jueves, 8 de marzo de 2012
Marina Tsvietáieva
Magdalena
De tus rumbos no voy a preguntarte,
Pues todo se ha cumplido – ¡Mi adorada!
Cuando estaba descalzo, me calzaste
Con el chubasco de tu pelo
Y – de tus lágrimas.
No voy a preguntarte por el precio
que por esos aceites tú pagaste.
Cuando estaba desnudo, con la ola
Del cuerpo me inundaste – como cota
Completo me rodeaste.
Tu desnudez repasarán mis dedos
Sin ni siquiera pronunciar palabra alguna.
Yo era recto, mas tú, a mis pies cayendo,
Me enseñaste la inclinación de la ternura.
Hazme entre tus cabellos una fosa,
Sin lino empáñame.
- ¡Tú que das mirra! Y yo ¿quiero su aroma?
Tú me lavaste
Como una ola.
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