jueves, 2 de julio de 2009

Poemas de Li He

El rey de Qin bebe vino

El rey de Qin cabalga sobre un tigre, recorre los ocho confines
El brillo de su espada ilumina el verde azul del cielo.
Xihe, fustiga al sol con un tintineo de cristal.
Las cenizas del mundo desaparecen, pasado y presente se apaciguan.

Cabezas de dragones escancian vino invitando a la Estrella del Licor
Mandolinas talladas en oro resuenan en la noche;
los pies de la lluvia en el lago Dongting entonan sus flautas
y ebrio de vino, hago retroceder a la luna.

Las nubes plateadas, peinadas, acunan el brillo de la estancia,
el guardia de la puerta de palacio informa de la hora prima.
Fénix de jade de la torre florida, de voz suave e intensa
Adornos encarnados, sedas de mar, con aromas claros, limpios
Cisnes amarillos tropiezan al bailar. ¡Brindemos por mil años!

La cera ligera humea resbalando por el árbol de las velas de los inmortales,
las lágrimas inundan los ojos ebrios de “La Cítara Azul”.


Sátira contra el sentimiento

¿Por qué, en el monte Sur, esta melancolía?
Fantasmas lloran sobre la hierba vacía
En la Larga paz es otoño a medianoche
¿Ante el viento quién no se reclina?

Se pierde el camino al anochecer
Cadenas azules, el sendero se parte
Luna alta, árboles sin sombra
El monte entero es alba blanca

Hombres nuevos con antorchas en sus puños
Luciérnagas brillantes jugando entre las oscuras tumbas


La tumba de Su Xiaoxiao

Rocío sobre orquídeas solitarias
Asemejan unos ojos en llanto
Nada en el mundo ata el corazón
Ni corta las flores de las nubes
La hierba es una alfombra
Los pinos, un refugio
El viento como falda
El agua, adornos de jade
Su carro engalanado
la espera en la noche.
Frío verde de una vela
Fatigada de alumbrar.

Bajo la tumba del oeste
El viento sopla la lluvia.


¡No salgas!

El cielo está turbio, la tierra sombría
Serpientes de nueve cabezas se alimentan de almas de los hombres,
la nieve y la escarcha quiebran los huesos de los hombres.
Los perros salvajes ladran sueltos husmeando sus presas,
Y relamen sus garras al sabor del invitado vestido de orquídeas.
El emperador envía un carro para acabar con los males,
Las estrellas del cielo adornan su espada, el yugo es de oro.
Espoleo a mi caballo mas no hay camino de regreso,
Las olas del lago Liyang se levantan cual montañas.
Dragones venenosos fijan sus ojos en mi sacudiendo anillos dorados,
Leones y quimeras exhalan su pútrido aliento.
Bao Jiao durmió siempre bajo la hierba.
Yan Hui, a los veintinueve, encaneció.4
La sangre de Yan Hui no era débil, ni Bao Jiao contradijo al Cielo.
El Cielo temió que dientes los devoraran;
por ello se los llevó.
Prístina claridad que, temo, no crees
Mirando al muro desnudo compones “Preguntas al cielo”.


Soñando con el cielo

La vieja liebre, el gélido sapo lloran el rostro del cielo
Pabellones de nubes entreabiertos blanquean al sesgo los muros
Ruedas de jade chirrían sobre el rocío, humedecen el círculo de la luz
Pendientes de fénix se encuentran en los peldaños fragantes de casia
Polvo amarillo, agua clara a los pies de las montañas sagradas
El cambio de mil años se parece al galopar del corcel
Observo desde lejos el reino del centro, nueve motas de polvo
El agua del océano apenas grieta en una copa


Canto al cielo

El río del cielo gira en la noche, las estrellas vuelan en redondo
Orillas de plata, fluyen las nubes imitando el sonido del agua
Las flores de casia no han caído en el palacio de jade
Las inmortales recogen perfumes en su bolso del cinto
La princesa de Qin enrolla la cortina, amanece en la ventana del norte
Ante su ventana un fénix verde, pequeño
El príncipe toca la flauta de largas cañas de ánade
Invocando a dragones a roturar la bruma y plantar hierba de jade
Bruma rosa, cintas rojas, loto de falda de seda
Islotes esmeraldas caminan recogiendo primavera de brotes de orquídeas
Al este señala a Xihe galopando en su caballo
Mar y polvo renacen a los pies de la montaña de piedra


Li He (Yiyang, 790-816), luego de fallar en los exámenes imperiales, cayó en una profunda depresión que le llevó a la muerte a los 26 años. La leyenda dice que un ángel, conduciendo un rojo dragón, llevó su alma al cielo.

No hay comentarios: