domingo, 16 de junio de 2013

El terrorismo es una forma de cultura del entretenimiento - Peter Sloterdijk


 
 
 
 
Pasa por ser una de las mentes más brillantes de Alemania, pero también de las más polémicas. Esta semana ha presentado en España «Esferas» (Siruela), segundo volumen de una trilogía
 

Usted ha escrito que «la cultura humanística, basada en el libro y en una educación monopolizada por el sacerdote y el maestro, ha perdido definitivamente su capacidad para moldear al hombre». ¿Cree que ha muerto el humanismo? ¿Qué lo sustituye? ¿Hemos entrado en una época acultural?


-No creo que pueda haber algo así como una época acultural, por la sencilla razón de que los hombres, de pies a cabeza, son criaturas de la civilización. Pero hay diferentes modos de civilización, y por ello podemos hablar de rotura de una época. El humanismo no está realmente muerto, puesto que, por ejemplo, hay unos últimos eruditos, que beben de las fuentes griegas y romanas. Pero, sobre todo, en la Europa Central, en la Europa del Norte, el poder educador del humanismo clásico ha terminado. En los años 50 y 60 del siglo pasado hubo en Alemania como un renacimiento del humanismo clásico, que reaccionó contra la época bárbara nazi. Después se impuso otra vez la modernización generalizada, que empezó tras la primera guerra mundial en todo el mundo occidental. Desde entonces, ni el libro ni la Iglesia gozan del poder como educadores. Ese lugar ahora lo ocupa el capitalismo. La pedagogía que formaba al hombre con lo escrito y por la palabra de Dios se ha sustituido por otra en la que impera la voz del mercado y del dinero. Los nuevos educadores han dejado ya su huella en los hombres de hoy día.

-«La Universidad (y con ella la sociedad entera) se juega su destino en el tratamiento que conceda a los saberes humanísticos», ha escrito el filósofo español Alejandro Llano. ¿Está usted de acuerdo con ese dictamen?

-Yo diría que esa frase está pronunciada desde un barco que se hunde. Da la sensación de que ese autor tiene el agua hasta el cuello. En ese sentido, es correcta. Las humanidades eran el centro de las viejas universidades, junto con la teología, que antes era la reina de las universidades europeas. El filósofo español ha reproducido la idea de la Universidad romántica alemana. Pero hoy día hay que admitir que se ha pasado página, y que los estudios humanísticos ya no están en el centro. Hoy día hay sólo una gran materia de estudios, son los Capital studies (estudios del capital) o los Money studies (estudios de dinero). Todas las materias universitarias se transforman por el poder educador del mercado, incluso la medicina, o la ética. El destino de la Universidad se ha decidido ya, y el imperativo del mercado está en ejercicio.

-En la Ética clásica hay un concepto central, que es el de «vida lograda». ¿Qué es para usted la «vida lograda»? ¿Aspira a ella o se conforma con «sobrevivir», como tantas personas en nuestra sociedad contemporánea?

-Podría responder que después de una gran crisis social o política, el sobrevivir es ya la vida lograda. Si se está en una situación, por así decir, de paz, se puede pensar en algo superior, y entonces se intenta no sólo sobrevivir, sino que se tienen otras aspiraciones vitales. En esta sociedad de consumo, nolens volens, todos los hombres comparan entre ellos su felicidad. Por eso se ha hecho muy difícil decir cuándo se es feliz o por lo menos se está contento. Se piensa constantemente en que se podría ser más feliz de lo que se es. El concepto de la vida lograda es un concepto peligroso, porque es el concepto de la vida lograda de los otros.

(Sloterdjik observa cómo su acompañante en España, de la editorial Siruela, lee la prensa, y me comenta: «Como decía Hegel, «leer el periódico es la oración matinal realista del hombre moderno»». Continúa la entrevista).

-La sociedad en que vivimos da por supuesto que el único horizonte vital es tener más y vivir mejor, en el sentido de vivir más cómodamente. ¿Cuáles son los horizontes vitales fundamentales para usted?

-No necesariamente esos. Depende de cómo se interprete el «más» y «mejor». Si se interpreta la frase sólo en el sentido cuantitativo hedonista, nos metemos de hecho en un camino muy problemático. La filosofía clásica era, propiamente, una escuela del éxtasis contemplativo, para la cual la forma mayor de felicidad consistía en reconocer que no había nada que hacer. Eso es difícil de compatibilizar con el moderno activismo y pragmatismo. La interpretación emocional, la interpretación importante de la perfección es das Feiern.

-La fiesta.

-Sí, la fiesta y la siesta (se ríe, pronunciando estas palabras en español). Se ha de buscar cada día el contacto con la perfección. De lo contrario, uno se convierte en una víctima del activismo, del pragmatismo y del barbarismo. Por cierto, he leído con inquietud que esa buena costumbre de la siesta la están perdiendo ustedes, los españoles, por la influencia de otros países de la Unión Europea.

-Sí, en parte. Yo sé de fuente certera que otro gran filósofo alemán era muy amigo de la siesta, y la practicaba.

(Terminado el capítulo de la siesta, sigue la conversación).

-¿Qué es para usted el terrorismo? ¿Cuál sería el camino para acabar con él, si es que se puede?

-El terrorismo es una forma de cultura del entretenimiento. Los terroristas son entretenedores armados, que interpretan nuestro sistema de medios de comunicación. Lo único que se podría hacer contra el terrorismo es ignorarlo. Piense usted por qué no lo podemos ignorar. La respuesta es porque el sistema mediático es un cómplice del terrorismo. El sistema mediático apoya la fascinación por el terrorismo. Esto se remonta ya a lo mágico; y a la atracción de que se hablaba en el Renacimiento, el «encantar» y «des-encantar» (zaubern y ent-zaubern, en alemán). Ya se lo plantearon entonces. Pero el sistema mediático no quiere una liberación. Organiza competiciones de fascinación. Los medios llaman a la policía, y en esa misma medida, recompensan a los terroristas. El alma no distingue el dinero, o el capital, no ha oído hablar de esas palabras. El medio de pago del alma es la atención.

-¿Qué pretende usted con su gran proyecto filosófico, su trilogía «Esferas»?

-El tercer tomo se publicará en castellano el año que viene, suponiendo que mi editorial, Siruela, y mi traductor, el filósofo Isidoro Reguera, trabajen tan aplicadamente como hasta ahora. Pero todo habla a favor de que será así. Con «Esferas» he cumplido un sueño, el sueño de un filósofo que narra la ruptura del mundo moderno. Con «Esferas» he intentado fijar el lugar y el espacio en el pensamiento. Porque la vida es un suceder en un lugar concreto.

-¿Cuál es para usted el pensador más agudo del siglo XX?

-(Piensa un rato largo). Paul Valéry.

-¿También como filósofo?

-Sí. Junto a él, el escritor más inteligente del siglo XX es Robert Musil.

-¿De nuevo como filósofo?

-Sí, también como filósofo. Heidegger es el rey del siglo XX en filosofía, pero en comparación directa con Musil es un autor mucho más pobre.

-Supóngase que estuviera aconsejando a un joven a quien estima, y que se quiere iniciar en el mundo filosófico. ¿Qué tres obras le recomendaría?

-Tengo que reaccionar como pedagogo, y el pedagogo no enseña sus propias obras. Heidegger nunca dio clase de sus libros, sino que enseñó a San Agustín y Aristóteles. ¿Qué recomendaría? En primer lugar, «El nacimiento de la tragedia», de Nietzsche, una teoría del arte.
En segundo lugar, a Andy Warhol, con su libro: «The philosophy of Andy Warhol. From A to B and back again». Ahí encuentro una frase que es como el resumen del siglo XX: Shopping is much more american than thinking (comprar es mucho más americano que pensar). Además, le pediría al joven que hiciera un esfuerzo y leyera «El hombre sin atributos», de Musil, toda una fenomenología. Su idea central es la superioridad del observador frente al productor.

-Algo que tiene que ver con la vida lograda.

-Sí. Un filosofía de la vida y del arte. Más adelante, en otras islas, cuando hubiera terminado con esos libros, podría leer «Esferas» (se ríe y pide permiso para encenderse un puro).

-Por cierto, creo recordar que Marcel Reich-Ranicki, el «Papa» de la crítica literaria alemana, escribió no hace mucho en el diario «Frankfurter Allgemeine Zeitung» que «El hombre sin atributos» no era buena literatura.

-Sí. Correcto. Reich-Ranicki tiene un gusto muy vulgar. Su género preferido es la novela trivial, erótica.

-En el tomo primero de «Esferas» reflexiona sobre el Génesis y la creación. ¿Pero existe Dios?

-Hago una nueva descripción de la historia de la creación, pero sin ninguna implicación ontológica. La palabra «Dios» designa la resonancia entre los hombres y lo desconocido.

-¿Tiene usted esperanza? ¿Es usted optimista?

-No, soy pesimista como persona privada. Como filósofo, por profesión, estoy condenado a ser optimista.

-¿Piensa que Turquía tendría que llegar a formar parte de la Unión Europea?

-Creo que la pregunta es absurda. Por qué sí Turquía, y no Egipto, Libia, etc. Además, para Turquía da igual. Eso lo saben los jóvenes burócratas turcos de Ankara. Todo lo que pueden lograr como miembros de la Unión Europea lo pueden lograr también con tratados bilaterales. Lo demás es demagogia.

-Si hay algo así como una unidad europea, ¿cuál cree que es su verdadero fundamento?

-Yo he hecho una propuesta y diría que los europeos son aquellos que beben vino porque el criterio cristiano ya no es suficiente.

-En Alemania, cerveza.

-Ahora también vino. El vino es un criterio muy exclusivo, porque están también los escandinavos. Luego viene la escritura latina. En fin, el euro, la escritura latina y el vino. Y el fútbol. (Nos reímos). Y topamos otra vez con Turquía, cuyos equipos juegan en la Liga de Campeones.

-¿Sabe que el ex entrenador del Real Madrid se va a Turquía?

-Nosotros también tenemos entrenadores allí. Uno, además, que tuvo problemas con la cocaína.
 

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