jueves, 12 de julio de 2012

Anna Ajmátova - Réquiem (fragmento)






Puede una pena así mover montañas

y detener la corriente de un gran río,

pero no puede quebrar con su fuerza los cerrojos

que nos separan de las celdas y los presos

llenos de angustia mortal.



Hay quien respira el fresco de la brisa

Hay quien siente la dulzura del sol cuando se pone

Pero nosotras, en la desdicha compañeras,

oímos sólo el sonido ominoso de las llaves

y los pasos de plomo del soldado.



Nos levantábamos como para la misa del alba

cruzábamos la ciudad embrutecida

y más muertas que vivas nos encontrábamos allí

se acortaban las horas de sol, la niebla pesada sobre el Neva

pero aún la esperanza cantaba a lo lejos la sentencia



Brotan de pronto lágrimas y una mujer se siente fuera del grupo

como si le hubieran arrancado el corazón

y brutales lo arrojaran al suelo

para luego soltarla. Así camina tambaleándose sola



¿Dónde están hoy aquellos con quienes sin querer

compartí mis dos años de infierno?

¿Qué formas adivinan en las ventiscas de Liberia

qué presagios en el aro de la luna?

A ellos envío mi adiós.

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