IV
Mi tío bebe en un salón vacío. Detrás del humo de un cigarro brilla
la mariposa de su copa en vilo;
gira y de pronto tiembla hasta posarse
un instante en sus labios. Y regresa
a la promesa de un gastado vuelo. Mi tío bebe en un salón sin nadie
mirándose a las manos fijamente
para saber que existe: allí está él
de su silla a su copa, al rostro único
que un reloj le devuelve a cada instante. Un hombre bebe, bebe, está bebiéndose
a lentos y profundos sorbos. Todo
cae en su río, sigue en su corriente,
porque la sed no cede y es temprano
para que duerma y se vacíe el mundo.
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