jueves, 31 de enero de 2013

Mr roboto - Styx

sábado, 26 de enero de 2013

Frank Báez





MIRAMAR, 1986




Recuerdo esa noche de 1986

en que todos los vecinos se subieron

en las azoteas de las casas

a ver el paso del cometa Halley.

Destaparon cervezas y bebieron por horas

hasta que alguien anunció que ahí estaba y entonces

todos en sus azoteas se pusieron de pie

y aplaudieron cuando lo vieron pasar por el cielo

como un candidato en campaña.

Han pasado veinticuatro años.

Dentro de cincuenta y dos pasará de nuevo.

Igual que un espermatozoide extraviado

en el útero de una adolescente,

tratará nuevamente de fecundar el planeta.

El insomnio - Virgilio Piñera





El hombre se acuesta temprano. No puede conciliar el sueño. Da vueltas, como es lógico, en la cama. Se enreda entre las sábanas. Enciende un cigarrillo. Lee un poco. Vuelve a apagar la luz. Pero no puede dormir. A las tres de la madrugada se levanta. Despierta al amigo de al lado y le confía que no puede dormir. Le pide consejo. El amigo le aconseja que haga un pequeño paseo a fin de cansarse un poco. Que enseguida tome una taza de tila y que apague la luz. Hace todo esto pero no logra dormir. Se vuelve a levantar. Esta vez acude al medico. Como siempre sucede, el médico habla mucho pero el hombre no se duerme. A las seis de la mañana carga un revólver y se levanta la tapa de los sesos. El hombre esta muerto pero no ha podido quedarse dormido. El insomnio es una cosa muy persistente.

sábado, 12 de enero de 2013

Olga Orozco





Aquí están tus recuerdos...




Aquí están tus recuerdos:

este leve polvillo de violetas

cayendo inútilmente sobre las olvidadas fechas;

tu nombre,

el persistente nombre que abandonó tu mano entre las piedras;

el árbol familiar, su rumor siempre verde contra el vidrio;

mi infancia, tan cercana,

en el mismo jardín donde la hierba canta todavía

y donde tantas veces tu cabeza reposaba de pronto junto a mí,

entre los matorrales de la sombra.



Todo siempre es igual.

Cuando otra vez llamamos como ahora en el lejano muro:

todo siempre es igual.

Aquí están tus dominios, pálido adolescente:

la húmeda llanura para tus pies furtivos,

la aspereza del cardo, la recordada escarcha del amanecer,

las antiguas leyendas,

la tierra en que nacimos con idéntica niebla sobre el llanto.



-¿Recuerdas la nevada? ¡Hace ya tanto tiempo!

¡Cómo han crecido desde entonces tus cabellos!

Sin embargo, llevas aún sus efímeras flores sobre el pecho

y tu frente se inclina bajo ese mismo cielo

tan deslumbrante y claro.



¿Por qué habrás de volver acompañado, como un dios a su mundo,

por algún paisaje que he querido?

¿Recuerdas todavía la nevada?



¡Qué sola estará hoy, detrás de las inútiles paredes,

tu morada de hierros y de flores!

Abandonada, su juventud que tiene la forma de tu cuerpo,

extrañará ahora tus silencios demasiado obstinados,

tu piel, tan desolada como un país al que sólo visitaran cenicientos pétalos

después de haber mirado pasar, ¡tanto tiempo!,

la paciencia inacabable de la hormiga entre sus solitarias ruinas.



Espera, espera, corazón mío:

no es el semblante frío de la temida nieve ni el del sueño reciente.

Otra vez, otra vez, corazón mío:

el roce inconfundible de la arena en la verja,

el grito de la abuela,

la misma soledad, la no mentida,

y este largo destino de mirarse las manos hasta envejecer.



jueves, 10 de enero de 2013

sábado, 5 de enero de 2013

José Manuel Arango




IX




vagó toda la noche por calles desiertas



maldiciendo







alguien lo llamó por un nombre que no era el suyo



pero sabía que era a él a quien llamaban