sábado, 24 de diciembre de 2011

Cuando la gordura perdió su buen nombre - Georges Vigarello


Algunos datos y desmentidos pintorescos: la gordura perdió su buen nombre en el siglo XIV, el último de grandes hambrunas en Europa; las órdenes mendicantes fueron los primeros propagandistas contra la obesidad; la costumbre de pesar el cuerpo humano se implantó en el siglo XIX; a los contemporáneos de Pedro Pablo Rubens, las modelos del pintor flamenco tampoco les parecían muy 'normales' (esas comillas, por favor)... Son anécdotas que proceden de 'La metamorfosis de la grasa' (Editorial Península), ensayo del historiador francés Georges Vigarello, libro que se explica mejor por su subtítulo: 'Historia de la obesidad'.
Porque, más allá de las anécdotas, el ensayo tiene una sustancia: la aparición y la evolución del estigma social que ha caído sobre los obesos, y, en paralelo, la historia de su percepción y tratamiento médico, su representación artística y su presencia en la 'cultura popular'. Cinco extractos del ensayo ilustran esa evolución:

Reproches mutantes

"Las críticas [a la obesidad] se vuelven más psicológicas cuando se acentúa el individualismo de las sociedades, cuando se proclama la autonomía o la afirmación del yo. Los 'fracasos' son entonces más íntimos, más afectivos. De ahí que, en el siglo XVIII, las corpulentas anatomías de los individuos de las regiones del norte se asocien a la 'apatía', o que, en las descripciones presociológicas de la literatura romántica (por ejemplo, la del atormentado 'gordo y triste que describe Granville en 'Les petites misères de la vie humaine', en 1843) se asocie el 'egoísmo' al 'gordo'. [...] A finales del siglo XIX, Manuel Leven inauguró una larga tradición de tratados donde se asociaba la obesidad con la neurosis".

Baja Edad Media

"De pronto [en la Baja Edad Media], también se exige mayor sutileza al cuerpo femenino, que debe ser completamente distinto al masculino, tener los miembros delicados y frágiles y dirigir la mirada hacia lo alto más que hacia lo bajo; 'esbelta, robusta y erguida' es la doncella de Iván. En las descripciones de la época, el cuerpo femenino es más frágil y más delgado que el del varón, no obstante lo cual debe insinuar carnalidad, combinar el refinamiento con la carne tierna, la gracilidad con la exuberancia. 'En Francia, sólo a finales del siglo XIII comenzó a considerarse bella la cintura estrecha y una anchura de pecho razonable'".

Renacimiento

"[En el Renacimiento] la gordura física se convierte en una torpeza generalizada. El volumen se convertirá en 'lerdez', en inadaptación a un mundo donde la actividad cobrará un nuevo valor. Antes del Renacimiento, la debilidad no se había pasado por alto, ni se había ignorado la lentitud. Pero la mentalidad se fijaba más en la glotonería, en la gula. Su fijación eran los pecados capitales. Mientras que las preocupaciones de la modernidad son la indolencia y la eficacia. [...] La gordura ya no es más que una forma de decadencia que condena ineluctiblemente a la estigmatización y el rechazo".

Siglo XVIII

"De pronto [en la Ilustración], la crítica de la gordura se reorientó al poner el énfasis en la impotencia, la esterilidad y al centrarse en la falta vital hasta el extremo de estigmatizar por primera vez 'lo superfluo' de la civilización, el exceso de artificio y de agitación convertido en redundancia e inutilidad. Se trataba de una crítica que apuntaba a algo que en la época solía considerarse despreciable: la pérdida de sensibilidad. El gordo se convirtió así en un impotente".

En nuestro mundo

"Un fenómeno completamente nuevo caracteriza a la obesidad en nuestros días: se ha convertido en una epidemia, en una 'enfermedad' común muy extendida y perfectamente identificada. El obeso es un enfermo social, un estorbo caro, un individuo sin voluntad."
"[El obeso tiene] la inevitable sensación de estar desgarrado: siente su identidad quebrada y, al mismo tiempo constata la imposibilidad de recomponerla. El sujeto vive en un cuerpo que le traiciona".
"El impacto de la obesidad es inversamente proporcional al nivel de ingresos familiares. Lo cual subvierte el esquema 'burgués' según el cual la obesidad era específica de las clases dominantes".

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