domingo, 4 de mayo de 2014

Carlos Drummond de Andrade





Elegía 1938


Trabajas sin alegría para un mundo decadente,
Donde las formas y los actos no guardan ningún significado,
Practicas laboriosamente los gestos universales,
Sientes calor y frío, falta de dinero, hambre y deseo sexual.

Los héroes calman los parques de la ciudad donde te arrastras
Y pregonan la virtud, la renuncia, el valor, la reproducción.
De noche en la neblina, abren paraguas de bronce
O se acogen entre los libros de siniestras bibliotecas.

Amas la noche por el poder de aniquilamiento que encierra
Y sabes que, durmiendo los problemas te dispensan de morir.
Pero el terrible despertar comprueba la existencia de la gran máquina
Y te repone, tan pequeño, frente a palmeras indescifrables.

Caminas entre muertos y con ellos conversas
Sobre asuntos del tiempo futuro y negocios del espíritu.
La literatura ha estragado tus mejores horas de amor.
Y al teléfono perdiste el tiempo, el muchísimo tiempo de sembrar.

Corazón orgulloso, tienes prisa por confesar tu derrota
Y postergar para otro siglo la felicidad colectiva.
Aceptas la lluvia, la guerra, el desempleo y el injusto reparto
Porque no puedes, tú sólo, dinamitar la isla de Manhattan.


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