domingo, 29 de agosto de 2010

CULTO DE JESÚS MALVERDE


Al parecer, este culto no tiene una organización estricta ni un nombre oficial. Aquí le llamaremos Culto de Jesús Malverde (CJM).

Según investigaciones, Jesús Malverde nunca existió, por lo cual se puede asegurar que estamos frente a un mito o leyenda que tiene semejanza con la de otros bandidos generosos, como Chucho el Roto, el Ojo de Vidrio y Felipe Reyes, aunque alguna de esas leyendas tenga una base histórica en un personaje real, posteriormente mitificado. La leyenda lo presenta como un humilde campesino que un día decide sublevarse contra el orden establecido, pero a su manera: asaltando carretas y repartiendo el botín entre los necesitados. El mito de Jesús Malverde se originó alrededor de 1870 en la región de Culiacán, Sinaloa y su muerte se festeja el 3 de mayo. Su nombre completo se dice que era Jesús Juárez Mazo.

El culto de Jesús Malverde se ha extendido mucho más allá de Sinaloa. Por el norte ha llegado por lo menos hasta Los Ángeles y por el sur hasta Cali, Colombia, donde existen capillas dedicadas al “ánima de Malverde”. Capillas semejantes existen ya en muchas otra poblaciones de la República Mexicana, entre ellas en Chihuahua.

Para la historiadora sinaloense Patricia Castro, “Es preciso situar a Malverde más que como un fenómeno de fe religiosa, como la interpretación que hace un poblado como Culiacán en cuanto lo que debería de ser una más justa división del trabajo y por consecuencia de sus beneficios. No es arbitrario asumir que la fecha de su nacimiento se ubique en 1870 porque si como señala la mitología popular, muere prácticamente asesinado el 3 de mayo de 1909 y había conseguido enfrentar a varios gobernadores del estado, su periodo vital debió contar al menos con un promedio de 40 años. Esto es, alcanzó la plena madurez antes de morir, independientemente de que haya existido o no”.

“Si bien la vida de Jesús Malverde no está documentada más que a través de la tradición oral –dice Güemes-, históricamente los hechos van tornándose más complicados de explicar cuando se habla de su muerte, toda vez que esta ocurre ya entrado el siglo XX y bajo el gobierno de Francisco Cañedo, un hombre de carne y hueso que ha pasado sin problema alguno a la historia oficial. La leyenda, que ha pasado de boca en boca desde aquella fecha hasta este inicio del siglo XXI, habla de que luego de un enfrentamiento particularmente feroz con las fuerzas de la ley, Malverde se descubrió herido. Es de pensarse que en 1909 una persona lesionada por bala, como se entiende que le ocurre a nuestro personaje, escondida en la sierra de Culiacán, tenía muy escasas probabilidades de sobrevivir. La gangrena comenzó a actuar sobre una de las piernas de Jesús Malverde, que para entonces era, si es que lo fue, uno más de los mortales. La anécdota es relativamente sencilla: en cuanto se ve acosado por la enfermedad y con el paso del tiempo el precio por su captura va en aumento, Jesús Malverde se permite que la recompensa suba tanto como su cuerpo lo resiste y cuando ya no puede más, le solicita a un compadre suyo que lo entregue a cambio de la recompensa y que haga con ella tanto bien social como le sea posible”.

El gobernador Cañedo, quien recibió al herido y lo condenó a la horca, prohibió que se le diera sepultura. Muy poco después de su muerte, acaecida el 3 de mayo de 1909, se inicia un proceso de “canonización” popular y pasa de un bandido generoso a un santo social no reconocido por iglesia alguna. La gente, al mirar su cuerpo insepulto, comenzó a arrojarle piedras, no como agresión, sino para proteger su cuerpo, de manera que, sin desobedecer la orden del gobernador, se fue formando poco a poco un montículo que de alguna manera se convirtió en una tumba. Esta tumba se convirtió en un “lugar sagrado” que la gente iba a visitar y tiempo después se levantó también en Culiacán la primera capilla del culto de Jesús Malverde, que se llenó pronto de ex-votos. En esta capilla, que con el paso del tiempo se convirtió en un templo de regulares proporciones, se ha desarrollado un culto sincretista, es decir, una mezcla de creencias propias del catolicismo popular y creencias que la Iglesia católica llamaría supersticiosas. Por ejemplo, junto a imágenes del “santo” se ven en su capilla imágenes del sagrado Corazón y de la Virgen María.

A Jesús Malverde se le conoce también como el “Santo Patrono de los narcotraficantes”. Supuestamente, en la década de 1970 Raymundo, hijo de Julio Escalante, un poderoso capo de la droga en Sinaloa, fue mandado matar por su padre por haber querido hacer negocios a espaldas de éste. Raymundo, herido de bala y arrojado al mar todavía consciente, invocó la ayuda del “anima” de Malverde y fue rescatado por un humilde pescador y se convirtió en fervoroso devoto y benefactor de la capilla del “santo”. A partir de ese momento se comienza a ver que desfilan por su capilla famosos narcotraficantes, unos que ya murieron y otros que están en la cárcel, como Rafael Caro quintero, Ernesto Fonseca, Miguel Gallardo Félix y Amado Carrillo Fuentes, el “Señor de los Cielos”. A esto se añade que tan especiales y adinerados devotos han sido muy generosos en los donativos hechos a la capilla, con los cuales se ha establecido un sistema de donaciones para subvenir a las necesidades de los pobres.

Otro elemento que ha contribuido a la difusión del culto de Jesús Malverde, son las canciones, corridos, expresiones plásticas y obras de teatro. Hay por lo menos cinco discos grabados con canciones y corridos que suman un total de 56 piezas dedicadas a él. Otro ejemplo es El Jinete de la Divina Providencia, obra teatral escrita por Óscar Liera, convertida también en película con el mismo título.

En Chihuahua también está presente el culto de Jesús Malverde y se le ha levantado una pequeña capilla en la carretera a Aldama. Contiene ésta un altar con un retrato del personaje debajo de un crucifijo. El altar está permanentemente adornado de flores. Para muchos jóvenes, incluso de clase alta, Jesús Malverde se ha convertido en una especie de amuleto y traen su efigie colgada al cuello como símbolo de poder, aunque muchos ni siquiera saben quién fue.

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