miércoles, 2 de diciembre de 2009

3 poemas de José Libardo Porras



Retrato de mi amada

Mi amada no espera de mí que gane dinero y trepe: prefiere esa otra forma de ascensión que es como subir a
las terrazas de la infancia, como hundirse en un
sueño.
Mi amada es una nave enorme de maderas resinosas en la cual me he embarcado con los animales mansos y bravíos
de mi sangre, con mis pertenencias.
Como un cuervo he volado fuera de ella, pero no he hallado donde posarme;
como una paloma he volado fuera de ella, pero no he hallado donde posarme.


Un granero embrujado es mi amada: cuanto más devoro su trigo magnífico más crece mi hambre y el grano más se
multiplica;
su cuerpo siempre incendiado me entrega una música inaudible: en su silencio, como en los rieles, escucho al tren
que nunca llega.
Donde posa su mano se abre una herida de dolor dulce y lento, brota el agua, florece un canto.
Sal y azúcar, mi amada; comunión y ruptura.
Es cal y es arena.
Es como encender la luz. Es como encender las tinieblas.

Abro muy bien los ojos; me gusta verla por fuera.
El verla por dentro lo dejo para cuando no estamos juntos o yo estoy dormido.


En casa

Madre: al anochecer llego a preparar la cena.
El pan es arena en la pared de mi garganta;
arena enturbia mi vino; arena en mi agua.

Fuera es invierno y llueve hoy, madre.
Llueve en mí.
Ninguna voz apaga la voz de la lluvia en mí
y ya he memorizado mis casetes y mis libros.

Tengo una historia que contar, madre,
y no timbra el teléfono; ni el casero
llama a mi puerta.
Si intento escribir me sale arena.
No polvo ni barro: árida y áspera arena.

Madre,
enséñame a hablar con Dios:
tú conoces
su idioma.


Cuidado del cuerpo

Tras el nacimiento sólo te dejaron el cuerpo.
Cuídalo. No es más precioso que el oro.

Protege sus bordes. Una mano torpe puede dejarlo como a un santo de iglesia pobre.
Los bordes del cuerpo son lo más delicado por ser lo más profundo.


Frótalo con mirra y benjuí.
Dale a tu cuerpo lo más rico y más sabroso.

Asegúrate de que el viento que roce tu cuerpo sea cálido.
Que te abrasen los brazos que te abrazan.
Un cuerpo envuelto en frío florece moscas y gusanos. Por voluntad no hagas nada contra tu cuerpo.
Él tiene un animal propio, insomne, que desde adentro siempre está devorándolo.

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