Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes.
En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente.
Los hombres que no perdonan a las mujeres sus pequeños defectos jamás disfrutarán de sus grandes virtudes.
No busques al amigo para matar las horas, sino búscale con horas para vivir.
Para entender el corazón y la mente de una persona, no te fijes en lo que ha hecho no te fijes en lo que ha logrado sino en lo que aspira a hacer.
Del hablador he aprendido a callar; del intolerante, a ser indulgente, y del malévolo a tratar a los demás con amabilidad. Y por curioso que parezca, no siento ninguna gratitud hacia esos maestros.
La más bella palabra en labios de un hombre es la palabra madre, y la llamada más dulce: madre mía.
El silencio del envidioso está lleno de ruidos.
Si no puedes trabajar con amor sino sólo con desgana, mejor será que abandones el trabajo y te sientes a la puerta del templo a recibir limosna de los que trabajan con alegría.
¿Dónde puedo encontrar un hombre gobernado por la razón y no por los hábitos y los deseos?
En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente.
Los hombres que no perdonan a las mujeres sus pequeños defectos jamás disfrutarán de sus grandes virtudes.
No busques al amigo para matar las horas, sino búscale con horas para vivir.
Para entender el corazón y la mente de una persona, no te fijes en lo que ha hecho no te fijes en lo que ha logrado sino en lo que aspira a hacer.
Del hablador he aprendido a callar; del intolerante, a ser indulgente, y del malévolo a tratar a los demás con amabilidad. Y por curioso que parezca, no siento ninguna gratitud hacia esos maestros.
La más bella palabra en labios de un hombre es la palabra madre, y la llamada más dulce: madre mía.
El silencio del envidioso está lleno de ruidos.
Si no puedes trabajar con amor sino sólo con desgana, mejor será que abandones el trabajo y te sientes a la puerta del templo a recibir limosna de los que trabajan con alegría.
¿Dónde puedo encontrar un hombre gobernado por la razón y no por los hábitos y los deseos?
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