martes, 28 de junio de 2016
Del libro Las Quimeras y otros versos (Gerard De Nerval)
Anteros
Por qué en mi corazón hay tanta rabia, dices,
y en mi cuello flexible una cabeza indómita;
es porque yo provengo de la raza de Anteo
y hago volver los dardos contra el dios vencedor.
Yo soy de aquéllos, sí, que el Vengador alienta,
él me marcó la frente con su boca irritada,
bajo la palidez de Abel, llena de sangre,
del rubor implacable de Caín tengo a veces!
Jehovah, aquél que, vencido por tu genio, el postrero,
del fondo del infierno gritaba: "¡Oh tiranía!"
es mi abuelo Belús o mi padre Dagón...
Tres veces me bañaron en las aguas del Cócito,
y, único protector de mi madre Amalécita,
siempre a sus pies los dientes del viejo dragón, siembro.
y en mi cuello flexible una cabeza indómita;
es porque yo provengo de la raza de Anteo
y hago volver los dardos contra el dios vencedor.
Yo soy de aquéllos, sí, que el Vengador alienta,
él me marcó la frente con su boca irritada,
bajo la palidez de Abel, llena de sangre,
del rubor implacable de Caín tengo a veces!
Jehovah, aquél que, vencido por tu genio, el postrero,
del fondo del infierno gritaba: "¡Oh tiranía!"
es mi abuelo Belús o mi padre Dagón...
Tres veces me bañaron en las aguas del Cócito,
y, único protector de mi madre Amalécita,
siempre a sus pies los dientes del viejo dragón, siembro.
viernes, 24 de junio de 2016
La Odisea - Homero
«"Cíclope, ¿me preguntas mi célebre
nombre? Te lo voy a decir, mas dame tú el don de hospitalidad como me has
prometido. Nadie es mi nombre, y Nadie me llaman mi madre y mi padre y todos
mis compañeros."
«Así
hablé, y él me contestó con corazón cruel:
«"A
Nadie me lo comeré el último entre sus compañeros, y a los otros antes. Este
será tu don de hospitalidad."
*
«Entonces se extrajo del ojo la estaca
empapada en sangre y, enloquecido, la arrojó de sí con las manos. Y al punto se
puso a llamar a grandes voces a los Cíclopes que habitaban en derredor suyo, en
cuevas por las ventiscosas cumbres. Al oír éstos sus gritos, venían cada uno de
un sitio y se colocaron alrededor de su cueva y le preguntaron qué le afligía:
«"¿Qué
cosa tan grande sufres, Polifemo, para gritar de esa manera en la noche
inmortal y hacernos abandonar el sueño? ¿Es que alguno de los mortales se lleva
tus rebaños contra tu voluntad o te está matando alguien con engaño o con sus
fuerzas?"
«Y les
contestó desde la cueva el poderoso Polifemo:
«"Amigos,
Nadie me mata con engaño y no con sus propias fuerzas."
«Y ellos
le contestaron y le dijeron aladas palabras:
«"Pues
si nadie te ataca y estás solo... es imposible escapar de la enfermedad del
gran Zeus, pero al menos suplica a tu padre Poseidón, al soberano."
«Así
dijeron, y se marcharon. Y mi corazón rompió a reír: ¡cómo los había engañado
mi nombre y mi inteligencia irreprochable!
martes, 21 de junio de 2016
José Manuel Arango
[Detrás de la ventana oscurece.]
Detrás de la ventana oscurece.
El libro cae abierto dorso arriba como una tortuga.
El libro cae abierto dorso arriba como una tortuga.
Afuera están las calles olorosas a sudor y a frutas
podridas,
las calles del crepúsculo,
y lejos, en el flanco de la montaña, ralos pinares.
las calles del crepúsculo,
y lejos, en el flanco de la montaña, ralos pinares.
Miras. El cigarrillo cuelga del labio.
El saco cuelga del respaldo de la silla.
El saco cuelga del respaldo de la silla.
A la puerta de la pensión ríe ya la prostituta de cara
pintada
y la hoja de guayacán, a sus pies, es un poco de polvo amarillo.
y la hoja de guayacán, a sus pies, es un poco de polvo amarillo.
Pide el don de ver las calles, la vida, sin indiferencia
y sin amargura.
El anochecer atestado de maldiciones y de sueños
y al pervertido pobre que corre tras su amor barato.
El anochecer atestado de maldiciones y de sueños
y al pervertido pobre que corre tras su amor barato.
Detrás de la ventana habrá anochecido dentro de poco
y entonces, en vez de las calles y los techos, verás allí tu cara.
y entonces, en vez de las calles y los techos, verás allí tu cara.
lunes, 20 de junio de 2016
domingo, 19 de junio de 2016
domingo, 12 de junio de 2016
Mientras recorro las playas que no conozco - Walt Whitman
Mientras recorro las playas que no
conozco
Mientras escucho la endecha,
Las voces de los hombres y mujeres náufragos
Mientras aspiro las brisas impalpables que me asedian,
Mientras el océano, tan misterioso,
Se aproxima a mí cada vez más
Yo no soy sino un insignificante madero abandonado por la resaca,
Un puñado de arena y hojas muertas
Y me confundo con las arenas y con los restos del naufragio.
¡Oh! Desconcertado, frustrado, humillado hasta el polvo,
Oprimido por el peso de mí mismo
Pues me he atrevido a abrir la boca
Sabiendo ya que en medio de esa verbosidad cuyos ecos oigo
Jamás he sospechado qué o quién soy
A no ser que, ante todos mis arrogantes poemas,
Mi yo real esté de pie, impasible, ileso, no revelado
Señero, apartado, escarneciéndome con señas y reverencias burlonamente amables
Con carcajadas irónicas a cada una de las palabras que he escrito
Indicando en silencio estos cantos y, luego, la arena en que asiento mis pies.
Ahora sé que nada he comprendido, ni el objeto más pequeño,
Y qué ningún hombre puede comprenderlo.
La naturaleza está aquí a la vista del mar
Aprovechándose de mí para golpearme y para herirme
Porque me he atrevido a abrir la boca para cantar.
Mientras escucho la endecha,
Las voces de los hombres y mujeres náufragos
Mientras aspiro las brisas impalpables que me asedian,
Mientras el océano, tan misterioso,
Se aproxima a mí cada vez más
Yo no soy sino un insignificante madero abandonado por la resaca,
Un puñado de arena y hojas muertas
Y me confundo con las arenas y con los restos del naufragio.
¡Oh! Desconcertado, frustrado, humillado hasta el polvo,
Oprimido por el peso de mí mismo
Pues me he atrevido a abrir la boca
Sabiendo ya que en medio de esa verbosidad cuyos ecos oigo
Jamás he sospechado qué o quién soy
A no ser que, ante todos mis arrogantes poemas,
Mi yo real esté de pie, impasible, ileso, no revelado
Señero, apartado, escarneciéndome con señas y reverencias burlonamente amables
Con carcajadas irónicas a cada una de las palabras que he escrito
Indicando en silencio estos cantos y, luego, la arena en que asiento mis pies.
Ahora sé que nada he comprendido, ni el objeto más pequeño,
Y qué ningún hombre puede comprenderlo.
La naturaleza está aquí a la vista del mar
Aprovechándose de mí para golpearme y para herirme
Porque me he atrevido a abrir la boca para cantar.
viernes, 10 de junio de 2016
Tomás González
Era en julio, creo, época de lluvias.
Los caños, repletos, se habían derramado,
llenando el mar de lodo.
Las olas derrumbaban en la arena
su barro estrepitoso.
El barro corría por las calles
y subía a los ijares de cebúes que mugían,
arreados en la lluvia,
al frente de jinetes ululantes.
Como hiedras cafés, enredaderas turbias,
el barro se trepaba por la lluvia al aire.
Había barcos anclados frente al pueblo.
Y los barcos anclados frente al pueblo
que mecían su sombra en las tinieblas
por momentos perdían sus fronteras
y se unían sin remedio al lodazal eterno.
Los caños, repletos, se habían derramado,
llenando el mar de lodo.
Las olas derrumbaban en la arena
su barro estrepitoso.
El barro corría por las calles
y subía a los ijares de cebúes que mugían,
arreados en la lluvia,
al frente de jinetes ululantes.
Como hiedras cafés, enredaderas turbias,
el barro se trepaba por la lluvia al aire.
Había barcos anclados frente al pueblo.
Y los barcos anclados frente al pueblo
que mecían su sombra en las tinieblas
por momentos perdían sus fronteras
y se unían sin remedio al lodazal eterno.
viernes, 3 de junio de 2016
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