miércoles, 31 de julio de 2013

Bazil Ft Alberto Stylee

lunes, 29 de julio de 2013

Marina Tsvatáieva, poeta rusa (1892-1941)





A  Alia

                                                   mi hija

 

Algún día, criatura encantadora,
para ti seré sólo un recuerdo,

perdido allá, en tus ojos azules,
en la lejanía de tu memoria.

Olvidarás mi perfil aguileño,
y mi frente entre nubes de humo,

y mi eterna risa que a todos engaña,
y una centena de anillos de plata

en mi mano; el altillo-camarote,
mis papeles en divino desorden,

Por la desgracia alzados, en el año terrible;
tú eras pequeña y yo era joven.

miércoles, 17 de julio de 2013

VASKO POPA (Serbia, 1922-1991)








SALIDA LOCA



Ellos me asustan diciendo 
Hay un tornillo suelto en mi cabeza 
Ellos me asustan más diciendo 
Me enterrarán 
En una caja con los tornillos
                                                         sueltos
Ellos me asustan pero poco se dan cuenta 
Que mis tornillos sueltos
Los asustan mucho más
El loco feliz de nuestra calle 
De mí también se jacta.




ANTES DEL JUEGO



Cierra un ojo y luego el otro  
Atisba en cada esquina de ti mismo  
Mira que no hay una
                               uña
                               un ladrón  
Observa que no hay huevos de  ningún cuco  
Cierra el otro ojo entonces  
Acuclíllate y salta  
Salta alto alto alto  
Sobre ti mismo  
Déjate caer entonces con todo tu peso  
Cae durante días interminables
Profundo profundo profundo  
Al fondo de tu abismo  

Quien no se rompa en pedazos  
Quien permanezca ileso y todo
                                 entero en alto
Juega.  



miércoles, 10 de julio de 2013

jueves, 4 de julio de 2013

María Paz Moreno (España)


 
 
 
 
 
Azules

                       

Al modo de un poema de Cavafis,

hoy escribo su cuerpo y lo recuerdo.

El pecho, la piel húmeda, los labios,

sus ojos… eran, me parece, azules…

sí, azules: como el zafiro mismo.

 

Como los amantes de Cavafis, yo

no pregunté su nombre, ni recuerdo

haber, para él, pronunciado el mío.

 

Nos dimos a la prisa y al deseo

en aquel cuarto incómodo y angosto

bajo un ruido ronco de motores

y después, sigilosos como gatos,

volvimos cada uno a nuestro asiento

cuando ya la voz neutra del piloto

ordenaba abrochar los cinturones

y anunciaba el inminente aterrizaje.