sábado, 27 de marzo de 2010

ORACIÓN DE VAILIMA - Robert Louis Stevenson


ORACIÓN DE VAILIMA

(Robert Louis Stevenson)

Vuelve un nuevo día
Y nos trae su pequeña serie de irritantes quehaceres
Y obligaciones.
Ayúdanos a actuar como hombres.
Ayúdanos a cumplir nuestra tarea
Con rostros amables y risueños.
Haz que la Alegría reine en el trabajo.
Permite que en este día
Vayamos jubilosamente a nuestros asuntos.
Llévanos fatigados, contentos y sin deshonor
A reposar en nuestros lechos;
y otórganos
Al fin de la jornada
El don del sueño

jueves, 25 de marzo de 2010

El profeta Oseas


Profeta del Antiguo Testamento, hijo de Beeri y el primero del grupo de los Doce Profetas Menores. Nacido hacia el año 800 a. C. y fallecido alrededor de 725 a. C., desarrolló su ministerio en el reino del norte (Israel), de donde procedía. Oseas predicó bajo el reinado de Jeroboam II (782-753 a. C.), en el momento de la catástrofe de Samaria, predicha por Amós unos años antes, y en tiempo de Azarías, Jotán, Ajaz y Ezequías. Por lo tanto, hay que ubicarle entre los años 750 a 725 a. C.
Se le atribuye la autoría del llamado Libro de Oseas, en el que el profeta denuncia la infidelidad del pueblo para con Yahvé y revela el amor tierno de Dios, comparable al del esposo que perdona a su esposa infiel o al del padre que ama a su hijo rebelde. El profeta combate las bien conocidas tendencias idolátricas del reino septentrional y el culto del becerro de oro (una polémica que tendría en Jerusalén sabor arcaico), llamando a su pueblo a la piedad interior, a la devoción espiritual que lo unirá a Dios en unos esponsales de amor. La presunta tumba de Oseas se encuentra en el monte que lleva el mismo nombre, y todavía los beduinos le ofrecen sacrificios.

El casamiento de Oseas con una prostituta

Muchos expositores de la Palabra, en épocas pasadas y actuales, han tenido serias dificultades para considerar que un Dios santo pudiera ordenar a uno de sus siervos que contrajera matrimonio con una mujer que vivía en el pecado. De hecho, muchos judíos consideran que este relato no se refiere a hechos reales, sino a una representación simbólica de tales hechos. Algunos estudiosos modernos han adherido a este pensamiento. Otros, en cambio, desean ver en la revelación de Jehová a Oseas la actitud de Israel hacia su Dios mostrada a manera de parábola. Pero no necesariamente debemos interpretar el texto de esta manera. Cabe la posibilidad, por ejemplo, de que la expresión «mujer fornicaria» (cap. 1:2) estuviera indicando, de manera anticipada, lo que Gomer haría luego de su casamiento. Pero también, por otro lado, dicha expresión podría indicar también que Gomer ya llevaba una vida inmoral antes de casarse, lo que sería perfectamente comprensible debido a la tan baja situación espiritual en la que se encontraba el pueblo. En el Antiguo Testamento hallamos otro ejemplo de la relación entre un israelita y una prostituta: “Salomón engendró de Rahab (la ramera) a Booz...” (Mateo 1:5).

domingo, 21 de marzo de 2010

Albert Camus, el filósofo transparente - Carlos Yusti


En el barrio de mis andanzas adolescentes, mi amigo Juan Aponte era un nietzscheano de piel oscura y racista. Por mi lado yo leía en sí no a Jean Paul Sartre y a Albert Camus. Juan me decía que leyera filósofos de verdad y no propagandistas partidistas con labia seudofilosófica. Como es lógico le hice poco caso a Juan, aunque también leí a Nietzsche y al final me atrapó Camus.

Sartre siempre me resultó algo vedette y estaba convencido de su rol de mandarín espiritual. Camus era la otra cara del rol del intelectual en la sociedad: reservado, prudente, humanista, con un alto sentido de la mesura y el equilibrio.

Sus libros siempre variados (novela, cuento, ensayo, teatro) no rehuían ningún tema y hurgaban en las sombras de la miseria humana para encontrar la luz perfecta de un humanismo activo y solidario.

Su pieza teatral Calígula escudriña el poder desde el absurdo y la locura, dejando al descubierto una lógica monstruosa, pero infalible en cuanto abyección y método. Su otra obra El malentendido enfoca el crimen como mecanismo de supervivencia y al final una vida sustentada en la vileza del asesinato descubre el absurdo doloroso como drama y tragedia.

Camus al igual que Sartre no es ese gran escritor modélico. En ambos el estilo pobre de narrar es sustituido por el armazón sólido de las ideas. En Camus hay mucho acartonamiento en sus novelas, redunda en explicaciones filosóficas que exploran la culpa, el nihilismo sin patrón, el caos social a causa de una tragedia colectiva, etc. En sus novelas y cuentos todo parece estudiado al detalle lo que le resta frescura a su estilo, sólo sus planteamientos e ideas sostienen sus propuestas literarias. Su novela emblemática, El extranjero, me resultó en su momento un recorrido en cámara lenta sobre el sin sentido de la condición humana, sobre ese proyecto del hombre sustentado en el vacío de sus acciones.El interés que todavía hoy despierta Camus radica en la flexibilidad de sus paradojas, urdidas tanto en sus novelas, piezas teatrales y ensayos, en esa elasticidad ética y esa fuerza moral reflexiva que impregna todo su obra. Susan Sontag hace bastante tiempo escribió: “En Camus no encontramos arte ni pensamiento de primera calidad. La extraordinaria aceptación de su obra sería explicada por una belleza de otro orden, la belleza moral, cualidad ésta descuidada por la mayoría de los escritores de este siglo. Otros escritores han estado más comprometidos, han sido más moralistas. Pero ningún otro aparece con más belleza, con más convicción, en su profesión de interés moral. Desgraciadamente, en el arte la belleza moral, como en la persona la belleza física, es extremadamente perecedera”.

Al existencialismo militante de Sartre es necesario oponerle esa rebeldía nihilista (sin pancarta) de Camus. Su actividad como conciencia cívica le empujó a mantener un delicado equilibrio. Nunca dio muestra de flaquezas y su separación del partido comunista en un momento histórico en el que el comunismo a la soviética estaba en la cúspide como organización social y política debió ser atosigante. Las voces fanáticas de siempre lo tildaron de traidor. Repudiado y vilipendiado en su momento fue reivindicado después que el gran Stalin murió y se pudo exhibir su armario repleto de crímenes, atrocidades, injusticias y caprichos sangrientos de tiranuelo caligulesco.

A Camus quizá se le recrimina su soltura, su informalidad a la hora de hacer de filósofo; ese estilo transparente y sin complejos de asumir la filosofía. El filósofo académico con cátedra y seguidores le resultaba irrisorio lo que lo llevó a decir: “No camines delante de mí, puede que no te siga. No camines detrás de mí, puede que no te guíe. Camina junto a mí y sé mi amigo”. Este estilo familiar, mundano, de filosofar, lo llevó a ser considerado un filósofo entre comillas. No obstante Bernard-Henri Lévy parece dar en el clavo cuando asevera que Camus es un filósofo artista: “Un filósofo que toma de todas partes las armas que necesita. Un filósofo que, además, nunca ha separado su vida de su aventura intelectual y, por tanto, siempre ha ejercido el doble juego de una vida escrita y unos libros intensamente vividos. Este tipo de filósofo inventa una actitud al mismo tiempo que produce una obra. Es autor de un estilo antes que de un sistema. ¿Pero no es ésa, según sus queridos griegos, la propia definición de la filosofía? ¿No es la imagen suprema de una disciplina que no se atribuía entonces más fin que el de decir bien cómo vivir bien y cómo vivir según el Bien? A ese Camus, ese moralista del que el mismo Sartre elogia, cuando muere, ‘su humanismo testarudo, estricto y puro, austero y sensual’, se le quiere como a un hermano, un hermano pequeño, eternamente joven...”.

Por la Internet viaja el documental sobre Camus Una tragedia de la felicidad, de Jean Daniel y Joël Calmettes, que se inicia con el filósofo haciendo una pantomima de una corrida de toros y un parlamento inicial que de alguna manera lo define: “La felicidad, al fin y al cabo, es una actividad original, hoy en día. Queda demostrado al tener que ocultarnos para disfrutarla. La felicidad hoy es como el crimen de derecho común: niéguelo siempre. No vaya diciendo, así, sin mala intención, ingenuamente: soy feliz. Porque enseguida se topará alrededor suyo, con su condena en bocas caninas. ‘Con que usted es feliz, joven, ¿y qué piensa de los huérfanos de Cachemira, de los leprosos de Nueva Zelanda que no son felices, eh?’. Y de repente, nos volvemos tristes como mondadientes. Pero a mí me parece que hay que ser fuertes y felices para ayudar a la gente en su desgracia”.

Sartre dijo de él, en la apasionada polémica, que terminó enemistándolos sin remedio, que llevaba a todas partes un pedestal portátil. Pedestal que muchos de sus lectores del pasado, de hoy y del futuro, le cargarían con gusto, cuestión que de seguro no harían con Sartre.

La gran lección de Camus fue que la rebeldía tiene límites si lesiona a otro ser humano, si se le causa daño a otro individuo y restringe, reprime o mutila su libertad, o como él lo escribió: “El revolucionario es al mismo tiempo rebelde o entonces ya no es revolucionario, sino policía y funcionario que se vuelve contra la rebelión. Pero, si es rebelde, acaba por levantarse contra la revolución”.

miércoles, 17 de marzo de 2010

lunes, 8 de marzo de 2010

Marginalia - W. H. Auden


Pintura de PABLO PICASSO
Al hombre muerto que nunca ha hecho morir a otros rara vez le erigen una estatua.
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Del último rey de una dinastía acabada rara vez se habla bien.
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La consigna del tirano: aquello que es posible es necesario.
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Los pequeños tiranos, amenazados por los grandes, creen sinceramente que aman la libertad.
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Ningún tirano ha temido jamás a sus geólogos y a sus ingenieros.
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A veces se ajusticia a los tiranos, pero sus verdugos, casi siempre, mueren en la cama.
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En los estados incapaces de aliviar la miseria, se ahorca el descontento.
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En los países semianalfabetos los demagogos cortejan a los adolescentes.
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Cuando los jefes de estado prefieren trabajar de noche, que se cuiden los ciudadanos.
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Justicia: permiso de picar un poquito más duro de lo que nos picaron.
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El introvertido es sordo al grito de su vecino por el pellizco del extrovertido.
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Cuando hacemos el mal nosotros y nuestras víctimas quedamos asombrados por igual.
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Temiendo o avergonzándose de decir no me gustas, bostezaba y se rascaba.
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Las maldades ejercen cierta fascinación, pero aquellos que las cometen son siempre fastidiosos.
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Alababa a su Dios por la habilidad de su torturador y de su cocinero.
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Mientras el imperio se desmoronaba se entretenía improvisando una moral, muy moral, en yambos de ritmo deficiente.
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Después de la masacre tranquilizaban su conciencia contando chistes.
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Renuente al principio de romper su promesa formal de amnistía, después de consultarlo con su confesor, con espíritu sereno firmó la orden de ejecución.
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Después de la Justa Guerra, la Guerra Santa que había salvado la cristiandad, hubo más palacios y clérigos, menos eruditos y casas.
(Según Ilsa Barea)
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La reina huyó dejando atrás unos libros que escandalizaron al pío usurpador.
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Nacido para coquetear y escribir versos jocosos, murió valientemente bajo el hacha del verdugo.
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En la próspera tranquilidad entre dos guerras llegó Anopheles.
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Bajo un soberano que despreciaba la cultura las artes y las letras florecieron.
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Reunida con pompa ceremonial, la dieta Imperial discutió gravemente una legislación que no tenía el poder de rechazar.
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Se escondía al ver que un ministro se acercaba con semblante preocupado.
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Los cultivadores de tabaco eran baptistas para quienes fumar era pecado.
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Abandonando a sus esposas huyó con las joyas y doscientos perros.
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Caminaba como alguien que nunca ha tenido que abrir una puerta solo.
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Después de la victoria sobre el tirano extranjero los patriotas mantuvieron las medidas policiales de emergencia expedidas para perseguirlos a ellos.
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Providencialmente en lo correcto por primera vez en su vida (aunque por motivos equivocados) al viejo maricón se le permitió salvar la civilización.
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Los fémures de animales atribuidos a santos que jamás vivieron, son sin embargo más santos que los retratos de conquistadores que, desgraciadamente, existieron.
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Como un Zola cualquiera metían la nariz en prisiones y burdeles, no, sin embargo, en busca de material, sino para consolar a sus semejantes.
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Con el mismo afecto bañaba a los enfermos y estudiaba papiros griegos.
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Un tipo colérico, cada rato se metía a defender los judíos contra la multitud, o a los pobres contra los guardianes de conejos del rey.
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Cuando se levantaba a decir sus oraciones en la mitad de la noche, le decía al marido (un pagano y mal tipo): tengo que ir al baño.
*
¿Quién habrá muerto, en 1965, con más merecimientos de honores que Lark, una vaca que dio a la humanidad ciento quince mil litros de leche?
*
Una vez hubo cagado en su nuevo apartamento empezó a sentirse en casa.
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Otro día entero desperdiciado. ¿Qué habrá que hacer? ¿Látigo, píldoras, paciencia? Sus pensamientos vagaban del sexo a Dios a los versos sin puntuación.
*
Qué alegres parecían los taburetes del bar a media tarde, liberados por unas cuantas horas del peso de los gastados derrotados sentaderos.
*
¿Cómo podía ayudarle? ¡Juventud infeliz! En fuga de un no-padre, de una madre incoherente, en busca... de qué?
*
Siendo un WASP, que va en metro, se pregunta por qué será que casi todas las caras aristocráticas que ve son negras.
*
La belleza que pasa le sigue encantando, pero ya no se voltea para mirarla.
*
Post coitum homo tristis. ¡Qué idiotez! Si pudiera se pondría a cantar.
*
La vergüenza, al envejecer, no es que el deseo se desvanezca (¿Quién se lamenta por algo que ya no necesita?): sino que haya que explicárselo a otro.
*
Pensamientos sobre la propia muerte, como rugido lejano de truenos en un picnic.
*
Poniéndose las medias, recuerda que su abuelo quedó frito en ese acto.

viernes, 5 de marzo de 2010

Konstandinos Kavafis



Tumba de Eurión(1912)

En esta tumba –rica en diseño,
toda en mármol de Tebas,
cubierta con lirios y violetas-
yace el hermoso Eurion,
un alejandrino de veinticinco años.
Descendiente de macedonios y magistrados
estudió filosofía con Aristokleitos
y con Paros, retórica, y en Tebas leyó las Sagradas Escrituras.
Redactó también una historia de la provincia de Arsinoe.
Todo eso al menos habrá de sobrevivirle.
Pero perdimos para siempre lo que era realmente precioso:
su cuerpo,
como una visión de Apolo.


Canción de Jonia
(1911)


Aun cuando rompimos sus estatuas
y les sacamos de sus templos
los dioses no han muerto.
Es a ti, tierra de Jonia, a quienes ellos aman,
es a ti, a quienes sus almas recuerdan.
Cuando llegan las mañanas de Agosto
un vigor emana de sus almas y se agita en tus aires
y a veces, un muchacho, de etérea juventud,
indefinible, como una sombra alada,
se aleja cruzando tus colinas.


Ante la tumba de Endimión
(1916)


Vine de Mileto a Latmos
en un blanco carruaje de cuatro mulas,
blancas como la nieve, con arneses de plata.
Navegué desde Alejandría en una nave púrpura
para hacer ritos secretos-
libaciones y sacrificios en honor de Endimión.
Aquí está su estatua y miro, con asombro,
su célebre hermosura.
Entonces mis esclavos arrojan sobre ella canastas de jazmines
y a mi cuerpo regresan los placeres de los días de ayer.


En la cubierta del barco
(1919)


Se parece a él, por supuesto,
este pequeño retrato hecho a lápiz.

Fue hecho de prisa, en la cubierta del barco,
una tarde mágica,
con el mar de Jonia rodeándonos.

Se parece a él, aún cuando le recuerdo más bello.
Era de una sensibilidad casi enfermiza
y eso iluminaba mas su rostro.
Y más hermoso me parece ahora
cuando le recuerdo hace ya tantos años.

Hace ya tantos años. Todo ha envejecido-
el retrato, el barco y la tarde aquella.


Días de 1909, 1910 y 1911
(1928)


Era el hijo de un marinero indigente, de una isla del Egeo.
Trabajaba para un herrero y vestía pobremente.
Sus zapatos gastados, sus manos manchadas de orín
y de aceite.

Al caer de la tarde, cuando cerraban la fragua,
si algo deseaba, una corbata cara, digamos,
una corbata para los domingos,
o si en una vitrina había visto alguna bella camisa,
por uno o dos pesos ofrecía su cuerpo.

Ahora me pregunto si en los tiempos antiguos
tuvo Alejandría, la gloriosa, un joven tan apuesto
y tan bello como este que perdimos.
Nadie hizo, por supuesto, su estatua o su retrato.
En aquel astroso taller, entre el calor de la fragua
y el penoso trabajo, entre el deleite y las pasiones,
terminaron sus días.

martes, 2 de marzo de 2010

En Siena - Aizawa Keizo




En Siena


Mi ángel cruza la plaza con un helado,
deslizándose junto a un auto,
en la sombra oscura de un castaño.
La cara de un niño que revienta de felicidad,
mi ángel se acerca aquí,
hacia un viejo que se desmorona,
que se cae en los escalones de una catedral donde duerme Santa Catalina.
Sonriendo, se acerca cruzando campos y montañas
en medio del verano, llevando mucho tiempo aquí,
yo, con el pelo veteado de gris,
el corazón rebosando de gratitud y calor.
Como si me dijera que él, también, está agotado por este largo viaje,
mi ángel conciliador se acerca
con un helado en ambas manos,
aún tan fresco como el lejano día en el que nos conocimos.
Con el tiempo, la aparición del viejo desaparecerá de los peldaños de la plaza,
el otoño, después el invierno. Para que no caiga una helada,
por favor, tiernísima banda de ángeles, abran sus alas de siete colores,
y por mi ángel que sostiene un helado,
apóyense con amor.