados en Haití en 1941, por Magloire-Saint-Aude. El hecho de que los aproximadamente doscientos versos que los componen no hayan tentado todavía a un editor francés es de por sí buena prueba de una decadencia del sentido de la calidad.

Aquí, por fin, no más confidencias ineptas. El soberbio desdén del poeta, en cuya cuna el hada caribe ha encontrado al “hada africana” sorprendida por Rimbaud, y del que yo no olvidaré jamás las inflexiones que una noche tuvo –portadoras de la isla prodigiosa-, le protege felizmente de nuestros rumores, imposible y a salvo, al lado de una botella de ron.


SILENCIO

Sarro en los dientes, en las suertes, en los choques caoba

Sobre nueve ciudades.



*



Magdalenas en encajes de gualda.



*



Nada el poeta, lento, doliente,

Para morir en Guadalajara.



*



La mañana entra en mis mangas.

Escribo para la emoción y la Camargo.

Decid, implorantes, la jactancia

Cuando Maud me espera en el mundo.



*



Mi guiñol, de destronado homenaje,

Respalda, en mi gran fiesta, tus largos ojos fríos

Y, como en el baile de los trece amigos,

Escucho al Mongol de ojos muertos.


Traducción de Ramón Cuesta y Ramón García Fernández

La llave de los campos. Madrid. Editorial Ayuso. 1976.

jueves, 14 de enero de 2010

LOS AFORISMOS - G. I. Gurdjieff (1866-1949)



1. Gusten de lo que "ello" no gusta

2. El más alto logro para el hombre es el ser capaz de hacer.

3. Cuanto peores las condiciones de vida, mejores los frutos del trabajo, siempre que se recuerde el trabajo.

4. Recuérdese de sí mismo, siempre y en todas partes.

5. Recuérdese que usted ha venido acá habiendo ya comprendido la necesidad de lucha contra sí mismo: únicamente contra sí mismo. Por lo tanto, agradezca a quienquiera le dé la oportunidad.

6. Aquí solo podemos dirigir y crear condiciones, más no ayudar.

7. Sepan que esta casa sólo puede ser útil a los que han reconocido su nulidad y creen en la posibilidad de cambiar.

8. Saber que está mal hecho y sin embargo hacerlo, es cometer un pecado difícil de reparar.

9. El mejor medio para ser feliz en esta vida es la capacidad de considerar externamente siempre, interiormente nunca.

10. No amen el arte con sus conocimientos.

11. Un verdadero signo del hombre bueno es que ama a su padre y a su madre.

12. Juzgue a los otros como a sí mismo y rara vez se equivocará.

13. Ayude sólo al que no es ocioso.

14. Respete todas las religiones.

15. Yo amo a quien ama trabajar.

16. Sólo podemos esforzarnos por llegar a ser capaces de ser cristianos.

17. No juzgue a un hombre por los cuentos de otros.

18. Tenga en cuenta lo que la gente piensa de usted y no lo que dice.

19. Tome la comprensión del Oriente y el conocimiento del Occidente, luego busque.

20. Sólo quien puede cuidar lo ajeno puede poseer lo propio.

21. Sólo tiene sentido el sufrimiento consciente.

22. Es mejor ser temporalmente un egoísta que nunca ser justo.

23. Primero practique el amar a los animales, son más sensibles.

24. Al enseñar a otros, usted mismo aprenderá.

25. Recuerde que aquí no se trabaja por trabajar, sino sólo como un medio.

26. Sólo puede ser justo quien es capaz de ponerse en el lugar de otros.

27. Si por naturaleza no tiene usted una mente crítica, su presencia aquí es inútil.

28. Quien se haya liberado de la enfermedad del "mañana" tiene la posibilidad de obtener lo que aquí vino a buscar.

29. Feliz el que tiene una alma, feliz quien no la tiene, pero dolor y pena para el que sólo la tiene en embrión.

30. El descanso no depende de la castidad sino de la calidad del sueño.

31. Duerma poco sin compunción.

32. La energía gastada en un trabajo interior activo se transforma al instante en una nueva reserva; la gastada en trabajo pasivo se pierde para siempre.

33. Uno de los mejores medios para despertar el deseo de trabajar sobre sí mismo es el darse cuenta que usted puede morir en cualquier momento. Pero primero debe aprender cómo tenerlo presente.

34. El amor consciente evoca lo mismo en respuesta. El amor emocional provoca lo opuesto. El amor físico depende del tipo y de la polaridad.

35. La fe consciente es libertad. La fe emocional es esclavitud. La fe mecánica es estupidez.

36. La esperanza, cuando audaz, es fuerza. La esperanza, con duda, es cobardía. La esperanza, con miedo, es debilidad.

37. Al hombre le es dado un número definido de experiencias; al economizarlas, prolonga su vida.

38. Aquí no hay rusos ni ingleses, judíos ni cristianos; no hay sino personas que persiguen una misma meta: devenir capaces de ser.



Perspectivas Desde El Mundo Real. Buenos Aires. Librería Hachette. 1977. Págs. 251-253.

TUNTUNTE´ - Humberto Akabal



Tun tun tun

tun tun tun

tun tun tun.

Tuntunte’ tululuntuntun

Tuntunte’ tululuntuntun



Tuntunte´

tuntunte’

tuntunte’.

Tutuluntuntun tun tun tun

tutuluntuntun tun tun tun



Tuntunte´

tuntunte´

tuntunte’.

Tutuluntuntun tuntunte’

tutuluntuntun tuntunte’.



Tuntunte´

tuntunte’

tuntunte’

miércoles, 13 de enero de 2010

CANTOS DE PÁJAROS Vogelzang


Klis, klis, klis...


Ch'ok, ch'ok, ch'ok...



Tz'unun, tz'unun, tz'unun...

B 'uqpurix, b'uqpurix, b'uqpurix...



Wiswil, wiswil, wiswil...
Tulul, tulul, tulul...



K'urupup, k´urupup, k'urupup...
Chowix, chowix, chowix...



Tuktuk, tuktuk, tuktuk...

Xar, xar, xar...





Tukur, tukur, tukur...

K´up, k'up, k’up...



Saq’k’or, saq’k’or, saq’k’or...

Ch'ik, ch’ik, ch’ik...



Tukumux, tukumux, tukumux...

Xperpuaq, xperpuaq, xperpuaq...



Kukuw, kukuw, kukuw...

Ch 'iuwit, ch'iuwit, ch'iuwit...



Tli, tli, tli...

Ch 'er, ch'er, ch'er...



Si-si-si-si-si-si-si-si...

Ch'ar, ch'ar, ch'ar...

lunes, 11 de enero de 2010

La masacre de Chengue - José Ramón Mercado



Ese día el sol fue borrado

Homero

I

Llegaron al final de la noche

entre la sombra ciega y los ladridos de los perros

al alba a pie juntillas en vilo las hachas

Las mujeres aturdieron el cielo con sus gritos

Rosa Meriño sintió el pálpito en su entraña

María Martínez vio los muertos pálidos

Sixta Andrades Sequea volvió a menstruar

lunas después de la menopausia

Según Prasca Oviedo a su marido lo arriaron

bajo un cielo de hastíos y horror

No tuvieron tiempo para despedirse

una pasta gruesa en la saliva le atascó la voz



Primero les amarraron las manos y les taparon la boca

luego pusieron sus cabezas sobre el tronco

el tronco de hachar los huesos en el matadero

y uno por unos los fueron despescuezando

Los muertos tenían el miedo en el rostro

los perros olían la sangre de sus amos

y salían huyendo despavoridos como animales apaleados





A Manuel Mendoza lo soslayaron

con un golpe de hacha en el aire

y salió corriendo con la cabeza en las manos

creyendo que se había salvado



Néstor Meriño cayó aplastado como un racimo de plátanos

Estaban todos juntos el silencio olía a sangre

parecían, una montaña, los muertos arrumados





Ya viste una montaña alta de muertos

todos los muertos se parecen a los muertos

tienen una palidez de cadáver que los recorre en silencio

No hay llanto que a uno lo cure ante sus muertos

las oraciones no alcanzaron para los muertos de Chengue



La sangre derramada y los gritos

también rodaron por la ladera

La plaza estaba encharcada de sangre

después del bazar de la muerte



II



Al mediodía llegaron las volquetas fúnebres

con sus chazas inmensas de tártaras calientes

Las órdenes dadas estaban cumplidas



Ese día el sol fue borrado del cielo



Las espigas de maíz estaban secas

El camino parecía un cementerio

y las volquetas cargaban las bolsas

negras llenas de cadáveres

Era una carga de bolsas negras

como arena mojada

pesaban como piedras insensibles los muertos

Los alinearon bajo el sol de la tarde

a cada uno le fueron colocando su cabeza

parecían aún sentenciadas a muerte sus sombras

pero andaban lejos de sus lágrimas carcomidas de miedo

ninguna batalla consagraba su heroísmo

allí estaban bajo el sol de la tarde



A lo largo del camino hasta Ovejas llegaron los muertos

vieron por última vez el cielo borroso bien arriba



En menos de lo que un gallo canta

la noticia dio la vuelta al incrédulo mundo

pero en Chengue no volvieron a cantar los gallos

sábado, 9 de enero de 2010

Ataúd tallado a mano - Flóbert Zapata



8

Tan cruel la vanidad, tan amarga la envidia.
Y mirar lo que somos:
huesitos con recuerdos.
Huesitos en joyeros de forma tan sencilla,
que más tarde serán
huesitos sin recuerdos.
Que más tarde serán
—en documentos fríos—
recuerdos sin huesitos.
Que luego serán nada.
Eso somos no más.
Huesitos que serán
trasplantados a cajas de madera
y luego a cofrecitos de la tierra.
Huesitos con memoria.
Es toda nuestra esencia,
envidia cruel y vanidad amarga.


17

CADÁVER QUE HA PERDIDO CONCIENCIA DE LO HUMANO

¿Qué daño les he hecho?
Mi solitaria falta:
permanecer inmóvil y en silencio.
Que no caigan más lágrimas,
van a arruinar mis ropas con la sal excesiva.
Un grito más y romperán mis tímpanos.
Ya guarden sus camándulas,
dejen de repetir y repetir sus fórmulas monótonas.
¿Qué daño les he hecho
para que así me ultrajen?
La luna baja limpia, no la ensucien.
¿Vendrán nuevas molestias
y más tarde crueldades y obsesiones?


35

SE BUSCA

Flóbert Zapata
pregunta por su padre.
Trece de octubre del sesenta y siete:
vez última que fuera visto,
aquí en el cementerio de Filadelfia, Caldas,
a dónde vino huyendo “desterrado”
de zarca Pensilvania dos décadas atrás,
aparte de otras plagas
pasquines por debajo de la puerta.
Encontraría al llegar violencia más atroz
y por poco le toca huir de nuevo:
secretos bajo lápidas y hostias.
Señales más visibles:
carpintero, fotógrafo, escultor en madera;
en la frente un panal de abejas, siempre;
en la espalda y el cuello
las marcas de un disparo de escopeta,
porque era liberal;
algún carné firmado por su mano,
secreto por entonces y ahora público;
unos ojos de densa nicotina,
Virginia o Pectoral, soñando que los miedos
se fueran diluyendo en espirales;
su columna en pedazos por caer de un andamio
cuando refaccionaba la cama del Señor
y Él no lo supo nunca.
Lo busca para que cumpla aquella promesa
que nunca pudo hacerle y se supone
entre dos que han sentido idéntica barbarie:
hablar y beber juntos una jarra de vino.

54

La muerte se masturba, se masturba.
Cada cadáver es
un miembro para ella, y no repite:
escoge uno distinto cada vez.
Y a veces la muy puta
se contenta con mil y no con uno.

112

Cantan mucho los gallos en mi tierra.
Antes de morir cantan.
Cantan blues con el cuello degollado.
Ahogados en burbujas
cuando oscuros disparos
penetran en sus pechos.
Cantan cuando les cortan
las alas con feroces motosierras.
Cuando les introducen
agujas en los picos y los ojos.
Hinchados por el agua, repiten y repiten
las canciones del río.
Si los secuestran cantan.
Y cuando son comidos por los lobos.
Si los entierran,
con mal pegadas lápidas,
no paran de cantar.
Si sus cuerpos no son hallados cantan.
Cantan, cantan y cantan.
No cesan de cantar.

jueves, 7 de enero de 2010

miércoles, 6 de enero de 2010

Mercedes Sosa y Fito Páez - Yo Vengo A Ofrecer Mi Corazón

Entre latitudes - RODRIGO VERDUGO PIZARRO



Se saca el día la envoltura del espacio
quedan encrucijadas, perfiles dibujados en las paredes
tú y yo y nuestro préstamo de cenizas
tú y yo que desentrañamos la noche.
Alguien hablaba de nacer o morir
mientras dejábamos un solo murmullo
en la formación de las agujas.
Le dábamos su totalidad al ángel que se quemó
los ojos con opio y con semen.
Éramos los únicos que sabíamos que el centro de la tierra
sólo aparece al contacto de una boca.
A nuestro alrededor pasaban noches encargadas por las espinas.
Se daban inagotables los remolinos convidados a los miembros.
Una venganza de latidos aparentaban las olas.
Ahora lo que guardo de ti es un soplo que sobrevive
en las costas.
Siempre advienes con eso que le rapta la noche a la sangre
pero no es lo único.
La voz del cielo pasa por ti y sin volverse mineral
te deja caer para mis hilos mortales.

martes, 5 de enero de 2010

AULLIDO - Allen Ginsberg



I

Vi las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, hambrientas histéricas desnudas,
arrastrándose por las calles de los negros al amanecer en busca de un colérico pinchazo,
hipsters con cabezas de ángel ardiendo por la antigua conexión celestial con el estrellado dínamo de la maquinaria nocturna,
que pobres y harapientos y ojerosos y drogados pasaron la noche fumando en la oscuridad sobrenatural de apartamentos de agua fría, flotando sobre las cimas de las ciudades contemplando jazz,
que desnudaron sus cerebros ante el cielo bajo el El y vieron ángeles mahometanos tambaleándose sobre techos iluminados,
que pasaron por las universidades con radiantes ojos imperturbables alucinando Arkansas y tragedia en la luz de Blake entre los maestros de la guerra,
que fueron expulsados de las academias por locos y por publicar odas obscenas en las ventanas de la calavera,
que se acurrucaron en ropa interior en habitaciones sin afeitar, quemando su dinero en papeleras y escuchando al Terror a través del muro,
que fueron arrestados por sus barbas púbicas regresando por Laredo con un cinturón de marihuana hacia Nueva York,
que comieron fuego en hoteles de pintura o bebieron trementina en Paradise Alley, muerte, o sometieron sus torsos a un purgatorio noche tras noche,
con sueños, con drogas, con pesadillas que despiertan, alcohol y verga y bailes sin fin,
incomparables callejones de temblorosa nube y relámpago en la mente saltando hacia los polos de Canadá y Paterson, iluminando todo el inmóvil mundo del intertiempo,
realidades de salones de Peyote, amaneceres de cementerio de árbol verde en el patio trasero, borrachera de vino sobre los tejados, barrios de escaparate de paseos drogados luz de tráfico de neón parpadeante, vibraciones de sol, luna y árbol en los rugientes atardeceres invernales de Brooklyn, desvaríos de cenicero y bondadosa luz reina de la mente,
que se encadenaron a los subterráneos para el interminable viaje desde Battery al santo Bronx en benzedrina hasta que el ruido de ruedas y niños los hizo caer temblando con la boca desvencijada y golpeados yermos de cerebro completamente drenados de brillo bajo la lúgubre luz del Zoológico,
que se hundieron toda la noche en la submarina luz de Bickford salían flotando y se sentaban a lo largo de tardes de cerveza desvanecida en el desolado Fugazzi’s, escuchando el crujir del Apocalipsis en el jukebox de hidrógeno,
que hablaron sin parar por setenta horas del parque al departamento al bar a Bellevue al museo al puente de Brooklyn,
un batallón perdido de conversadores platónicos saltando desde las barandas de salidas de incendio desde ventanas desde el Empire State desde la luna,
parloteando gritando vomitando susurrando hechos y memorias y anécdotas y excitaciones del globo ocular y shocks de hospitales y cárceles y guerras,
intelectos enteros expulsados en recuerdo de todo por siete días y noches con ojos brillantes, carne para la sinagoga arrojada en el pavimento,
que se desvanecieron en la nada Zen Nueva Jersey dejando un rastro de ambiguas postales del Atlantic City Hall,
sufriendo sudores orientales y crujidos de huesos tangerinos y migrañas de la china con síndrome de abstinencia en un pobremente amoblado cuarto de Newark,
que vagaron por ahí y por ahí a medianoche en los patios de ferrocarriles preguntándose dónde ir, y se iban, sin dejar corazones rotos,
que encendieron cigarrillos en furgones furgones furgones haciendo ruido a través de la nieve hacia granjas solitarias en la abuela noche,
que estudiaron a Plotino Poe San Juan de la Cruz telepatía bop kabbalah porque el cosmos instintivamente vibraba a sus pies en Kansas,
que vagaron solos por las calles de Idaho buscando ángeles indios visionarios que fueran ángeles indios visionarios,
que pensaron que tan sólo estaban locos cuando Baltimore refulgió en un éxtasis sobrenatural,
que subieron en limosinas con el chino de Oklahoma impulsados por la lluvia de pueblo luz de calle en la medianoche invernal,
que vagaron hambrientos y solitarios en Houston en busca de jazz o sexo o sopa, y siguieron al brillante Español para conversar sobre América y la Eternidad, una tarea inútil y así se embarcaron hacia África,
que desaparecieron en los volcanes de México dejando atrás nada sino la sombra de jeans y la lava y la ceniza de la poesía esparcida en la chimenea Chicago,
que reaparecieron en la costa oeste investigando al F.B.I. con barba y pantalones cortos con grandes ojos pacifistas sensuales en su oscura piel repartiendo incomprensibles panfletos,
que se quemaron los brazos con cigarrillos protestando por la neblina narcótica del tabaco del Capitalismo,
que distribuyeron panfletos supercomunistas en Union Square sollozando y desnudándose mientras las sirenas de Los Álamos aullaban por ellos y aullaban por la calle Wall, y el ferry de Staten Island también aullaba,
que se derrumbaron llorando en gimnasios blancos desnudos y temblando ante la maquinaria de otros esqueletos,
que mordieron detectives en el cuello y chillaron con deleite en autos de policías por no cometer más crimen que su propia salvaje pederastia e intoxicación,
que aullaron de rodillas en el subterráneo y eran arrastrados por los tejados blandiendo genitales y manuscritos,
que se dejaron follar por el culo por santos motociclistas, y gritaban de gozo,
que mamaron y fueron mamados por esos serafines humanos, los marinos, caricias de amor Atlántico y Caribeño,
que follaron en la mañana en las tardes en rosales y en el pasto de parques públicos y cementerios repartiendo su semen libremente a quien quisiera venir,
que hiparon interminablemente tratando de reír pero terminaron con un llanto tras la partición de un baño turco cuando el blanco y desnudo ángel vino para atravesarlos con una espada,
que perdieron sus efebos por las tres viejas arpías del destino la arpía tuerta del dólar heterosexual la arpía tuerta que guiña el ojo fuera del vientre y la arpía tuerta que no hace más que sentarse en su culo y cortar las hebras intelectuales doradas del telar del artesano,
que copularon extáticos e insaciables con una botella de cerveza un amorcito un paquete de cigarrillos una vela y se cayeron de la cama, y continuaron por el suelo y por el pasillo y terminaron desmayándose en el muro con una visión del coño supremo y eyacularon eludiendo el último hálito de conciencia,
que endulzaron los coños de un millón de muchachas estremeciéndose en el crepúsculo, y tenían los ojos rojos en las mañanas pero estaban preparados para endulzar el coño del amanecer, resplandecientes nalgas bajo graneros y desnudos en el lago,
que salieron de putas por Colorado en miríadas de autos robados por una noche, N.C. héroe secreto de estos poemas, follador y Adonis de Denver -regocijémonos con el recuerdo de sus innumerables jodiendas de muchachas en solares vacíos y patios traseros de restaurantes, en desvencijados asientos de cines, en cimas de montañas, en cuevas o con demacradas camareras en familiares solitarios levantamientos de enaguas y especialmente secretos solipsismos en baños de gasolineras y también en callejones de la ciudad natal,
que se desvanecieron en vastas y sórdidas películas, eran cambiados en sueños, despertaban en un súbito Manhattan y se levantaron en sótanos con resacas de despiadado Tokai y horrores de sueños de hierro de la tercera avenida y se tambalearon hacia las oficinas de desempleo,
que caminaron toda la noche con los zapatos llenos de sangre sobre los bancos de nieve en los muelles esperando que una puerta se abriera en el East River hacia una habitación llena de vapor caliente y opio,
que crearon grandes dramas suicidas en los farellones de los departamentos del Hudson bajo el foco azul de la luna durante la guerra y sus cabezas serán coronadas de laurel y olvido,
que comieron estofado de cordero de la imaginación o digirieron el cangrejo en el lodoso fondo de los ríos de Bowery,
que lloraron ante el romance de las calles con sus carritos llenos de cebollas y mala música,
que se sentaron sobre cajas respirando en la oscuridad bajo el puente y se levantaron para construir clavicordios en sus áticos,
que tosieron en el sexto piso de Harlem coronados de fuego bajo el cielo tubercular rodeados por cajas naranjas de Teología,
que escribieron frenéticos toda la noche balanceándose y rodando sobre sublimes encantamientos que en el amarillo amanecer eran estrofas incoherentes,
que cocinaron animales podridos pulmón corazón pié cola borsht & tortillas soñando con el puro reino vegetal,
que se arrojaron bajo camiones de carne en busca de un huevo,
que tiraron sus relojes desde el techo para emitir su voto por una eternidad fuera del tiempo, & cayeron despertadores en sus cabezas cada día por toda la década siguiente,
que cortaron sus muñecas tres veces sucesivamente sin éxito, desistieron y fueron forzados a abrir tiendas de antigüedades donde pensaron que estaban envejeciendo y lloraron,
que fueron quemados vivos en sus inocentes trajes de franela en Madison Avenue entre explosiones de versos plúmbeos & el enlatado martilleo de los férreos regimientos de la moda & los gritos de nitroglicerina de maricas de la publicidad & el gas mostaza de inteligentes editores siniestros, o fueron atropellados por los taxis ebrios de la realidad absoluta,
que saltaron del puente de Brooklyn esto realmente ocurrió y se alejaron desconocidos y olvidados dentro de la fantasmal niebla de los callejones de sopa y carros de bomba del barrio Chino, ni siquiera una cerveza gratis,
que cantaron desesperados desde sus ventanas, se cayeron por la ventana del metro, saltaron en el sucio Passaic, se abalanzaron sobre negros, lloraron por toda la calle, bailaron descalzos sobre vasos de vino rotos y discos de fonógrafo destrozados de nostálgico Europeo jazz Alemán de los años 30 se acabaron el whisky y vomitaron gimiendo en el baño sangriento, con lamentos en sus oídos y la explosión de colosales silbatos de vapor,
que se lanzaron por las autopistas del pasado viajando hacia la cárcel del gólgota -solitario mirar- autos preparados de cada uno de ellos o Encarnación de Jazz de Birmingham,
que condujeron campo traviesa por 72 horas para averiguar si yo había tenido una visión o tú habías tenido una visión o él había tenido una visión para conocer la eternidad,
que viajaron a Denver, murieron en Denver, que volvían a Denver; que velaron por Denver y meditaron y andaban solos en Denver y finalmente se fueron lejos para averiguar el tiempo, y ahora Denver extraña a sus héroes,
que cayeron de rodillas en desesperanzadas catedrales rezando por la salvación de cada uno y la luz y los pechos, hasta que al alma se le iluminó el cabello por un segundo,
que chocaron a través de su mente en la cárcel esperando por imposibles criminales de cabeza dorada y el encanto de la realidad en sus corazones que cantaba dulces blues a Alcatraz,
que se retiraron a México a cultivar un hábito o a Rocky Mount hacia el tierno Buda o a Tánger en busca de muchachos o a la Southern Pacific hacia la negra locomotora o de Harvard a Narciso a Woodland hacia la guirnalda de margaritas o a la tumba,
que exigieron juicios de cordura acusando a la radio de hipnotismo y fueron abandonados con su locura y sus manos y un jurado indeciso,
que tiraron ensalada de papas a los lectores de la CCNY sobre dadaísmo y subsiguientemente se presentan en los escalones de granito del manicomio con las cabezas afeitadas y un arlequinesco discurso de suicidio, exigiendo una lobotomía al instante,
y recibieron a cambio el concreto vacío de la insulina Metrazol electricidad hidroterapia psicoterapia terapia ocupacional ping pong y amnesia,
que en una protesta sin humor volcaron sólo una simbólica mesa de ping pong, descansando brevemente en catatonia,
volviendo años después realmente calvos excepto por una peluca de sangre, y de lágrimas y dedos, a la visible condenación del loco de los barrios de las locas ciudades del Este,
los fétidos salones del Pilgrim State Rockland y Greystones, discutiendo con los ecos del alma, balanceándose y rodando en la banca de la soledad de medianoche reinos dolmen del amor, sueño de la vida una pesadilla, cuerpos convertidos en piedra tan pesada como la luna,
con la madre finalmente ****** [i] , y el último fantástico libro arrojado por la ventana de la habitación, y a la última puerta cerrada a las 4 AM y el último teléfono golpeado contra el muro en protesta y el último cuarto amoblado vaciado hasta la última pieza de mueblería mental, un papel amarillo se irguió torcido en un colgador de alambre en el closet, e incluso eso imaginario, nada sino un esperanzado poco de alucinación-
ah, Carl, mientras no estés a salvo yo no voy a estar a salvo, y ahora estás realmente en la total sopa animal del tiempo-
y que por lo tanto corrió a través de las heladas calles obsesionado con una súbita inspiración sobre la alquimia del uso de la elipse el catálogo del medidor y el plano vibratorio,
que soñaron e hicieron aberturas encarnadas en el tiempo y el espacio a través de imágenes yuxtapuestas y atraparon al Arcángel del alma entre 2 imágenes visuales y unieron los verbos elementales y pusieron el nombre y una pieza de conciencia saltando juntos con una sensación de Pater Omnipotens Aeterna Deus
para recrear la sintaxis y medida de la pobre prosa humana y pararse frente a ti mudos e inteligentes y temblorosos de vergüenza, rechazados y no obstante confesando el alma para conformarse al ritmo del pensamiento en su desnuda cabeza sin fin,
el vagabundo demente y el ángel beat en el tiempo, desconocido, y no obstante escribiendo aquí lo que podría quedar por decir en el tiempo después de la muerte,
y se alzaron reencarnando en las fantasmales ropas del jazz en la sombra de cuerno dorado de la banda y soplaron el sufrimiento de la mente desnuda de América por el amor en un llanto de saxofón eli eli lamma lamma sabacthani que estremeció las ciudades hasta la última radio
con el absoluto corazón del poema sanguinariamente arrancado de sus cuerpos bueno para alimentarse mil años.