lunes, 27 de octubre de 2014

José Manuel Arango




XVIII

ahora que las niñas se desvisten
con secreto temor
y en el fuego bailan duendecillos azules

por calles que tienen nombres de batallas
voy, solitario y vano

y pienso en la dulce saliva de la doncella
que en algún lecho madura y gime
y visita otro duro laberinto

como de una ahogada
veo su frente a través del agua
del sueño

de noche, en este parque donde tengo cuatro
                                                                  sombras

bajo el antiguo insomnio de las estatuas

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