viernes, 30 de mayo de 2008

Émile Cioran






Me pregunto muchas veces porqué soy así, porque tengo que ser tan consciente de que la vida es una mierda, que tal como la vivimos, tal como la sociedad nos impone una rutina, unas obligaciones, unas normas, unas prohibiciones,... es difícil vivir, es un sinsentido, esto no es vida, y a veces pienso que para vivir así, mejor no vivir. Hay quién se pone metas, objetivos, cree en algo: en un dios, en el amor,... pero es difícil creer en algo, sino crees siquiera en ti mismo y en que tiene algún sentido el que cada día te levantes, vayas al trabajo, te conviertas en una especie de máquina durante unas ocho horas y luego vuelta a casa,.... ... ... ... y así día tras día. Nadie está contento y sin embargo no hacemos nada por cambiar las cosas porque no sabemos qué es lo que podemos hacer, no sabemos cual es la solución porque no la hay, la única solución, y aunque parezca absurda, es vivir en una dulce ignorancia, ser un iluso, un estúpido que no piensa ni ve más allá que lo que alcance su mirada. No aspirar a nada más que las migajas del pastel que caigan en tus manos, y ya está, ser un conformista, sin apenas voluntad ni decisión, una especie de marioneta que ni de moverse se preocupa porque ya hay otros que se encargan de ello. No vale la pena, ¿para qué?... en fin, vivo aburrido y escéptico. ¿La amistad? ¿el amor? ¿la familia?, conceptos que poco me dicen ya, y quizás no sea por desengaños sino porque no creo en sentimientos que son imposibles en una sociedad como esta, o en una vida como esta. El hombre está condenado a no vivir en paz nunca, allá donde vaya, se sentirá obligado a cambiarlo todo y a adaptarlo a su gusto, con la excusa de que es lo mejor. Así va destruyéndolo todo y creando mierda a su alrededor, porque si algo hay perdurable que pueda crear el hombre es mierda: suciedad y basura allá por donde pasa.
No existe un dios, no existe un diablo, estamos solos ante nuestro destino y de él deberíamos ser dueños, pero no es así, nos imponemos normas, absurdas en su mayoría para dominar la vida y las acciones de los demás. No existe un dios, no existe un diablo, porque si así fuese, ya se hubiesen encargado de destruir la humanidad, en vista de lo imperfecto de su naturaleza. El hombre es un gran fallo en la naturaleza, una imperfección, un virus que mata poco a poco. Quizás existan, y quizás no lo destruyen ¿porqué quién creería entonces en ellos?, ¿cual seria la razón de su 'existencia', ya que el hombre es el único ser 'racional' sobre este planeta que puede crear y creer en cosas irreales como entes superiores, ¿quién entonces iba a creer en ellos?, ¿quién iba a adorarlos y a alimentar su vanidad?.
No creo que le haya pedido demasiado a la vida, en realidad bien poco, esperaba algo más y ese algo más no ha llegado y no llegará (me temo). Sinceramente me gustaría estar a gusto con lo que tengo, y es eso precisamente lo que quiero pero no lo consigo, siempre quiero algo diferente a lo que tengo y cuando obtengo ese algo distinto (cuando lo logro) parece que ya no es tan bueno como pensaba o parecía, y es cuando miro hacia otro lado (para tratar de olvidar de eso que tengo y que no es lo que yo quería) y descubro que no, que estaba equivocado, que precisamente esta ahí, mi meta, mi objetivo, mis anhelos están ahí, y comienza la lucha otra vez para tratar de obtener ese otro 'caramelo' que he visto, y que llena otra vez mi vida con una ilusión, una nueva meta a conseguir. Pero la magia siempre desaparece cuando lo consigo, en los casos que no lo consigo, esa es la razón de mi malestar, de mi 'desgracia', el no conseguirlo, porque así justifico mi insatisfacción, mi desgana de vivir, mi completa indiferencia ante los acontecimientos. Saber esto y no saber que hacer para solucionarlo es desesperante. Cuando hace años tuve la lucidez de intentar suicidarme, ese creo que fue el momento más pleno y consciente de toda mi vida, el más real y más consecuente. Nada hay en esta vida que pueda llenar este enorme e insaciable agujero negro que anida en mi interior, todo se lo traga y desaparece como si nunca hubiese existido. El Vacío es mi sino y mi sentido de vivir, porque cuando eres joven te engañan con falsas promesas e ilusiones sobre la vida, y nada de ello es cierto. La vida no es gran cosa, además de no darte nada, es simplemente una estancia en una gran mansión, la cual no es más que la estancia contigua ni menos que la otra ni la de más allá,... todas son igual de insignificantes y carentes de sentido, porque no existe ese sentido que nos empeñamos en imprimir a todos nuestros actos y a todas nuestras decisiones. Nada de lo que hagamos va a cambiar nada realmente, nada,... porque nada somos y en nada nos convertiremos, por los siglos de los siglos hasta el final de esta mierda de mundo.

Antístenes



"Consulta el ojo de tu enemigo, porque es el primero que ve tus defectos."

"Las pasiones tienen causas y no principios."

"Los cuervos devoran a los muertos y los aduladores a los vivos."


1. Antístenes, hijo de Antístenes, fue ateniense. Objetábanle, como en desprecio, que era oriundo de otras regiones, a que respondió: «También la madre de los dioses es de Frigia». Parece que su madre fue de Tracia; así, habiendo peleado valerosamente en la guerra de Tanagra, hizo decir a Sócrates «que de dos atenienses no hubiera nacido tan esforzado». Igualmente el mismo Antístenes, a los atenienses que se jactaban de ser indígenas, los humilló diciendo «que en esto no eran de mejor condición que los caracoles y los saltones». Al principio fue discípulo del orador Gorgias, por cuya razón en sus diálogos manifiesta estilo retórico, singularmente en el titulado La verdad y en los Exhortatorios. Hermipo dice que tenía resuelto en los juegos ístmicos vituperar y alabar a los atenienses, tebanos y lacedemonios, pero que después lo omitió, viendo eran muchos los concurrentes de estas ciudades. Después fue discípulo de Sócrates, y aprovechó tanto en él, que exhortó a sus discípulos se hiciesen sus condiscípulos en la escuela de Sócrates. Habitaba en El Pireo y andaba cada día los 40 estadios (346) para oír a Sócrates, del cual aprendió a ser paciente y sufrido, imitó su serenidad de ánimo, y así fue el fundador de la secta cínica.
2. Que el trabajo es bueno, lo confirmaba con el ejemplo de Hércules el Grande y de Ciro, trayendo aquél de los griegos y éste de los bárbaros. Fue el primero que definió la oración, diciendo: «La oración es una exposición de lo que era o es». Decía a menudo: «Primero maniático que voluptuoso». Y asimismo: «Conviene tratar con aquellas mujeres que correspondan agradecidas». A cierto joven que, habiendo de ir a su escuela, le preguntó de qué necesitaba, le respondió: «De un cartapacio nuevo, de una pluma nueva y de una tablita nueva» (347), manifestando por ello que necesitaba de juicio. A uno que le preguntaba de qué calidad debía ser la mujer con quien se casaría, le dijo: «Si la recibes hermosa, será común a otros; si fea, te será gravosa.» Habiendo oído en cierta ocasión que Platón decía mal de él, respondió: «De reyes es el oír males habiendo hecho bienes.» Cuando fue iniciado en los misterios órficos, como el sacerdote le dijese que los iniciados en tales misterios eran participantes de muchos bienes en el infierno, respondió: «Pues tú, ¿por qué no te mueres?» Objetándole una vez el que no era hijo de dos libres, respondió: «Ni tampoco de dos palestritas o luchadores, y no obstante, soy palestrita.»
3. Preguntado por qué causa tenía pocos discípulos, respondió: «Porque no los arrojo de mí con vara de plata.» Preguntado también por qué corregía a sus discípulos tan acerbamente, dijo: «También los médicos a los enfermos.» Habiendo una vez visto a un adúltero, dijo: «¡Oh infeliz, de cuánto peligro huir pudiste con un óbolo!» Según Hecatón en sus Críos, solía decir «que es mejor caer en poder de cuervos que en el de aduladores; pues aquéllos devoran los muertos, éstos los vivos». Preguntando qué cosa era la mejor para los hombres, respondió: «El morir felices.» Lamentándose una vez en su presencia un amigo suyo de que había perdido unos Comentarios, le dijo: «Convenía los hubiese escrito en el alma, y no en el papel.» Decía «que como el hierro es comido de la escoria, así de la propia malignidad los envidiosos. Que los que quieren ser inmortales deben vivir pía y justamente. Que las ciudades se pierden cuando no se pueden discernir los viles de los honestos.» Alabado una vez por ciertos hombres malos, dijo: «Temo haber cometido algún mal.»
4. Decía «que la vida unánime y concorde de los hermanos es más fuerte que toda muralla. Que para la vida se deben prevenir aquellas cosas que en un naufragio salgan nadando con el dueño» (348). Afeándole en cierta ocasión el que andaba con los malos, respondió: «También los médicos andan con los enfermos, y no cogen calenturas». Llamaba «cosa absurda quitar el joyo de las mieses, y del ejército los soldados inhábiles, sin arrojar de la república los malos.» Preguntado que había sacado de la filosofía, respondió: «Poder comunicar conmigo mismo.» A uno que en un convite le dijo que cantase, le respondió: «Toca tú la flauta.» A Diógenes, que le pedía una túnica, le dijo «que doblase el manto». Preguntado qué disciplina es la más necesaria, dijo: «Desaprender el mal.» A los que oían se hablaba mal de ellos, los amonestaba «a que lo sufriesen con paciencia aún más que si uno fuese apedreado».
5. Motejaba a Platón de fastuoso; y en cierta pompa pública, viendo relinchar a un caballo, le dijo: «Paréceme que tú hubieras sido un bellísimo caballo.» Dijo esto porque Platón alababa mucho cierto caballo. Habiendo venido una vez a visitar a Platón, que estaba enfermo, y mirando una vasija en que había vomitado, dijo: «Veo aquí la cólera; pero el fasto no lo veo.» Aconsejaba a los atenienses hiciesen un decreto de que los asnos eran caballos; y teniendo ellos esto por cosa irracional, dijo: «Pues entre vosotros también se crean generales de ejército que nada han estudiado, y sólo tienen en su favor el nombramiento.» A uno que le decía: «Muchos te alaban», le respondió: «Pues yo, ¿qué mal he hecho?» Como pusiese una vez a la vista la parte más rasgada de su palio, mirándolo Sócrates, dijo: «Veo por el palio tu gran sed de gloria.» Preguntado por uno (así lo dice Fanias en el libro que compuso De los socráticos) qué debía hacer para ser honesto y bueno, le respondió: «Aprende a ocultar tus vicios de los que los conocen» (349). A uno que loaba las delicias, le dijo: «Los hijos de los enemigos viven deliciosamente.» A un joven que se hermoseó demasiado para ser retratado de relieve, le dijo: «Di tú: si el bronce recibiese voz, ¿de qué piensas se gloriaría?» Diciendo él que de la hermosura, respondió: «¿Pues no tienes vergüenza de parecerte en la alegría a un inanimado?» Habiéndole un joven póntico ofrecido que lo cuidaría mucho luego que llegase su nave cargada de pescado salado (350), tomando él un costal vacío se fue a una vendedora de harina, y llenándolo bien, se lo llevaba; mas como la mujer pidiese el valor de la harina, le dijo: «Este joven lo dará cuando llegue su nave con pescado salado.»

Demócrito en frases



"Hay hombres que trabajan como si fueran a vivir eternamente."
"Quien procede injustamente es más desgraciado que la víctima de su injusticia."
"El que a nadie ama, me parece que por nadie es amado."
"Las riquezas no consisten tanto en la posesión de los bienes como en el uso que de ellos se hace."
"Los jóvenes son como las plantas: por los primeros frutos se ve lo que podemos esperar para el porvenir."
"El hombre no es infeliz mientras no es injusto."
"La verdadera hermosura y la gala mas precosa de la mujer es el hablar escaso."
"La naturaleza se basta a sí misma; por esto vence con lo menos y con lo seguro, las demasías de la esperanza."
"Vida sin fiestas es como largo camino sin posadas."
"Aunque estés solo, no debes decir ni hacer nada malo. Aprende a avergonzarte más ante ti que ante los demás."

Poesía Colombiana


Árbol talado






Talaron todas
sus ramas.
Amputado,
continúa atado al negro suelo
que bebe sol.
El tronco clavado
como una cruz.
Talaron todas sus ramas,
no tiene semillas
ni frutos.
¿Por qué el aserrador
hizo a medias la tarea?
Árbol talado,
a la deriva,
los muñones a cielo abierto.
Tan cerca y tan lejos
de la luna
los días
la muerte
la vida.

Todo bajo control, 6




Hace cincuenta años
se memorizaban direcciones y fechas,
no números de teléfono.
Hace un siglo
se memorizaban
plegarias, canciones y versos.
Hoy memorizamos
el número del celular
y la clave del cajero.
Los abuelos nunca soñaron
que la plata
fuera a salir de la pared.
No imaginaron
locales de cabinas telefónicas atestados
ni a la gente caminando y hablando sola
por el auricular.
Y pensar
que antes del sofá de la T.V.
existió el diván de Freud,
que antes de decir: ¿tienes minutos?
se decía: ¿tienes horas?
Hubo una época,
cuesta creerlo,
en que el mundo
no tenía pantalla.
Al atardecer,
sin comerciales,
el sol y su cortejo de nubes
rodaban cada vez
una película distinta.

Sí AY agujas, 5




A diferencia de Z,
entendiste
(y eso me hace recordar a I)
que A + B
nunca resulta
la misma ecuación.
O dio en el clavo
al decirme:
¿creíste vivir con P
lo que en vano
habías anhelado
repetir con S?
Tú,
E, F,
K o M
le habrían reinventado
el mundo a cualquiera,
ya ves…
Si, como parece,
nos pasa ahora
lo que desató H,
advirtió C
y Z ignora,
no me asombra.
Al lado de T y de W
seré otra letra
en tu abecé.
Una cuenta
del collar
donde te ensartas.


John Galán Casanova. Poeta y ensa­yis­ta. Estudió literatura en la Universidad Nacional de Colombia. Ha publicado los libros de poe­mas ALMAC N AC STA (Colcultura, 1993; Premio Nacio­nal de Poesía Joven), EL CORAZ´N PORTÁTIL (Lealón, 1999) y AY YA (Edi­ciones El Ate­neo, 2002). Es autor de una mono­gra­fía sobre el cronista antioqueño Luis Te­jada Cano (“Luis Tejada: crítica cró­ni­ca”, Boletín Cultural y Bibliográfico, Ban­co de la República, vol. XXX, núm. 33). Sos­tuvo la columna de opinión “En el cami­no” para el periódico El Es­pec­ta­dor (julio de 1994-noviembre de 1995).

miércoles, 28 de mayo de 2008

Literatura Universal


Blues de San Francisco



13

Esta bella ciudad blanca
en el otro extremo del país
ya no estará disponible para mi
He visto al cielo moverse
Dije 'Esto es el fin'
porque estaba cansado
de todo portento
Si en algún momento
me necesitás
llamame
Estaré
en el otro extremo
esperando
en el muro final

El último hotel



El último hotel
Yo puedo ver la pared negra
Yo puedo ver la silueta en la ventana
Él está hablando
Yo no estoy interesado en lo que dice
Solo me interesa el hecho de que éste es
el último hotel

El último hotel
Fantasmas en mi cama
Hombres lascivos de los que me aproveché
El último hotel

Poema sobre el Doctor Sax 10



En sus años declinantes el Doctor Sax era un viejo vago viviendo
en hoteles destartalados ubicados en los ruinosos alrededores
de la calle 3 en SF_ Él era un anciano genio de locas melenas
a quien el pelo le crecía de las fosas nasales, como el pelo
que le crecía de la nariz a Aristadamis Kaldis el pintor,
y tenía cejas extendidas, de una pulgada, como las
cejas de Daisetz Susukio el Maestro Zen de quien
se ha dicho, que, cejas de ese tipo tardan toda
una vida en crecer tan largas y de ese modo
representan al arbusto del Dharma que una
vez que echa raíces es demasiado fuerte
para arrancarlo con las manos o con
un caballo______


Que esta sea una lección para todas aquellas
chicas que se depilan las cejas y para
ustedes (también) jóvenes cantantes
del coro que acaban detrás del
monumento
en la catedral
de San Pablo
(“gritándoles a sus madres
en hogares lejanos
Mater Mia, estáte en casa
para la Pascua”)


El Doctor Sax maestro conocedor de la Pascua
reducido a sus penurias se contentaba
mirando los vitraux de las viejas iglesias
Sus únicos 2 amigos en esta vida, esta imposible
vida dura en la que no importan las condiciones
en las que se manifiesta, eran Bela Lugosi y Boris
Karloff, quienes una vez al año atravesaban
con sus cabezas gachas
las brumas del atardecer
para visitarlo en su habitación
de la calle 3,
mientras las campanas de San Simón tañían
las tristes notas de “Kathleen”
música dolorosa que flotaba
sobre los techos de los viejos hoteles
donde otros viejos similares al Doctor Sax
se sentaban en las camas del dolor inclinando sus
cabezas
con sus rosarios en los pies , Oh, gimiendo
por los hogares para las palomas perdidas
o la blanca paloma del tiempo inmemorial
de las rosas
de la no nacida
felicidad del asombro_____

Y ahí Sax y Bela se sentaban en la pequeña habitación
Sax en el borde de su cama con una botella de vino
malo en su mano, Bela en la vieja mecedora y Boris
permanecía de pie a un costado del lavatorio
y suspiros_____


Entonces Sax decía lo de siempre
“Por favor hagan de monstruos para mí”
y por supuesto los viejos actores que lo amaban
profundamente y lo venían a visitar por una humana
tierna sentimentalidad –ninguna monstruosa razón-
protestaban, pero él se emborrachaba y
lloraba_ Boris entonces era el primero: extendía los brazos
y hacía de Frankestein ¡UCK!
luego Bela se ponía
de pie estiraba su capa ensayaba su mirada
maliciosa y se aproximaba a Sax que como de costumbre
chillaba asustado______



Jack Kerouac
Escritor estadounidense que fue el primero en emplear el término Beat Generation para referirse al grupo de escritores estadounidenses de los años cincuenta, entre los que él mismo figuraba, que mostraban su rechazo a la corriente social mayoritaria a través de su literatura ajena a todo convencionalismo y su estilo de vida alternativo. Kerouac nació en Lowell (Massachusetts). Su novela más famosa y en gran parte autobiográfica, En el camino (1957), es un relato espontáneo sobre unas gentes que fundamentalmente viajan mucho por Estados Unidos con desplazamientos rápidos, viviendo esa experiencia como fin en sí misma y en medio del alcohol, el sexo, las drogas y el jazz. Los vagabundos del Dharma (1958), una novela más convencional, aborda el tema del desarrollo personal a través del budismo Zen. Siguieron Angeles de desolación (1958), quizá su obra más intensa, y Tristesse (1960). Big Sur (1962), describe la retirada de un líder beat a la costa californiana en un intento de rehacer su vida. Kerouac escribió también Mexico City Blues (1959), un libro de poesía en el que experimenta con los ritmos y sonidos de la palabra y el jazz, y libros de viajes como El viajero solitario (1960).