La
poesía nos rodea en todas partes, pero ponerla en papel, ay, no es tan fácil
como mirarla.
sábado, 31 de agosto de 2013
domingo, 25 de agosto de 2013
sábado, 24 de agosto de 2013
Omar Ortiz (Bogotá, 1950 -)
HÉCTOR FABIO DÍAZ
Llevo encima el traje azul, la corbata naranja,
la camisa que tanto gusta a Margarita, la del 301,
los zapatos negros recién lustrados, una pinta de hombre,
como dijo mi madre después del beso ritual de despedida.
la camisa que tanto gusta a Margarita, la del 301,
los zapatos negros recién lustrados, una pinta de hombre,
como dijo mi madre después del beso ritual de despedida.
En la Kodak me tomaron la foto para la solicitud de empleo.
Pero de pronto me empujaron a un auto.
Me pusieron dos armas en la cabeza y acabé tirado en una pocilga
donde me preguntaban por gente desconocida.
No señor, decía y me pegaban.
Si señor, respondía, e igual me pegaban. Duro, lo hacían,
como si no tuviera carne, ni huesos, ni sangre, ni alma.
Ya no tengo traje azul, ni corbata naranja,
no puedo abrazar a Margarita.
Ahora soy una desteñida foto que mi madre
lleva a cuestas en plazas y desfiles.
Pero de pronto me empujaron a un auto.
Me pusieron dos armas en la cabeza y acabé tirado en una pocilga
donde me preguntaban por gente desconocida.
No señor, decía y me pegaban.
Si señor, respondía, e igual me pegaban. Duro, lo hacían,
como si no tuviera carne, ni huesos, ni sangre, ni alma.
Ya no tengo traje azul, ni corbata naranja,
no puedo abrazar a Margarita.
Ahora soy una desteñida foto que mi madre
lleva a cuestas en plazas y desfiles.
domingo, 11 de agosto de 2013
Rosario Castellanos (México, D. F., 25 de mayo de 1925 - Tel Aviv, Israel, 7 de agosto de 1974)
El otro
¿Por qué decir nombres de dioses, astros
espumas de un océano invisible,
polen de los jardines más remotos?
Si nos duele la vida, si cada día llega
desgarrando la entraña, si cada noche cae
convulsa, asesinada.
Si nos duele el dolor en alguien, en un hombre
al que no conocemos, pero está
presente a todas horas y es la víctima
y el enemigo y el amor y todo
lo que nos falta para ser enteros.
Nunca digas que es tuya la tiniebla,
no te bebas de un sorbo la alegría.
Mira a tu alrededor: hay otro, siempre hay otro.
Lo que él respira es lo que a ti te asfixia,
lo que come es tu hambre.
Muere con la mitad más pura de tu muerte.
domingo, 4 de agosto de 2013
Jaime Jaramillo Escobar
Yairo
contra mi ingle
Mi
cuchillo debajo de mi vestido, su vaina contra mi ingle.
Las flores de tu jardín temblaban en sus tallos.
Miré tus ojos junto a la reja. Dijiste: “Me vas a matar”.
Te precipitas sobre el timbre.
Se enciende la luz detrás de los cristales.
Te escondes en tu alcoba.
Mi cuchillo piensa: El amor y la muerte duermen juntos a los quince años.
Tu sangre corriendo por mis manos entre el pulgar y el índice.
Resurges mágicamente cuando el relámpago acuchilla el firmamento.
Hoy eres un presidiario, pero yo compuse un libro de amor en honor a tu adolescencia.
“El libro de Yairo” fue quemado y el humo subió derecho al Cielo,
pues era el sacrificio del puro Abel a su perverso dios.
En las noches de invierno te veo correr por la hierba húmeda, descalzo.
Hace diez años yo era un charco de amor en el invierno.
Tú chapoteando en las charcas en octubre.
Muchachos desnudos jugaban pelota en el campo de hierba mojada.
Tú preferías correr y mirar por los corredores.
¡Ay mi cuchillo!
Las flores de tu jardín temblaban en sus tallos.
Miré tus ojos junto a la reja. Dijiste: “Me vas a matar”.
Te precipitas sobre el timbre.
Se enciende la luz detrás de los cristales.
Te escondes en tu alcoba.
Mi cuchillo piensa: El amor y la muerte duermen juntos a los quince años.
Tu sangre corriendo por mis manos entre el pulgar y el índice.
Resurges mágicamente cuando el relámpago acuchilla el firmamento.
Hoy eres un presidiario, pero yo compuse un libro de amor en honor a tu adolescencia.
“El libro de Yairo” fue quemado y el humo subió derecho al Cielo,
pues era el sacrificio del puro Abel a su perverso dios.
En las noches de invierno te veo correr por la hierba húmeda, descalzo.
Hace diez años yo era un charco de amor en el invierno.
Tú chapoteando en las charcas en octubre.
Muchachos desnudos jugaban pelota en el campo de hierba mojada.
Tú preferías correr y mirar por los corredores.
¡Ay mi cuchillo!
El poeta dice:
Si de un amor queda un poema está muy bien:
eso indica que nos conmovió;
pero si no queda nada tanto mejor:
eso indica que no nos dejamos conmover.
Ay, pero él es tan sólo un poeta; no un amante.
Si de un amor queda un poema está muy bien:
eso indica que nos conmovió;
pero si no queda nada tanto mejor:
eso indica que no nos dejamos conmover.
Ay, pero él es tan sólo un poeta; no un amante.
viernes, 2 de agosto de 2013
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