miércoles, 28 de noviembre de 2012

Federico García Lorca




Veleta




Viento del Sur,

moreno, ardiente,

llegas sobre mi carne,

trayéndome semilla

de brillantes

miradas, empapado

de azahares.



Pones roja la luna

y sollozantes los álamos cautivos, pero vienes

¡demasiado tarde!

¡ya he enrollado la noche de mi cuento

en el estante!



Sin ningún viento,

¡hazme caso!

gira, corazón;

gira, corazón.



Aire del Norte,

¡oso blanco del viento!

llegas sobre mi carne

tembloroso de auroras

boreales,

con tu capa de espectros

capitanes,

y riyéndote a gritos

del Dante,

¡oh pulidor de estrellas!

pero vienes demasiado tarde.



Mi armario está musgoso

y he perdido la llave.



Sin ningún viento,

¡hazme caso!

gira, corazón;

gira, corazón.



Brisas, gnomos y vientos

de ninguna parte.

Mosquitos de la rosa

de pétalos pirámides.

Alisios destetados

entre los rudos árboles,

flautas en la tormenta,

¡dejadme!

tiene recias cadenas

mi recuerdo,

y está cautiva el ave

que dibuja con trinos

la tarde.



Las cosas que se van no vuelven nunca

todo el mundo lo sabe,

y entre el claro gentío de los vientos

es inútil quejarse,

¿Verdad, chopo, maestro de la brisa?

¡es inútil quejarse!



Sin ningún viento,

¡hazme caso!

gira, corazón;

gira, corazón.



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