En Troya, en el bando griego, una vez muerto Aquileo (Aquiles), Ayante, gran guerrero e hijo de Telamón, se cree valedor de la herencia de las armas de Aquileo (Aquiles). Sin embargo las armas le son adjudicadas a Odiseo, y Ayente, creyéndose desposeído, es víctima de constantes arrebatos de locura en los que mata animales creyendo que son Odiseo (Ulises) o los atridas Agamenón y Menelao, quienes han cedido las armas a Odiseo (Ulises). Hay intentos de inducirle a la razón, pero Ayante se suicida. Menelao opta por prohibir que se le den honras fúnebres, pero finalmente Teucro se las dará.
El gran temor de los troyanos tras la muerte de Aquileo (Aquiles) es Ayente, un gran guerrero. Por lógica, Ayente considera que serán suyas las armas del difunto Aquiles, pero en un juicio, los atridas deciden darlas a Odiseo por lo cual, infurecido y colérico, Ayante enloquece. Esta locura le lleva a asesinar corderos y carneros creyendo que son sus enemigos, es la ingeniosa locura del Quijote, de Orlando, que no entra en razón y cuando lo hace decide suicidarse. La muerte no supone el final de la tragedia, sino que Ayente sigue siendo protagonista aún muerto cuando Teucro se increpa con Menelao por dar honras fúnebres al desposeído y grandioso Ayante. Es la tragedia del héroe viril y militar frente al ingenioso y audaz Odiseo, este contraste supone un gran dramatismo.
El gran temor de los troyanos tras la muerte de Aquileo (Aquiles) es Ayente, un gran guerrero. Por lógica, Ayente considera que serán suyas las armas del difunto Aquiles, pero en un juicio, los atridas deciden darlas a Odiseo por lo cual, infurecido y colérico, Ayante enloquece. Esta locura le lleva a asesinar corderos y carneros creyendo que son sus enemigos, es la ingeniosa locura del Quijote, de Orlando, que no entra en razón y cuando lo hace decide suicidarse. La muerte no supone el final de la tragedia, sino que Ayente sigue siendo protagonista aún muerto cuando Teucro se increpa con Menelao por dar honras fúnebres al desposeído y grandioso Ayante. Es la tragedia del héroe viril y militar frente al ingenioso y audaz Odiseo, este contraste supone un gran dramatismo.
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