lunes, 6 de julio de 2009

EUFORISMOS. Por: Antonio Morales Riveira


Mi mamá es pensionada del Sena y nunca ha vivido en París.


La cúspide de la filosofía colombiana es el Grupo Niche.


Colombia necesita un proceso alquímico que transforme el plomo en oro.


La patria son las mochilas con las que uno anda.


Tanta tranquilidad me pone nervioso.


Me llamaban vendaval sin rumbo.


Confundí un dispensador de condones con un teléfono público. Llamé y me respondieron de una línea caliente.


Hay dos maneras de disfrazarse: poniéndose ropas o quitándoselas.


Hay quienes van de lo verde a lo podrido sin pasar por la madurez.


La vi y a los quince minutos ya estábamos viviendo juntos y yo no lo sabía.


¿Y qué hace uno metido en esta tempestad de egos?


En un principio de su historia, Jesús era joven e inexperto en el manejo de las ideologías.

¿Y qué hacer con las ideas que ya se fueron?


Las arrugas son las cicatrices de la risa.


Un combo es un sindicato de bacanes.


En la agonía uno debe dar la última lora.


El error perpetuo, eso es el infierno.

Al vampiro lo contrataron para anemizar la noche.


Hablar de dificultades suele ser una manera de enterarse de uno mismo.


En París nadie mira a nadie, pero todo el mundo se vigila permanentemente.


Los franceses se la pasan explicándonos cómo somos nosotros.


ONG: Orgasmo No Garantizado.


Nuestra bandera debería estar eternamente a media asta.


Ella era tan bogotana que en las orejas peludas de los amigos veía frailejones.

Uno a la larga sólo es hijo de uno mismo.


En todos estos años que no nos vimos, resultó que tú maduraste y yo me podrí.


La hora promiscua: un cuarto para las dos.


Tú y yo somos diametralmente iguales.


Hay que creerles a los sobrevivientes y no a los historiadores.

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