miércoles, 4 de agosto de 2010

Mapa del Nuevo Mundo - Derek Walcott (traducción José Manuel Arango)




Un mapa de Europa

Así como en la idea de Leonardo
en una gota de agua se abren paisajes
o en las manchas se ocultan dragones,
hace el brillo del aire un mapa de Europa
en las grietas de mi pared descascarada.

En el borde pintado de la ventana
brilla el filo de oro de una lata
de cerveza como la tarde
por un lago de Canaletto,
o como la rocosa hermita donde,
en su celda de luz, el ojeroso
Jerónimo reza para que Su Reino
venga a la ciudad lejana.

La luz crea su reposo. En su aro
todo es. Una taza rota, una hoja
quebrada, un dentado jarro llegan
a ser ellos mismos, como en Chardin,
o en el brillo de cerveza de Vermeer,
no objetos de nuestra piedad.

No hay en ellos lacrimae rerum
ni arte. Sólo el don
de ver las cosas en su realidad,
partidas por una sombra
de la que no pueden mudarse.


Watteau


El rocío de ámbar de los árboles que pincela el ocaso,
el hueco ruinoso de un castillo espectral, la ingle
de un lujurioso sátiro ahíto de hiedra. Y a lo lejos el grano
de una insegable cosecha alquímica, el vacío
en el centro de toda embarcación. Nada permanece verde
en esa prodigiosa urgencia hacia el crepúsculo.
En todos sus viajes los peregrinos son febriles
y el laurel de la malaria los hace temblar.
¿Dónde está pues, Citerea? También ella lejana y febril,
se dilata en un horizonte de delirio, cerca
y luego más allá, puede romperse como los aparejos arañescos
de sus encintados bergantines, está tan en ninguna parte
como estas islas de anchas hojas, es la enfermedad
de la elefantina vegetación de Baudelaire,
el bicho del trópico en la bruma de París. Para él es el espejo
de lo que es. El paraíso es la vida repetida espectralmente,
una silla vacía que hace eco al vacío.


Gauguin 1


En los muelles de Papeete los ociosos colonos vestidos de dril blanco, bebiendo
con putas cuya piel es como el cobre de las monedas,
pretenden, mirando la salvaje tez de la luz y la sombra,
que un vermouth sin mezcla recree la metrópoli;
pero el sol ha quemado estos recuerdos en mi cabeza:
Cezanne construyendo con el color, cada pulgada cuadrada un bloque,
los trazos de los puntillistas como millones de iris.
En los huesos de mi cara vi la cabeza de mula de un bretón,
la plácida, implacable estrategia del mongol,
los mostachos como los curvos cuernos de un yelmo;
la cadena de mi sangre me arrastra a pueblos más oscuros,
aunque parezca otro de los cetrinos, ajados colonos
que saltaron aquel día del muelle a la lancha de la aduana.
Soy la semilla salvaje de Watteau, su heredero ilegítimo.
Levanta tu trasero, escribano, y busca tu camino.
El libro de oraciones del diablo es el himno de la paciencia,
gruñido en la bruma. ¡Vamos, fuera! Yo huí muy tarde.


Gauguin 2


Nunca pretendí que el verano fuera el paraíso,
o que fueran virginales mis vírgenes; en sus platos de madera
están los frutos de mi conocimiento que irradian peste,
y eso te ofrecen en sus ojos de madura almendra marina,
en sus pechos de barro que brillan como lingotes en un horno.
No, lo que he vidriado en ámbar no es un ideal,
como quería Puvis de Chavannes, sino la corrupción:
la mancha en la vulva del lirio, los falos de los plátanos,
el volcán que se irrita como un chancro, el humo de la lava
que sube con su silbo hasta la diosa sibilante.
En esta aleación cocí el oro de sus cuerpos;
el paraíso de los evangelistas huele a azufre,
he sentido las gotas de mi sangre hervir
cuando mi pincel acariciaba sus dorsos —cabeza
de jesuita degradado pasando su rosario.
Puse una azul máscara de muerte en mi Libro de Horas
para que los que sueñan con un paraíso terreno puedan leerlo
como hombres. Mis lienzos a la diosa Maya.
La papaya, los mangos que enrojecen como carbones
en un asador, pacientes como las palmas de Atlas.

Derek Walcott (Castries, Santa Lucía 1930)

Ganó el Premio Nobel en 1992. The Gult (1970), Another Life (1973), Midsummer 1984), CoIlected Poems (1948-1984), son algunos de sus libros.

1 comentario:

Ophir Alviárez dijo...

Oí a Walcott recientemente en Venezuela. Ahora es un lujo encontrarme sus poemas aquí.

Abrazos,

Ophir